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Historia de un viejo amor

Se trata de un amor épico, inspirado en la vena popular y absolutamente correspondido desde las aulas; es una cuestión de recintos pedagógicos que abrieron sus puertas para escribir historia desde las calles. Este artículo habla de los hitos que han consolidado este centenario romance. Intenta explicar por qué este amor no es perjuro, y además ha aguantado vendavales, palizas, desapariciones, y aun así resiste y durará por los siglos de los siglos: es el amor entre este pueblo heroico y sus estudiantes, las muchachas y los muchachos de la AEU.

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Esta es una opinión

La AEU recobró su brillo en la manifestación del Paro Nacional contra el Pacto de Corruptos en 2017.

Un amor así, surgido a primera vista o quizá mejor decir: a primera jornada, a primera lucha, codo a codo enfrentando una vieja dictadura oligárquica, ¿el déspota de turno? Manuel Estrada Cabrera. Allí puede uno encontrar aquella primera mirada. El flechazo amatorio.

Han pasado cien años de esperanza acumulada. De síntesis libertaria, derechos civiles, arte e intelecto. La constancia de aquellos amores no está grabada en la cintura de una ceiba. No. Está en los andamios de la historia. No en la historia oficial, allí será ilegible. Está en la historia de la lucha popular, en la raigambre de los afanes de liberación. En los centenarios anales sindicales y populares. Allí se certifica el nacimiento de la AEU acompasado de los fragores de la lucha.

Es el año 1920. Entonces crujían los cimientos oligárquicos cimbrados por trabajadores y estudiantes. Es en aquel crisol, en donde de la mano de los emblemáticos muchachos de la generación del veinte surge la AEU. Nace abanderada de las causas democráticas. El siguiente dictador, José María Orellana, buscando desembarazarse de la actividad estudiantil, cuya agenda no se circunscribía en estricto a sus propios intereses –era una agenda nacional– en contra de la dictadura de turno, ordenó el cierre de la universidad. Estas jornadas otorgaron carta política a la AEU y reconocimiento de lucha por los intereses nacionales.

Así la historia estudiantil y obrera corre en paralelo, van de la mano, son cómplices, buscan derribar otra dictadura, esta vez la de Ubico. Jorge Ubico, el sátrapa en turno, quien persigue a la organización obrera, la actividad intelectual y la acción política. Orejea, persigue, reprime. De nuevo: trabajadores, estudiantes y sectores medios se organizan bajo difíciles condiciones, paciente e inteligentemente, lanzan la revuelta que derroca al dictador. Su caída lleva la firma popular y estudiantil y luego, importantes cuadros políticos al servicio de la Revolución de Octubre, en 1944 provienen del Movimiento Estudiantil, son los profesionales del nuevo régimen, parte del estamento que promueve moderna legislación, facilita organización social y arropan de inmediato la propuesta de una reforma agraria. Eran los buenos tiempos. El amor pervive.

Luego de la artera traición militar a los postulados de la Revolución llegan los tiempos difíciles: exilio y vida clandestina. La alianza popular se mantiene, golpeada, agazapada. La posterior década llega cargada de importantes sucesos: revuelta del 13 de noviembre de 1960, la guerrilla de Concúa. Y a cargo del Estado otro régimen despótico y corrupto: Miguel Idígoras Fuentes. Otro general. Los estudiantes de nuevo a las calles; son las jornadas de marzo y abril de 1962. Se trata de una ofensiva que demanda democracia y libertades políticas y ciudadanas. El movimiento estudiantil está a la cabeza –universitarios y la educación media–. Los muchachos y las muchachas enfrentan a la policía y ejército. El país se paraliza. Se demanda la caída de la tragicómica dictadura de Idígoras Fuentes, las aspiraciones de insurrección popular corren por las venas estudiantiles y de los trabajadores. La respuesta del Estado fue la de siempre, muerte, cárcel, exilio y tortura. Se consolida la relación de AEU con sectores del pueblo.

El pueblo admira el valor estudiantil, las jocosidades huelgueras, y asimila la profundidad de sus serios mensajes políticos. En aquellos años, la lucha política popular, se entremezcla con los postulados y las acciones de la lucha armada. La alianza estudiantes sectores populares, asume nuevos postulados: defensa de la vida, vigencia de los derechos humanos, condena a la desaparición forzada y el crimen político. La AEU está al centro de la lucha en contra de la represión y búsqueda de los desaparecidos, siempre hermanados con las organizaciones del pueblo; la dirigencia estudiantil y popular es señalada por la milicia de ser dirección y base social de la lucha armada. La AEU se mantiene incólume por la democracia. Algunos cuadros van a las armas y el pueblo saluda el arrojo de su juventud.

