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Jimmy es un líder a la inversa: 30 años de retroceso, su legado

La incapacidad del Presidente nos lleva al borde del precipicio y sin frenos. Nos jugamos tres décadas de ruta ganada hacia el desarrollo político y social.

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Esta es una opinión

Foto: AFP

Con la ligereza que le permite su incompetencia, el gobierno de Jimmy Morales está echando por tierra tres décadas de desarrollo político y social, y condena a nuestra sociedad a retomar el ciclo maldito de la inestabilidad política y la violencia.

Abrumado por los efectos de su propia venalidad e incapacidad, Morales ha decidido recurrir al fantasma de la fuerza para apoyar decisiones desprovistas de legitimidad como no se había hecho en Guatemala desde el malhadado auto-golpe de Serrano Elías. Aunque hasta este momento la fotografía que se ha tomado rodeado de militares en el Salón de las Banderas del Palacio Nacional se ha quedado en una pantomima intimidatoria, conjura en una imagen los peores rasgos de nuestro pasado político y nos recuerda que los países no cambian de la noche a la mañana.   

Los procesos históricos de formación estatal se miden en décadas y siglos, pero se juegan en las decisiones que las sociedades van tomando en torno a cuestiones críticas de su desarrollo político, de manera acumulativa, sucesivamente, día a día. Cuando las decisiones son constructivas, las sociedades van estableciendo ‘círculos virtuosos’ que les permiten ir avanzando gradual y progresivamente en la consolidación de la paz y el desarrollo. Cuando las decisiones son perversas, se constituyen ‘círculos viciosos’ que anclan a las sociedades en ciclos de inestabilidad, depredación y violencia.

En las últimas tres décadas, Guatemala parecía haber comenzado a romper el círculo vicioso que ha hecho de nuestra historia muestrario de violencias e iniquidades. La firma de los Acuerdos de Paz en 1996, independientemente de la opinión que se tenga sobre ellos o el proceso que les dieron lugar, parecieron instaurar una nueva etapa dentro del proceso de formación estatal guatemalteco: el fin de la violencia y la coerción como recurso primario para la gobernabilidad.

Dos hechos recientes habían permitido especular la posibilidad de que el ‘círculo vicioso’ de la violencia política en nuestra historia estaba comenzado a romperse. El primero fue la ausencia de expresiones de violencia durante las protestas contra la corrupción que llevaron a la renuncia y enjuiciamiento de Oto Pérez Molina y muchos de su entorno político, un hecho cuya responsabilidad recayó tanto sobre una ciudadanía que conscientemente enfatizó su carácter pacífico, como sobre un gobernante que, aún asediado y acorralado, no utilizó el recurso de la violencia represiva del que tantas veces se había echado mano en el pasado. El segundo es que los eventos que culminaron con la caída del gobierno del Partido Patriota ha sido la primera crisis profunda de la historia política del país en la que, desde su creación en 1871, el Ejército de Guatemala no fue actor protagónico ni de reparto.

Sabemos que la democracia que hemos venido construyendo desde finales del siglo XX deja mucho que desear: secuestrada por una clase política que la explota en beneficio personal y la trafica al mejor postor, ha sido incapaz de enfrentar los enormes déficits económicos y sociales que heredamos de cinco siglos de ejercicio casi ininterrumpido del poder autoritario, ni controlar una violencia social que nos coloca como una de las sociedades más violentas del mundo.  Pero de la sociología histórica hemos aprendido que uno de los primeros pasos en la ruta para el establecimiento de sociedades justas y prósperas es la pacificación de las relaciones sociales y políticas. Por precaria, imperfecta e insatisfactoria que sea, esta atribulada democracia nos ha permitido eliminar la violencia como ‘prima ratio potestatis’ -principio organizador- de la acción pública, y ha permitido los espacios por los que una tímida e incipiente ciudadanía comienza a demandar la transformación del país, en una lucha contra la corrupción que ha terminado por evidenciar la hipocresía gubernamental y que ha sido la razón por la que se ha recurrido a la intimidación por la fuerza.

