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200 años del levantamiento indígena Totonicapán

Hace 200 años el principal Atanasio Tzul y Lucas Aguilar dirigieron y encabezaron un levantamiento en contra de la opresión colonial, organizando a las comunidades para protestar en contra del cobro de impuestos que ya habían sido abolidos por la Constitución promulgada en Cádiz en 1812.

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Esta es una opinión

Foto: Luis Amézquita Gámez

El 9 de julio de 1820, se levantaron los pueblos de San Miguel Totonicapán y esto marca la fecha de la sublevación. La relación más o menos somera de los hechos indica que, para 1813, las comunidades de San Francisco el Alto, Momostenango y San Miguel Totonicapán reciben la información que el tributo ha sido abolido, por la entrada en vigencia de la Constitución de Cádiz, esto sigue así hasta que Fernando VII da el paso más atrevido al abolir la constitución y restaurar la monarquía absolutista -esto sin lugar a dudas dará paso a las independencias latinoamericanas.

Estas noticias llegan pero los pueblos interpretaron que el Rey no se iba a retractar, como indica Aaron Pollack, en el libro: “Levantamiento K'iche' en Totonicapán 1820: Los lugares de las políticas subalternas”. Los pueblos interpretaron que eran los criollos los que querían cobrarlo para su beneficio.

Los pueblos comenzaron a hacer resistencia pacífica, mientras las autoridades coloniales insistían en cobrarlo. Los pobladores de Totonicapán se negaron a pagar el tributo a sabiendas que la ley prohibía la violencia para el cobro y que él único riesgo era el deser apresados. Increíblemente preferían esto a pagar.

Es aquí donde es importante entender la resistencia de los pueblos.

Los pobladores exigieron que el alcalde mayor de Totonicapán, Manuel José Lara, les enseñara el documento en donde se les exonera de tal pago, mientras tanto las comunidades comenzaron a inquietarse y enviaron representantes, bajo el liderazgo de Lucas Aguilar. Este proceso fue tomado como sublevación y el gobierno local trató de apaciguarla. Producto de ello es que ordenaron la captura de la comitiva enviada para que fueran azotados. En represalia, el pueblo capturó a los escribanos que se quedaban a cargo, a quienes les exigieron que enseñaran el mencionado documento.

Con el fin de seguir cobrando el tributo las autoridades ordenaron un censo pero nuevamente los pobladores se resistieron indicando que había un documento que les garantizaba el no pago del tributo. Solicitaron a Guatemala que el documento les fuera enviado pero la capital nunca les respondió.

Al saberse en Totonicapán que en efecto, Fernando VII había aceptado de nuevo la Constitución de Cádiz, en la cual se hace explícita la abolición del tributo a los indígenas; las comunidades exigieron que les fuera devuelto lo cobrado; Lara se asusta y huye a Quetzaltenango y es aquí donde empieza “la revuelta o el motín” como le llaman algunos historiadores.

El pueblo como tal se organizó. Colgaron la imagen de Fernando VII, nombraron Atanasio Tzul y su esposa Felipa Tzoc, como rey y reina respectivamente. Dice la leyenda que para coronarlos usaron la corona de las imágenes de San José y Santa Cecili. Además nombraron a Lucas Aguilar como su presidente.

La agenda política de esta nueva república, como indica el historiador Luis Felipe Quelex, giraba sobre evitar el pago del tributo, dar acceso a la tierra y libertad por organizar los estancos. Esto le aterrorizó a los criollos de Quetzaltenango que temían que el alzamiento fuera replicado.

Prudencio de Cozar, quién era el corregidor de Quetzaltenango, se vió obligado a dirigir al ejército para sofocar la sublevación -esto no se pueden permitir; no puede ser que exista una república de indios en una región en donde la mayoría de las personas son indígenas-.

Como indica Quelex en su investigación “En los albores del nacionalismo en los Altos de Guatemala, 1786-1826. [Quetzaltenango, Totonicapán-Huehuetenango, Sololá, Suchitepéquez]” uno de los hallazgos importantes es cuando San Pedro Sacatepéquez, que en este momento pertenecía a la alcaldía Mayor de Totonicapán, envía un tributo a Atanasio Tzul. Esto claramente indica el liderazgo que este levantamiento estaba ejerciendo en los pueblos indígenas. Algo importante que señala esta investigación, es que en el proceso Juan José de Echeverría, corregidor de Quetzaltenango, es contrario a los grupos criollos quetzaltecos, pero al ver la sublevación indígena en un territorio muy cercano decidió unirse a estas élites para evitar problemas mayores, es decir, se une a sus enemigos para vencer a un enemigo que puede amenazar el régimen establecido. El gobierno de Totonicapán ya había jurado lealtad a Fernando VII, es decir el proceso era para liberarse de las elites criollas.

Recordemos que la independencia de 1821 es un cambio de administración para que una élite local sustituya a la élite advenediza. Esta historia se sigue repitiendo en donde hoy no es posible que un grupo de indígenas quieran gestionar su destino político, la historia se repite una y otra vez, el ejemplo puede ser la consulta popular de 1999, y la discusión al sector justicia para garantizar el pluralismo jurídico en el 2017.

En el imaginario social todos los que somos de Totonicapán somos descendientes directos de Atanasio Tzul, y es tan importante ya que se le considera el primer presidente de 48 cantones, una de las organizaciones indígenas más fuertes en América Latina que también está cumpliendo los 200 años.

La historia del Abuelo Tzul trasciende a lo mítico. Se dice que después de ser absuelto en el juicio (Signatura A: Expediente: 47155 legajo: 5480 del Archivo General de Centro América) ya que ha defendido la Constitución, es acosado constantemente por los españoles y luego por los criollos; va a una Cueva Sagrada en donde hace un Xukulem o Ceremonia Maya junto con su esposa y, según cuentan las historias de los abuelos, la montaña que se abrió para protegerlo y el abuelo desapareció de la historia y del tiempo.

Al final de cuentas hay un movimiento más independentista en Totonicapán con el levantamiento de 1820 que propiamente con la independencia gestada por las élites criollas en la independencia de Centro América de 1821. Como diría el historiador Edwin García, el verdadero bicentenario que debemos de celebrar es, en esta fecha y no la del próximo año.

Julio David Menchú
/

Maya K’iche’, Ajq’ij o contador del tiempo, aprendiz de Aj Poronel (el que quema las ofrendas). Padre de dos hijos que le enseñan más de lo que cree. Pro vida y casado con una mujer que le tiene muchísima paciencia. Ama la Historia y se dedica a su enseñanza.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Estuardo spillari /

    10/07/2020 12:08 PM

    Lo felicito por su interés a estos temas ,por ser acucioso ;espero seguir leyéndolo .

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Erick Ruiz /

    11/07/2020 6:57 PM

    Que inquisidor..pero si ha de creer "la historia"que el 15 de sept de 1821...el pueblo quemo cohetillos y bailo al ritmo de la marimba? Por favor!!!!

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Julio Menchú /

    10/07/2020 11:14 PM

    Se dice que es leyenda o de la tradición popular porque no hay evidencia histórica clara sobre tal acontecimiento, sino solamente en la oralidad, Aaron Pollack lo aborda en el libro sobre el Levantamiento k'iche' en Totonicapán, 1820, e indica que no es un acontecimiento real. Es decir que no demeritar el nombramiento como Rey, hay que recordar que la dignidad maya es el “Tzut” o tela que se usa para amarrar la cabeza -evolución del tocado del periodo clásico- a mi criterio esto dato es agregado por los liberales para demostrar el anticlericalismo.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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