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El circo de marcar la X en la papeleta y llamarle democracia

Como cada cuatro años, este año volvemos a elegir autoridades. Este año, de los tres poderes del Estado. Pero,¿estamos realmente ejerciendo democracia o solamente jugando a los cambios que no cambian nada?

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Esta es una opinión

Foto: Publinews

Este año, una parte del pueblo de Guatemala elegirá, como cada cuatro años, al presidente o presidenta del país. El Tribunal Supremo Electoral entregará a cada empadronado un puñito de hojas repletas de símbolos de los partidos políticos. Y ya. Eso es democracia en Guatemala: marcar sobre un símbolo.

Al mismo tiempo, el pueblo elegirá a sus “representantes” ante el Congreso de la República, prácticamente sin saber quiénes son las y los candidatos porque nuevamente, aquí solo se marca sobre el símbolo. Pongo entre comillas representantes porque son todo menos nuestros representantes. Pongamos uno de los ejemplos más evidentes: ¿cuál es el porcentaje de representación de mujeres en el Congreso? Solo un 19% y eso que las mujeres somos el 51% de la población. Pero vamos más allá de los números, realmente las mujeres ¿nos sentimos representadas? ¿Nuestras necesidades son tomadas en cuenta en las agendas legislativas? Tal vez sí, pero les interesa reprimirnos más, con leyes retrógradas como la Ley para la Protección de la Vida y la Familia (Iniciativa 5272) promovida por diputados en taparrabos.

Por si fuera poco, este año los diputados electos en el 2015 (cuya elección no necesariamente se hizo en el marco de un juego limpio, extremo ya evidenciado en las investigaciones MP-CICIG sobre financiamiento electoral ilícito) decidirán quiénes serán las y los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y en las cortes de apelaciones.

Atención, estamos hablando del poder judicial como uno de los tres poderes del Estado, no es cualquier cosa. Si bien las Comisiones de Postulación se establecieron para limitar, hasta cierto punto, la discrecionalidad de los diputados y diputadas para elegir a los magistrados, el crimen organizado se ha adaptado y buscado las formas para cooptarlas y controlarlas (otra situación evidenciada por el MP-CICIG).

Me van a perdonar el pesimismo, pero Guatemala abruma. Creí que íbamos dando pasos para mejorar, pero no. No puede ser que cada vez que avanzamos un poco, al tiempo nos toque empezar de cero, salir de las cavernas otra vez. Por eso la importancia de buscar cómo blindar y generar candados para las reformas y cambios que se van generando, por mínimos que sean. Para que no se repita, para que no se nos escapen las oportunidades otra vez. A partir del 2015 se generó lo que en ciencias políticas se conoce como gatopardismo: cambiar todo para que nada cambie. Las facturas se pagan muy caras y ya no tenemos ni un len.

Este año se re-acomodan las fuerzas oscuras y criminales en los tres poderes del Estado. En lo que respecta al poder ejecutivo, solo veo caras de candidatos y candidatas en algunos medios. No veo propuestas, contenidos, planes, programas (con un par de excepciones). ¿Una agenda mínima de Estado para empezar de nuevo? tampoco. Solo se ve oportunismo y hambre por seguir gozando del Estado a costa de tanta miseria.

Tan chulo que es leer la Constitución y encontrarte con que somos una democracia representativa. Aquí la única democracia es la que representa a las mafias. Como exclamaría Manuel Colom Argueta, “El Licenciado”, necesitamos una democracia real y funcional. Mientras se ejerza el voto con hambre, esto no es democracia. Ya es hora Guatemala.

Ana María Méndez Dardón
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Hija de la guerra y feminista en construcción. Abogada con un pie en las ciencias jurídicas y otro en las ciencias políticas. Intento contribuir a la humanidad desde la academia y desde plataformas institucionales para que mi aporte sea algo tangible.


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