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Buscamos líderes con inteligencia emocional que no vivan de sus heridas

“Una herida es también un lugar para vivir”, dijo el poeta Joan Margarit. Esta frase me llevó a pensar en cuántas veces pasamos la vida completa en esas heridas que creemos un lugar “seguro o conocido” para permanecer.

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Esta es una opinión

Grietas

Foto: Flickr / Cr4nberry

Vivir desde la herida no es vivir. Para disfrutar la vida hay que escarbar, limpiar y sanar. Todos hemos pasado por distintas experiencias que han moldeado nuestra personalidad y nuestra manera de concebir el mundo y sus relaciones. Aquellas situaciones que marcaron nuestra existencia, ya sea por exceso o carencia, hicieron marcas o “heridas” que aún en el presente influyen en nuestra forma de vivir.

Desde cómo me veo, me relaciono, me pienso o me siento hasta a qué me dedico, a quiénes admiro o a quiénes elijo como mis representantes, va inmersa la subjetividad de mi herida o de mi potencialidad. Vivir desde la herida, entonces, trae consigo una serie de consecuencias negativas para mí y para mi entorno, llevo conmigo toda la estructura malsana, lastimada o con miedo de vivir.

El mundo de las emociones está subestimado en cuanto a atención se refiere, pero está sobreexplotado en cuanto a manipulación o persuasión de las mismas se trata. Vemos como en el discurso político, hay siempre una apelación a la emocionalidad de los receptores.

Hablar de valores, de nacionalismos, utilizar ademanes que demuestren don de mando, liderazgo, personalidad fuerte, hacer uso de gestos y lenguaje corporal que dé a entender que se es una persona abierta, capaz, empática. Todo con el fin de convencer a quienes escuchamos. El ejercicio del poder está cargado de una inmensa subjetividad, de cómo se ve, cómo quiere verse y cómo realmente es el “líder” frente a los otros.

¿Quiénes apelan a nuestras heridas y miedos? ¿Quiénes lo hacen a nuestras capacidades de transformación? Más importante aún, ¿quiénes nos convencen?

Como el lenguaje corporal no miente y dice más de lo que quisiéramos, traigo a mi mente la imagen del presidente Jimmy Morales, quien a pesar de tener formación actoral, evidencia la terrible inseguridad que tiene sobre sí mismo. Cada vez que se dirige a la población recurre a gestos y ademanes desproporcionados.

También recuerdo imágenes que enmarcan comportamientos de los diputados como, por ejemplo, al actual vicepresidente del Congreso Felipe Alejos, quien lleno de miedo arremetió contra el Ministerio Público y la CICIG en un video. Su actuación evidenció el temor a ser investigado y su incapacidad de oratoria. ¿Y la imagen del alcalde Álvaro Arzú cuando se presentó a la conferencia de prensa del MP-CICIG? Cada poro de su cara transpiraba ira.

Estos tres personajes nos han dejado ver cómo, ante un momento álgido y crítico para sus carreras políticas y los intereses que representan o se ven afectados, las emociones los han desbordado, sus miedos les han apoderado y sus heridas han dirigido las respuestas a los mismos. Vale recordar que los tres personajes, además de entorpecer la justicia y las investigaciones, han llegado con el discurso de defender y amar a Guatemala, intentando encontrar empatía a través de despertar los miedos y las heridas de sus receptores.

El problema real no es ser observador de la incapacidad de gestionar emociones de nuestros gobernantes. Lo grave es ser testigo de cómo quienes se encuentran en el poder, ejercen la función desde sus heridas: la necesidad de ser visto, de sentirse intocable, de reconocimiento, de ínfulas mesiánicas, de ser todopoderoso, de ejercer el poder a través del autoritarismo, del yo-padre, del dictador interno, todo desde la sombra donde la brújula ética está perdida.

Ante la necesidad urgente de entrarle a la política, de dignificar la función pública y de rescatar el Estado de personajes, actores y grupos de poder que han mantenido al Estado cooptado; como ciudadanos debemos exigir a quienes desean representarnos no sólo probidad, competencia técnica y claridad política.

Debemos exigir que quienes nos representan sean personas con inteligencia emocional, que vivan desde sus capacidades, que sean empáticas, sensibles a la realidad y al dolor ajeno y que estén cada vez más lejos a vivir desde sus heridas y miedos. Personas que se hayan atrevido a ver en su interior para encontrar sus vulnerabilidades, reconocerlas y sanarlas, y como consecuencia se hayan comprometido con el ser mejor cada día, todo con el fin de relacionarse cada vez mejor con quienes les rodean, de servir mejor a la población. Quien logra comprometerse consigo mismo por ser cada día más auténtico y menos dependiente de su sombra, puede ejercer el poder con mayor sanidad, estabilidad y ética.

Todos reconocemos a un “animal herido”. Que quienes tengan nuestro reconocimiento y sean nuestros líderes no huelan a miedo o a sombra sino a humanidad y a compromiso con el bien común. Que a quienes elija para representarme, me represente a mí y no a mis miedos o heridas. El compromiso es para todos y todas. Una herida, no es un lugar para vivir.

Mercedes Bautista
/

Psicóloga Clínica. Empezando la treintena. Agradecida con la vida, pidiéndole que mire con buenos ojos lo que decida hacer con ella. Mi inconsciente es el que escribe.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Roberto Sáenz /

    09/04/2018 6:55 PM

    Hablar de valores, de nacionalismos, utilizar ademanes que demuestren don de mando, liderazgo, personalidad fuerte, hacer uso de gestos y lenguaje corporal que dé a entender que se es una persona abierta, capaz, empática. Todo con el fin de convencer a quienes escuchamos.
    Mas bien de convencer a quienes nos escuchan, muy interesante el tema de la inteligencia emociona, y su reflejo en nuestros gestos y ademanes, todo un tema para explorar.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Angélica /

    08/04/2018 9:14 AM

    Excelente Artículo, todo empieza por nosotros mismos, de hecho en México inauguraron el Hospital de las Emociones y ya estan trabajando en esto como politica publica.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Maritza Monroy /

    07/04/2018 3:54 PM

    Sanar y seguir, porque vivir estancado en la herida es como vivir en agua retenida sin vida; vivir en movimiento asia adelante es como fluir en una fuente de agua que fluye y lleva vida, nacimos para crecer y no estancarnos y menos en una herida.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Doi Coj /

    07/04/2018 3:26 PM

    Esto no aplica unicamente a lo sociopolitico. Excelente articulo!

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    ernesto garay /

    06/04/2018 11:43 AM

    excelente articulo tenes toda la razón

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Norma V. Mansilla Q. /

    06/04/2018 8:33 AM

    Totalmente de acuerdo, viví algo muy duro y sufrí las consecuencias, busque desesperadamente sanar mis heridas, tomé aliento y seguí adelante.....

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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