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Gustavo Alejos y el callejón sin salida de la justicia

Gustavo Alejos es como uno de esos capos de las películas que capturan una y otra vez. Cuando ve acercarse a los policías siempre se asusta pero se le pasa pronto, pues al llegar a los tribunales hay gente que lo conoce y al cabo de unos meses encontrará la forma para salir de prisión y volverse a insertar en un sanatorio desde el cual podrá mantenerse operando.

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Esta es una opinión

Gustavo Alejos, detenido en la carceleta de la Torre de Tribunales.

Alejos es un nodo que conecta a mafias de varios niveles. Desde el sector privado, beneficiado por contratos públicos, hasta controlar bancadas completas de diputados para hacer componendas con el fin de elegir a “sus” cortes. Después de los cientos de casos de 2015 a la fecha, llegamos a esta elección de cortes, fundamental para los intereses de Gustavo Alejos y de todos los que están ligados a él.

Porque la impunidad que ofrece Alejos es algo así como “chiviricuarta por mí y por todos” que, ante la expulsión de la CICIG, se hace más fácil que los casos se debiliten y que la cooptación de la justicia tenga un nuevo auge —aún más decidido— con las nuevas cortes que serán nombradas por el actual Congreso.

[Leé: Cómo el reo Gustavo Alejos organizó reuniones para influir en la elección de las cortes, por Jody García]

La alianza de las comisiones de postulación con los diputados está aceitada por ciertos operadores que tienen que ver con universidades, el Colegio de Abogados, diputados, financistas, abogados privados y uno de ellos es Gustavo Alejos, que al parecer es el centro o uno de los más relevantes para este proceso. Por su influencia en las elecciones —judiciales y generales— Alejos, junto a Luis Mendizábal y Ángel González fue designado como candidato para que se le aplicara la Ley Magnitsky, que implica la extinción de bienes en los Estados Unidos.

La visión de Alejos lo llevó a apoyar a su amiga de antaño, Sandra Torres, para conseguir los medios suficientes con los que dividirían a la UNE y así apoyar a la actual Junta Directiva del Congreso. Ese fue un acuerdo entre el partido de Alejandro Giammattei y Felipe Alejos —pupilo de Gustavo—, quien sigue mandando en el Legislativo.

Este mismo acuerdo se afianzó al aprobar la ley contra las ONG, no solo para dar una muestra de fuerza, sino que para desarticular a las organizaciones sociales incómodas, que han denunciado la corrupción y las violaciones a derechos humanos que han acostumbrado a cometer muchos de los actores políticos y económicos. Para esta votación se contó con los votos de VIVA -sector privado- y Humanistas -Edmond Mulet, quien demasiado tarde intentó desmarcarse- cuyo jefe de Bancada Lecsan Mérida insiste en apoyar la agenda regresiva. Veremos si estas dos bancadas siguen dando sus votos para el impulso de impunidad de los Alejos.

Parecería que al sector el privado organizado, el Cacif, este caso no le importó mucho —recordemos que boicotearon el intento de reformas constitucionales en 2016— pues solo llamó, cínicamente, a apresurar la elección de magistrados. No extraña que a ellos les interese urgentemente aumentar su influencia en la justicia pues muchos de sus agremiados, abogados, cercanos, amigos, familiares también tienen acusaciones por dilucidarse en los tribunales y los diputados son quienes tienen la última llave.

Ahora este grupo compacto de diputados quiere elegir cortes. Para ello requiere de 81 votos y Felipe se ufana de tener más de noventa, con la amistad recuperada de Sandra Torres, quien se peleó con los otros líderes de su partido y se llevó con ella a 25 diputados. Los listados ya los tienen tanto los comisionados como los diputados. La ruleta gira expectante, aunque hay poco que esperar pues ellos son en realidad los dueños del casino.

El caso de la FECI evidencia el tablero. Hace cinco años sucedió lo mismo. Claudia Escobar denunció las transas cuando Gudy Rivera, entonces diputado del Partido Patriota (PP), le ofreció una magistratura a cambio de un amparo en favor de Roxana Baldetti. Se intentó repetir el proceso pero la Corte de Constitucionalidad de entonces, con Roberto Molina —luego candidato a la vicepresidencia con Zury Ríos— a la cabeza, legitimó un proceso anómalo. Así se eligieron a las actuales cortes sellándose en una noche la alianza del PP y Líder.

[Leé: Cuando la esperanza de un país se reduce a una persona, una opinión de Fernando Barillas]

Otra vez vuelven los corruptos a dominar el juego. Otra vez las comisiones de postulación como un mercado. Otra vez los cochitos dando vueltas en las brasas en las elecciones del colegio de abogados. Otra vez Gustavo Alejos. Otra vez Felipe Alejos. Otra vez los diputados preparándose para votar en listas por magistrados grises que les terminan sirviendo. Otra vez dejando fuera a los jueces honestos.

En lugar de la agenda regresiva que respalda Giammattei y Felipe Alejos, debería posicionarse de nuevo la necesidad de reformar la justicia. El problema es que a los diputados no les conviene pues la mayoría tiene una colita que les preocupa. Por lo que si no hay un movimiento de la población en contra de estas corruptelas, una oleada que empuje cambios, que exija que los mencionados en los casos por ningún motivo puedan ser magistrados, no se va a lograr mucho.

Este ejemplo que nos dibuja la FECI es apenas una de las formas en que funciona el país pero así se encuentra todo, lleno de gusanos. Por eso la miseria y la violencia asfixiante. Por eso la imposibilidad de vivir con tranquilidad. Esto no se da de manera casual, hay una élite económica y política que dirige y apaña todo este desastre.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Henry /

    21/02/2020 7:05 AM

    Sus actos matan mucha gente de forma indirecta.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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