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“Hablo por mi disidencia” o las trampas de la representación

Tenta muerte, comienza el juego. Corren las locas, sin saber de qué. Quizás algo o alguien las toque y tengan la misma mala suerte de las otras locas, de casi todas, de llevar la tenta muerte y quedar quietas para siempre.

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Esta es una opinión

Un manifestante ondea una bandera de la diversidad en una de las calles del Congreso de la República. Organizaciones LGBTIQ han manifestado rechazo a la iniciativa 5272.

Fotos: Carlos Sebastián

A otras les tocó correr de los machitos envalentonados por el guaro en un restaurante, soltar unos cuantos golpes, y gritar sin que nadie hiciera nada. Otras, siento decirlo, salen de barrios y asentamientos saltando sobre cadáveres. Una, la más joven y quizás la más triste, corre esquivando los chiflidos –que son dardos emponzoñados. Corre esperanzada de alcanzar su próximo bus, recorrer su larga ruta suburbana, y poder encontrar en su destino una mirada conocida que la abrigue; una, siquiera, una que no la vea anormal.  

Quizás la mejor cualidad de los maricones es que nos notamos en cualquier lugar, también parece ser nuestra maldición, pero una asumida lejos del martirologio; una bofetada juguetona e indiscreta al sistema que nos quiere muertos. Un escándalo que siquiera nos sirva para decir que aquí nada está bien, excepto la ternura y la rabia común que compartimos. 

Me cuesta pensar en esos feudos gigantes de la oligarquía criolla donde hay tanta gente cortando café y caña. Pero no me cuesta imaginar que en los rostros adolescentes de los explotados surgen la ternura y el deseo entre iguales. Pienso en los amores, erotismos y complicidades asediadas hasta la muerte y el olvido por el terror militar en las montañas de El Quiché. Pienso en las loquitas coquetas que atraviesan la Terminal de esta ciudad gris y podrida. Pienso en su labor cotidiana, en su cansancio ácido de atlas, llevando a cuestas el pintoresco y tremendísimo mercado citadino.

Recuerdo las muchas veces que planificamos “la revolución” con amores y amantes, pienso en los muchos amores y en los muchos deseos que se entregan así, rebeldes, provocadores. Pienso en las luchas y movimientos sociales infestados de huequitos alegres y gritones que ante más grito y más pompa, más revolución. Ojalá que el espíritu revolucionario y rebelde también los guarde.

Yo ya no hablo por mi diferencia. ¡Vaya que son diferentes las diferencias! No todas son ventanas en las que quepa, ni a las que desee asomarme. Yo hablo por mi disidencia, porque disiento de un orden sexual que norma, niega y prohíbe nuestros deseos, vivencias y cuerpos. Pero la disidencia sexual no es la única y acaso no la mayor. 

Disiento de un sistema en el que el capital arrasa con la vida en todas sus formas, disiento del orden social que privilegia al poder androcéntrico, blanco y burgués. Yo no me creo el lugarcito común de que nuestro enemigo es solamente la homofobia. Yo no quiero creerme las visiones blancas y aburguesadas de mundos arcoíris que replican la desigualdad económica, las dinámicas del capital, el racismo, el clasismo y la misoginia, como fórmulas válidas para la convivencia. 

Yo no interpelo al poder ni a ninguna izquierda rancia, ni progre, ni moderada. De la derecha, ni hablar. Yo interpelo a las y los disidentes del orden sexual establecido, porque nuestro camino deberá ser contra la desigualdad. Para luchar contra las desigualdades todas, o nada; la radicalidad. Nuestro camino será no caer en las trampas de la representación que nos posicionan como diferentes pero aislados de las otras marginalidades. Como pequeñas anomalías a un sistema que no contraatacamos, y con el que coqueteamos a momentos, para buscar espacios en su centralidad hegemónica, sin atrevernos a aceptar que es el sistema en su totalidad el error. 

La trampa mayor es convertirnos en la anomalía permitida, «disidentes» de un sistema del que no disentimos.Estamos cansados de esquivar la tenta muerte que jugamos todos los días. Ese ocio fascista que macabro y existencial nos persigue y nos mata ante el clamor popular con todo descaro. Ese juego donde cae más fácil  quien menos se parezca al patrón, donde pierde primero quien menos se ajusta al molde de las buenas costumbres, la loca al final de la pirámide social. Las locas, las marginales y los anormales seguimos en las calles, en los arrabales de siempre; porque nadie nos arrebata la calle, ni la furia, ni la ternura. Respiren, locas, porque al terminar de leer, o quizás antes, empieza la tenta muerte. ¡A correr otra vez! 


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Juan José Vásquez Escobar /

    11/09/2019 11:28 AM

    Un escrito que evidencia el sufrimiento de las personas LGBTIQ, sin duda.
    Sin embargo me llama la atención todo el discurso marxista/comunista del mismo. Y me llama la atención porque esta ideología es la que mayor marginación y discriminación a ejercido contra las personas LGBTIQ, desde la criminalización de la homosexualidad hasta campos de concentración para estas personas.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    Julio /

    10/09/2019 1:54 PM

    En este país hay mucho por lo cual disentir. Columna con un mensaje claro para reflexionar. Un saludo NP

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

      Jairo M. /

      10/09/2019 11:55 PM

      Es de apreciar esta retórica, de palpar que ocurre frente a tus ojos, ahora, en estos momentos. Está lectura me ayudó a reflexionar sobre la marginalidad de la sexualidad en áreas rurales, y la no visibilidad (por no querer recurrir a la cruel invisibilidad) de nuestras autoridades por aumentar, y no reducir, la brecha de la indiferencia.

      ¡Ay no!

      1

      ¡Nítido!

    Mario Paredes /

    10/09/2019 6:00 AM

    El movimiento LGBTIQ se automargina el mismo como igual lo hace el feminismo. Sera que es imprescindible y mas que eso normal desfilar semidesnudos en sus actos del orgullo gay? Por cierto hay muchas feministas que son a la vez gays. De repente un estudio antropologico nos responda por que.
    En el 2015 todos fuimos a la plaza y nos juntamos ladinos, indigenas, clase media y pobres. Por que habia integrantes del movimiento LGBTIQ con sus banderas cual si no fueran igual al resto?Nadie te preguntaba tu preferencia sexual en el lugar. Todos teniamos una causa que nos unia por que ustedes se autoseparaban?

    ¡Ay no!

    7

    ¡Nítido!



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