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La bibliofilia y su espejismo

Olvidé el nombre de la maestra pero sí recuerdo bien lo que hizo. En tercero primaria armó una competencia de lectura que ganaba quien fuera capaz de leer más palabras por minuto. Hacer las pausas que mandan las comas y los puntos te aseguraba la derrota. La cosa era leer como si fueras Big Boy cantando Mis Ojos Lloran Por Ti.

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Esta es una opinión

El amor de Hitler por Shakespeare no evitó la barbarie.

Obvio, perdí. El camino educativo estuvo lleno de lecturas aburridas y exámenes que priorizaron la capacidad de memorizar antes que el sentido crítico; la interpretación literal antes que el acto reflexivo. Lo que si abundaron fueron las frases piolinescas.

Ya saben. Todo eso de que leer nos hace mejores personas o nos abre muchas puertas. De que el libro es un objeto tan sagrado que ay de aquel que doble una esquina u ose rayarlo. Nos vendieron la imagen del lector como un hombre sabio, aquel que entre más leía más poderes acumulaba. Por ende su biblioteca era un reflejo de sus cientos de batallas ganadas contra la ignorancia.

En su versión más light y cosificadora apareció el “leer es sexy” que no era otra cosa que la exaltación del libro como accesorio de moda. Puro postureo intelectual de ese que ante la imposibilidad de cargar la biblioteca a cuestas procura memorizar la mayor cantidad de nombres, autores y conceptos posibles para cuando la charla lo amerite. 

 

Gracias a los memes también podemos presumir conceptos sin leer al autor.

Leer debería ser un acto común pero como muchas otras cosas más en este país, es un privilegio de pocos. De aquellos a los que les sobra tiempo y les quedan fuerzas al final de la jornada laboral y sobre todo, de quienes tienen el dinero para construirse una biblioteca. 

Por eso pareciera que los lectores son tan raros y es una lástima, en verdad, que algunos apelen a su bibliofilia para buscar cualquier lectura que con lenguaje científico justifique el peor de sus prejuicios. Sí, claro que se puede, todo libro puede ser retorcido hasta que diga lo que nosotros queremos leer.

Por eso el bibliófilo cegado por si mismo se ofende cuando se le cuestiona. ¿A mi, amante de los libros, me estás diciendo que no leí bien? ¿Me estás diciendo que este texto que está publicado y firmado puede no ser cierto? ¿Si allí están los datos cómo puede haber otra verdad que no sea la mía?

La capacidad crítica nos da la oportunidad de dialogar, de comprender que un texto puede tener múltiples interpretaciones y que por lo tanto es posible que nosotros estemos errados. En el lado contrario ya hemos visto las atrocidades que se pueden cometer con base, por ejemplo, en una lectura literal del Corán o la Biblia.

El libro no es una tabla de salvación. Si así fuera la lecturas de Shakespeare y Cervantes habrían evitado la barbarie de Hitler y la aparición del nazismo. Lo que importa es nuestra actitud frente a la lectura, nuestra capacidad comprender y reflexionar, aquello es lo que da vida al objeto. 

Sin ello nuestros libros no serán más que puro material de escenografía y tarde o temprano quedará en evidencia. Como las tesis plagiadas de Baldizón, como la famosa biblioteca de Pérez Molina, una hermosa librera de cedro llena de lomos de libros impresos sobre cajitas vacías de cartón.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Sindi Alvarez /

    19/02/2020 8:55 PM

    Articulo flojisimo, pense que hablaria sobre los prejuicios hacia cierto genero literario, hacia los que leen? en fin, pero hablando de que leer no significa mayor cosa, leer este articulo me dejo la sensacion de desperdiciar 2 mins de mi vida.
    Por cierto, no me sobra ni el dinero ni el tiempo para leer, he leido desde los 8 años, no teniamos para nada ni para juguetes, empece leyendo libros incompletos que tiraban o revendian....segui con usados hasta que pude comprar nuevos, y nuevamente, su articulo habla de prejuicios cuando esta plagado de ellos. Interesante y al menos en eso, conscecuente

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    Moisés Berducido /

    20/02/2020 10:39 AM

    Leer es solo una herramienta más en nuestra búsqueda de conocimiento y comprensión. No sabe la cantidad de libros que leeian gente como Hitler, Stalin, el Rey Leopoldo II de Bélgica o en general los colonizadores europeos en África o Asia y eso no impidió que fueran unos criminales infames y crueles. Hernán Cortez tenía el título de Bachiller, era estudiado y aún así era un individuo de una crueldad incalculable. Leer abre puertas, pero no nos hace mejores per se.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Hugonote /

    20/02/2020 9:22 AM

    "Su artículo es vacío y usted lo sabe."
    Y con esa frase usted don Luis prueba el argumento principal del artículo: leemos lo que queremos con tal de afirmar nuestros prejuicios.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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