Aún en la mira de la metralla militar, los amores se retroalimentan. La AEU hace parte de las estructuras populares, entre ellos el Comité de Unidad Sindical y el Comité de Emergencia de Trabajadores del Estado, que son organizaciones de pobladores. Son los años setenta, los militares ejercen un poder absoluto con mascarada democrática. El auge del movimiento revolucionario parece imbatible. La AEU está en el centro de los acontecimientos, aliada a los trabajadores y de nuevos actores en lucha: el movimiento campesino y amplios sectores de los pueblos indígenas. Denuncia la masacre de Panzos contra el pueblo q éqchi´ y se integra en la comisión de investigación de aquellos hechos, que denuncia a los militares como autores de un crimen de lesa humanidad.

En aquellos heroicos y trágicos tiempos sigue la tierna mirada y confianza suprema de las organizaciones del pueblo en los estudiantes. Sus estudiantes. Y crece. En las jornadas en contra del alza al precio de pasaje urbano, en 1978, la AEU está en las calles y la acción política. Al lado de los pobladores urbanos. Perviven aquellos torrentes de solidaridad mutua entre los sectores organizados de la sociedad, amplios sectores del pueblo y estudiantes, y se hacen palpables en el entierro del Secretario General de la AEU, el querido Oliverio. Miles de personas, gente del pueblo, los militantes. Todos le acompañan en un postrer adiós. Se escuchan llantos por su asesinato, expresión de rabia. Condena. Habían asesinado a un icono de la lucha popular expresada por los estudiantes y el pueblo.

Aún en las difíciles condiciones de los años ochenta, son los estudiantes quienes mantienen las jornadas por la democracia en el país. La respuesta del Estado es conocida: el ejército invade el campus universitario, una vergüenza social e histórica, reprime y desaparece dirigentes estudiantiles. Es una prolongación de años trágicos. Sin embargo, el viejo amor pervive. Son tiempos de dolor y reorganización, nunca de renuncia ni traición. La AEU acompañó el proceso de la construcción de los Acuerdos de Paz, luchó con los pueblos indígenas y campesinos por el retorno de los refugiados guatemaltecos en México aún en contra de la voluntad militar, que quería dejarles en el exilio definitivo. Es una AEU en lucha, reconstituida, digna, rebelde, organizada y con voz propia. Aún en condiciones aciagas los muchachos y las muchachas están presentes.

Década de la pus. Tiempos oscuros. Año dos mil. En un descuido, furtivamente acceden y copan la dirigencia de AEU una serie de rapaces personajes, que bajo mandato de poderes oscuros, llevan la corrupción a la dirección estudiantil; esconden los estandartes de la lucha popular y se dedican al saqueo y pillaje de los bienes estudiantiles. Así, cómodamente transan y se alían a perversas fuerzas de poder. Traicionan la historia misma de la AEU. Medran con su nombre y abolengo. Ese período es quizá el único en que se da una separación y se esfuman los amores. Fue un golpe traidor al amor del pueblo.

2015. Una vigorosa juventud universitaria se toma las calles de la ciudad en alianza con sectores urbanos, trabajadores, campesinos, pueblos indígenas y organizaciones sociales. Se toman las plazas de la ciudad y botan a otro general. Es Otto Pérez Molina, quien desde la presidencia de la república ha organizado y dirigido actos de corrupción, apropiándose de los dineros del pueblo. La organización estudiantil de la San Carlos, cobra de nuevo beligerancia y restituye su relación con otros sectores ciudadanos. Esto anuncia vientos de cambio, en la AEU, los estudiantes están logrando la recuperación de su institución madre.

Esto ocurre en 2017. De nuevo fuerzas democráticas con ideas nobles y frescas, son electas para dirigir la AEU. Un hecho histórico en todo sentido. Se expulsa a los mercaderes de la AEU y por primera vez, en la casi centenaria institución su dirección estará a cargo de una Secretaria General. Lenina Garcia una dirigente de las nuevas juventudes, ocupa el cargo. Se presagian tiempos de transformación. Vuelve el viejo amor, en mismo 2017 la AEU está en la calle movilizada de nuevo en alianza con trabajadores, campesinos, juventud universitaria, sectores medios, organizaciones sociales. Son tiempos de esperanza.

¿Que ha sostenido vivo y con llama abundante, aquel viejo amor, ahora centenario? La lealtad militante de los estudiantes. Su lucha inclaúdicable, arrojo y compromiso. Su amor sin dobleces por el pueblo de Guatemala. Por la construcción de una sociedad justa y democrática, sin desigualdad, racismo y discriminación. Una sociedad dirigida por los pueblos, trabajadores, mujeres, estudiantes, obreros, poetas, agentes sociales, políticos decentes. Y finalmente, por qué son la esperanza del pueblo que siempre ha confiado en sus estudiantes, en la querida AEU.

Helmer Velásquez
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Es Abogado y Notario de Profesión. Promotor social de vocación. Con un largo recorrido en trabajos del desarrollo y la defensa de los derechos humanos y la construcción democrática de Guatemala.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Tono CAMPOS /

    02/06/2020 9:11 AM

    Noticias verdadera aunque duelan y molesten?

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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