El recurso a la fuerza militar como factor de intimidación y pseudo-legitimación política del que ha echado mano el gobierno en los últimos días es gravísima no sólo en términos de su efecto tóxico sobre el escenario político actual, sino en la medida en que amenaza romper con lo que pareciera ser la incipiente ruta de escape a la lógica de la violencia política que, aunque tímidamente, habíamos comenzado a transitar en las últimas décadas.

La kakistocracia  -el gobierno de los peores, los menos capacitados y más inescrupulosos- está tirando el futuro del país por la ventana. Salvo, por supuesto, que como ciudadanía logremos hacer algo para impedirlo. 

Bernardo Arévalo
/

Estudió sociología, y don Max marcó la forma como ve el mundo. Alguna vez fue diplomático, y le quedaron algunas mañas. Tal vez por eso sigue trabajando en temas que conjugan ambas perspectivas, como consolidación de la paz y transformación de conflictos. Algo nómada, ha vivido fuera del país por temporadas largas pero al final, siempre regresa. Secretario General Adjunto II de Movimiento Semilla, a partir de 2019.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Moisés Ávila /

    10/09/2018 2:23 PM

    Me parece que, el gobierno del jimmy es una payasada de mal gusto así como su programa de televisión. Sí es un retroceso, las fuerzas oscuras están luchando para no morir. El jimmy va quedar embarrado totalmente de las cochinadas que él hace y los otros le dicen hacer.
    Para mientras todos nosotros bien piscinas.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Fernando Girón Soto /

    08/09/2018 6:39 PM

    Councido con vos Bernardo. Los ciudadanos tenemos el deber de detener a este incapaz y su entorno repulsivo de corruptos y mediocres para reconstruir desde las ruinas que dejen. Que caro costó el despropósito de elegir tamaño mequetrefe.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Hector Carrillo /

    07/09/2018 8:15 PM

    100 pts

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    frank lopez hurtarte /

    07/09/2018 1:12 PM

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    ACERTADO ANÁLISIS, PERO...

    De la mejor genética política que ha tenido Guatemala, Arévalo muestra un espectro de grises muy interesantes para el análisis, que parece infantil cuando sentencia que la democracia está: "secuestrada por una clase política que la explota en beneficio personal y la trafica al mejor postor".

    El sistema político de fachada en Guatemala es la democracia, cierto, tras la que se esconde un Régimen Dictatorial Oligarca (RDO) que, eso sí, tiene secuestrado al Estado de Guatemala —Clase Política y Ejército son solo operadores de ése sistema caduco, evasor y corrupto—.

    La corrupción de políticos y militares es un problema mayúsculo en el país, pero no es el problema fundamental. Haciendo uso del materialismo histórico, Martínez Peláez, como nunca lo hizo nadie, ni antes ni después de él, demuestra con base científica las principales motivaciones del cuasi estado fallido de Guatemala desde la colonia hasta la fecha de publicación de La Patria del Criollo: 1970; que en nada han cambiado hasta hoy.

    Si no damos Golpe de Estado a ése régimen dictatorial impuesto —a sangre y plomo— por las mafias de la élite económica, cualquier esfuerzo, llámese CICIG, refundación del Estado o reforma constitucional, quedará abortado para lograr un país medianamente civilizado.

    De ahí que eliminar el Ejército —brazo armado del CACIF— es una cuestión de dignidad nacional. Reforma a la Ley de Servicio Civil. Reforma a Ley Electoral y PP. Cambiar el origen de financiamiento de la deuda interna. Y centrarnos en educación, salud e infraestructura, son temas impostergables.

