Hay fotografías que se vuelven icónicas, que llegan a simbolizar mucho mas que lo que plasman en el momento. Tal es el caso de “El Buitre,” tomada por Kevin Carter en Sudan en 1993. La foto muestra a un buitre acechando a un niño que padecía de malnutrición. Estremeció al mundo entero y se convirtió en un símbolo de la tragedia de hambre que golpeó a Sudan y al Africa sub-sahariana a finales del siglo XX.

Oscar Ordóñez López, fue trasladado con varios golpes al hospital local de San Sebastián, Huehuetenango. Varias mujeres lo encontraran en una calle de la aldea Palajachuj.
Hace algunas semanas apareció una foto en los medios locales en Guatemala que a muchos estremeció de la misma manera. Mostraba a un niño de no mas de diez años de edad, llorando y tratando de protegerse de los golpes que le daba un comerciante en un mercado de Huehuetenango. La nota que acompañaba a la foto, decía que el niño trató de robarse un plato de comida. Sólo quería algo de comer. En su casa no había ni una tortilla con sal.
La foto estremeció por la imagen desgarradora del sufrimiento y la desesperación reflejada en el rostro del niño. Provocó sensación de impotencia la prueba contundente de que en Guatemala no solo dejamos morir de hambre a los niños. También hay quienes los tratan con con cero empatía. Hacemos invisibles a los más vulnerables, porque es mas fácil pretender que no existen, que lidiar con el problema.
Guatemala es el sexto país del mundo con peores índices de malnutrición infantil. Este país favorecido con biodiversidad, tierra fértil, agua para riego no le esta dando de comer a sus niños. El 47% de los niños en Guatemala padecen de desnutrición crónica. En el 2018 las muertes por desnutrición aguda subieron al 79%.
¿Qué nos pasa?
La buena noticia es que hay una solución viable y comprobada. De rápido efecto. Si se implementa, podría contribuir significativamente a aliviar la situación de casi la mitad de la población infantil del país. Un programa “Dando la Talla”, diseñado por el Banco Mundial en Perú, logró que en diez años los niños en las regiones mas vulnerables de ese país, redujeran el evidente rezago en su crecimiento y desarrollo debido a la malnutrición.
El programa se ha implementado durante cuatro gobiernos sucesivos. Se logró porque el Estado peruano se comprometió a acceder a fondos disponibles por medio de créditos del Banco Mundial. Se dejó asesorar por expertos en el tema.
Guatemala tiene ahora la misma oportunidad que encontró Perú. El Banco Mundial aprobó el 24 de marzo de 2017 un préstamo bajo condiciones blandas por US$ 100 millones de dólares para el programa, que dotaría de los recursos necesarios para prevenir la desnutrición crónica. Por si fuera poco, se aprobó también una donación por US$ 9 millones que hace el préstamo aún más fácil de llevar.
Los diputados han salido rápidamente a decir que entienden el problema y que creen que debería ser aprobado el préstamo. Pero en vez de abordar el tema con la urgencia que requiere, muchos se la pasan viendo cómo se defienden de la lucha contra la impunidad, de ver cómo aseguran su permanencia en el poder, cómo manipulan las leyes para su propia ventaja.
El trabajo más difícil, encontrar una solución, ya está hecho. Lo que hace falta es que nuestros líderes se amarren los pantalones y en vez de pensar en sus propios intereses hagan su trabajo y aprueben esta propuesta que presenta una solución viable a uno de los problemas mas desgarradores del país.
NOTA: El plazo de vencimiento para la aprobación del préstamo del Banco Mundial es el 23 de marzo del 2019, pero si el Congreso no aprueba la iniciativa antes de su receso de diciembre, se perderá el tiempo de trámite y se perderá la oportunidad.
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