La ciencia como ruta de escape del subdesarrollo

Guatemala se encuentra ubicada en los valores más bajos de Índice de Desarrollo Humano y también es uno de los países con menor inversión en ciencia y tecnología. La correlación no es casualidad, la ciencia y el desarrollo van de la mano.

A finales de julio de este año se celebró por décima vez el evento llamado Converciencia, el cual reúne a científicos guatemaltecos que trabajan en el extranjero con la comunidad científica local.

Converciencia es parte de los esfuerzos por promover e incentivar la ciencia en Guatemala, la cual ha tenido un apoyo casi nulo y por lo mismo ha jugado un papel igualmente nulo en el desarrollo y planificación a nivel nacional.

Nuestra situación a nivel mundial se hace evidente en la gráfica que publicó la Dirección General de Investigación de la Usac:

Estamos en fondo de las dos escalas, tanto en inversión científica como en desarrollo humano. En el extremo opuesto están países como Israel, Corea, Japón, Suecia y Alemania, naciones con alto desarrollo humano y alta inversión en ciencia y tecnología. La correlación no es casualidad. Estos países han hecho de la educación el motor que los mueve hacia el futuro; de la ciencia, la brújula que guía su camino y de la tecnología, una fuente de riqueza y trabajo para sus habitantes. En cierto momento de su historia, estos países tomaron la decisión de educar a su gente y han venido cosechando los frutos desde entonces.

Nuestra ruta a seguir es obvia. Si queremos salir de la miseria hay que hacer inversiones prontas en educación, ciencia y tecnología.

Según el estudio realizado por la UNESCO, Guatemala cuenta con el equivalente a 27 investigadores por millón de habitantes. Para que la actividad científica y tecnológica tenga un impacto económico visible necesitamos subir ese número a 1000 ó 1200 investigadores por millón de habitantes. ¿De dónde va a sacar Guatemala tanto científico? Es evidente: de sus habitantes.

La carencia de científicos investigadores obedece a muchos factores. Por ejemplo: hay profesionales que consideraron ser científicos, pero que vieron un panorama laboral muy incierto y estudiaron otra carrera. Están aquellos que nunca se enteraron que podían ser científicos. Están otros que terminaron odiando las matemáticas en el colegio y estudiaron carreras que “no llevaban mate”. Y evidentemente, están todos aquellos que no tienen la posibilidad de llegar a la educación superior por falta de oportunidades.

En medio de esta triste situación, Converciencia se ubica como una plataforma de encuentro y de acción para empezar a solventar estos problemas. Es cierto que el evento no lo resuelve todo y que puede ser mejorado para futuras ocasiones, pero hay que reconocer que después de diez años de realizarse, la constancia tiene sus frutos.

Este año, uno de los aspectos que mejoraron significativamente fue la cobertura de los medios de comunicación. Es importante que la gente -y sobre todo los jóvenes- sepan que en Guatemala se puede vivir y trabajar en la ciencia; y todavía más: que su país los necesita, que los problemas que enfrentamos no se van a resolver simplemente hablando; necesitamos mentes que puedan cuantificar, encontrar correlaciones, analizar patrones, manejar volúmenes de información, planificar en base a evidencia, opinar con fundamento en la razón, justificar el gasto con modelos matemáticos, etc.

Otro aspecto positivo fue la presencia del Organismo Legislativo en el evento. El diputado Ovidio Monzón, de la comisión de Educación, Ciencia y Tecnología del Congreso se reunió con los científicos participantes en Converciencia. Quiero pensar que este es el inicio de un acercamiento de la política a la ciencia, tan necesaria para la toma de decisiones informadas y para incrementar la inversión nacional en el rubro científico.

Converciencia ha sido ese lugar de encuentro que la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología ha propiciado. Aprovecho para felicitar a su personal por la organización y coordinación del evento. Falta mucho por recorrer en la construcción del país que queremos. Estos primeros pasos son alentadores. Esperamos que más jóvenes decidan estudiar carreras científicas y que más funcionarios vean en la ciencia una forma de solucionar los problemas del país.