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Fíjate bien con quién dialogas

El diálogo es urgente. Pero además, es necesario dejar claro que no se establecen acuerdos con cualquiera.

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Esta es una opinión

Foto: Entremundos

Dicen por allí que estamos polarizados, que debemos dialogar para salir de la crisis. Dicen que solo el diálogo nos devolverá del borde del abismo. Pero la cosa no es tan sencilla, aunque tampoco muy complicada. Porque sí, hay que dialogar, pero no con cualquiera. Porque no se negocia con secuestradores.

Sí, debemos negociar con otros ciudadanos, con los que compartimos el deseo por una patria en paz, próspera; con los que pensamos que un gobierno debe unir, no ser un hazmerreír internacional.

Sí, debemos encontrar el terreno medio democrático con quienes no comparten nuestra religión pero igual quieren practicar la suya con libertad, como nosotros la nuestra. Con quienes saben que creer o no creer es personal pero igual nos enriquece a todos.

Sí, debemos dialogar con quien quiere salud y educación para todos, aunque disienta de nosotros acerca de si las debe dar el Estado o el mercado. Sí, debemos dialogar con quien está dispuesto a ver la evidencia para encontrar la mejor forma de controlar el crimen, reducir la violencia y asegurar que menos jóvenes terminen en las maras y mueran prematuramente. Así unos lo hagamos por temor y otros por convicción.

Sí, hoy debemos dialogar indígenas con mestizos, campesinos con oficinistas, ricos con pobres, porque queremos la misma justicia para todos. Porque somos de la misma gente, de la misma tierra. Porque remamos juntos en un único barco. Un barco que hoy hace aguas y que mal gobierna una horda pirata.

Pero no se dialoga con secuestradores. No se dialoga con quien asalta las instituciones públicas aduciendo que basta ser electo para justificar cualquier desmán. Ya hace más de 800 años que los barones le dijeron a Juan Sin Tierra, el de la Espada Blanda, que así no es la cosa, que su palabra no era la ley. Y hoy aquí tenemos un Espada Blanda que necesita entender que tampoco tiene tierra, porque no somos su propiedad.

No se dialoga con arrogantes, que escupen al cielo y luego piensan que el gargajo nunca les manchará su cara torva. Hasta donde sabemos, tanto siguen vigentes el derecho internacional como la gravedad, pero estos malintencionados fingen no darse por enterados. Son ellos los que no oyen, los que resisten cualquier diálogo porque no lo quieren.

A esos se les dice que poco pasarán de su conferencia de prensa. Con tales asaltantes de ciudadanía, renegados del sistema mundial, a esos se les excluye de la poltrona presidencial, de la cancillería mancillada y de las decisiones nacionales. De la seguridad que han dilapidado y del Ejército que han deshonrado. Aunque magistrados y fiscales se restrieguen las manos y rasquen la cabeza intentando encontrar tres pies al gato callejero que obviamente tiene cuatro y mal puestas. Porque la justicia necesita ser clara o no es justicia. Aunque igual haya ciudadanos que entienden, así queden desamparados en el «yo no fui, fue teté».

Y dialogamos para forzar a los secuestradores del Estado a que respeten la ley, para demandar justicia clara. Dialogamos con otros como nosotros: pacíficos, indignados, hartos. Con médicos mal pagados y líderes perseguidos. Con liberales progresistas y demócratas globalizadores. Con universitarios entusiastas y empresarios afligidos. Como en la protesta del 20 de septiembre. Para conocernos, para dialogar. Así que marchemos, protestemos, reconozcámonos. Sobre todo, dialoguemos.

Félix Alvarado
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Félix Alvarado. Médico, consultor (sí, uno de esos). Apasionado por la educación. Creyente en la colaboración, a pesar de todo. Luego algo más. Ya veremos qué.


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