    Aunque es muy comprensible que un diplomático hable con eufemismos.
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    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

      Bernardo Arévalo /

      07/09/2018 6:35 PM

      No creo que estamos en desacuerdo sobre el problema estructural de fondo: lo es la captura oligárquica del estado. Es una conclusión a la que incluso liberales como Acemoglu y Ribinson han llegado, sin recurrir al materialismo histórico. Pero si creo que hay un matiz importante en lo referente al tema de la corrupción: en efecto, aunque no es el problema principal ni fundamental del estado, en el contexto de democracias precarias como las nuestras, la corrupción es el mecanismo de captura del estado al que se recurre, cuando ya los recursos de fuerza no están disponibles. La lucha contra la corrrupción es estratégica no porque sea un fin en si mismo, sino porque es la nueva estrategia de la que se echa mano para mantener la dominación y prevenir la democratización del poder. Perder de vista este hecho es peligroso, ya que pierde de vista que la ruta de la reforma puede ser tan importante -y mas sostenible a largo plazo, como se puede ver alrededor del mundo- que otras que persiguen cambios inmediatos para los que sencillamente no existe correlación de fuerzas.

      ¡Ay no!

      1

      ¡Nítido!

    Curlyquetzal /

    07/09/2018 9:14 AM

    Bueno pues, a indiferencia y/o petición de muchos ignorantes, QUE VIVA LA INÚTIL NARCOMILICIA Y LA CLEPTOPARRANDA! Vamos sin frenos, y con todo!

    ¡Ay no!

    3

    ¡Nítido!

    Luis Lewis /

    06/09/2018 9:16 PM

    "Cuando las decisiones son constructivas, las sociedades van estableciendo ‘círculos virtuosos’ que les permiten ir avanzando gradual y progresivamente en la consolidación de la paz y el desarrollo. Cuando las decisiones son perversas, se constituyen ‘círculos viciosos’ que anclan a las sociedades en ciclos de inestabilidad, depredación y violencia."

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    En tu ultimo blog, de hace unas semanas, comente:

    "El mero asunto es que los homo sapiens aun estamos en proceso de evolucion.

    Aun operamos con el cerebro primitivo que nos hace percibir/responder en el entorno en blanco y negro (vivir o morir; o sea la existencia misma es un asunto e sobrevivencia).

    Por otro lado, por un accidente de la naturaleza empezamos a desarrollar una corteza que nos permitio una infinidad de abstraccion y, consecuentemente, tecnologias que nos han permitido estar donde estamos hoy.

    Todas la prohibiciones han sido necesarias por percibir en entorno en blanco y negro muchas veces mientras la intencionalidad, etc., ya son funciones de la corteza.

    Ambos cerebros aun no conviven en armonia y, ESO, es lo que hace que aun no podamos regresar al jardin del eden - donde todo es amor, harmonia y paz."

    ~~~~~~~

    Eso de los dos cerebros que los homo sapiens poseemos (cerebro primitivo y, sobre este, la corteza) es tambien la razón de esos dos ‘circulos’ que mencionas.

    La diferencia entre uno y el otro es el nivel de TRAUMA psicológico que cada individuo lleva encima. Entre mas traumados los individuos en una sociedad, esa sociedad va a recaer en el remolino del circulo vicioso perverso. Sanar ese trauma --no tenerlo/heredarlo, seria lo ideal—es difícil pero no imposible. Cuando el trauma es sanado, ese circulo vicioso se rompe y puede empezar el circulo virtuoso a tomar forma y a (re)formar una sociedad y hacerla mejor.

    De no ser asi, el trauma es el “gift that keeps on giving” (el ‘don’ que nunca se acaba) y se transmite de generación en generación.

    Ese es el problema que tenemos en Guatemala. Y es un problema que, como minimo, el sique guatemalteco viene arrastrando desde los tiempos de la conquista. (Para los cachurecos, desde los tiempos de la caida...)

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

      Bernardo Arévalo /

      07/09/2018 6:42 PM

      Gracias, Luis, y de acuerdo. Solo agregaría que la superación de ese trauma debe darse en el marco de la interacción individuo y sociedad, La eliminación de las condiciones sociales que dieron lugar al trauma individual facilita la superación del trauma (si las condiciones continúan nuevos traumas ocurren...) y la superación individual del trauma facilita el desarrollo de sociedades sanas.

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!

      frank lopez hurtarte /

      07/09/2018 2:32 PM

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      Cierto...

      ... no existe acto humano en el mundo que no sea en favor de la Supervivencia.
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      ¡Ay no!

      ¡Nítido!



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