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El Popol Vuh como guía política para el siglo 21: la importancia de ver hacía atrás

Las últimas encuestas de simpatías políticas en Suecia indican que el partido nacionalista y anti-inmigración se posiciona nuevamente en segundo lugar, sobrepasado por el partido socialdemócrata.

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Las elecciones quedan lejos todavía y no es la primera vez que sucede que los nacionalistas crecen en las encuestas. Acercándonos al día de las elecciones generalmente pasan a tercer o cuarto lugar. Como suele ser, su auge esta vez tiene que ver con factores coyunturales y sensacionalistas, precisamente una serie de balaceras y asesinatos cometidos por bandas criminales en lugares públicos y habitados.

La tasa de homicidios se mantiene estable en Suecia, bajando poco a poco cada década, pero el carácter de estos últimos actos criminales ha causado terror. El temor es entendible, lo raro es que las simpatías benefician a un partido cuyos representantes en repetidas ocasiones han sido vinculados a actos de violencia, corrupción, racismo y acoso.

Al inicio, cuando solo había inmovilidad y silencio en la oscuridad y no había nada dotado de existencia, así como lo cuenta el Popol Vuh, los dioses se juntaron para crear a los seres humanos. Hicieron un primer experimento creando una persona de lodo, pero vieron que no estaba bien porque “tenía velada la vista, no podía ver hacía atrás. Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento”.

Seguían experimentando, pero las siguientes camadas de seres humanos tampoco salieron bien y los dioses se vieron obligados a castigarlos “porque no habían pensado en su madre, ni en su padre”. De esta forma, los dioses en el Popol Vuh nos regalan algunas reglas o principios básicos para la vida humana: Primero, que es indispensable poder ver hacía atrás y, segundo, que debemos cuidar a los ancianos cuando necesitan de nuestra asistencia.

Más de un millón de suecos se fueron a otros países como migrantes entre los años 1850 y 1930. La mayoría de ellos a los Estados Unidos. Los primeros en llegar al nuevo mundo carecían de redes de apoyo, habían invertido todo en el pasaje, sabían que nunca iban a volver a ver a sus familiares en Suecia, y por su pobreza y miseria en el nuevo país fueron vistos como escoria por la población asentada y mayoritaria. Sin embargo, la vida era tan dura en Suecia que los suecos se seguían yendo.

Al final migró alrededor del 20 porciento de la población. Haciendo cuentas, es difícil encontrar a una persona sueca hoy en día que no tenga ancestros migrantes, y aún así muchos suecos no quieren reconocer su pasado y prefieren alinear su pensamiento con el discurso reduccionista de los nacionalistas, anti-inmigrantes e islamófobos. ¿Por qué somos tan incapaces de ver hacía atrás?

Las razones son múltiples y están vinculadas a los cambios acelerados de una sociedad, cultura y economía cada vez más complejos, y partidos políticos establecidos que han abandonado las demandas y reformas progresistas que les caracterizaba durante buena parte del siglo 20.

La socialdemocracia que dominó la política sueca durante los 1900 nunca podrá competir con los conservadores, nacionalistas y anti-inmigrantes usando los mismos argumentos y reformas de la derecha. Para avanzar, habría que reforzar la conciencia histórica sobre de dónde hemos venido, y recordar que la violencia, la delincuencia y las violaciones a los derechos humanos abundan en sociedades más desiguales e injustas.

Como dice el Popol Vuh: Hay que hablar de los problemas que enfrentamos como sociedad, hay que buscar el entendimiento, y hay que ver hacía atrás para entender cómo llegamos hasta aquí.

Aron Lindblom
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Antes era inmigrante sueco en Guatemala.


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