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Reflexiones sobre el deseo después de un vídeo de Sasha Grey

Todas nuestras relaciones son eróticas: mente y cuerpo en unidad armónica. En nuestra unión con el mundo, percibimos de manera integral. Somos un rostro que conoce y que goza.

Blogs deseo Opinión P369 Sasha Gray
Esta es una opinión

Foto: www.elmundo.sv

El demonio del deseo

Hace tiempo miré un largo vídeo porno de Sasha Grey en una gang bang. Muchas cosas me impresionaron: cómo era posible que después de transcurridos varios minutos ella siguiera con el mismo ímpetu que al principio: masturbando a unos, abandonándose al gozo con otros. Pero conforme avanzaba el vídeo me fascinaba aún más la expresión del rostro y del cuerpo de Sasha: parecía totalmente transportada a un estado mental alterado, parecía la personificación del deseo (si ella fuera un ícono religioso sería la Madonna del Sexo).

El mismo vídeo dio pie a varias reflexiones en torno al deseo. Justifiqué el ímpetu de Sasha a partir de mi propia experiencia, porque el deseo se me figura como un gran río desenfrenado que no conoce marcos morales. Recuerdo haber sentido, en aquella experiencia a la que me refiero, que yo podría haber hecho cualquier cosa en ese momento, no sentía pudor, sólo sentía deseo sexual y mientras lo sentía nadaba en ese deseo, porque en otras situaciones nunca alcanzamos el deseo por el deseo mismo, siempre se nos disfraza en otra cosa, a manera de encadenamiento. En otras ocasiones, el deseo se me disfrazaba en palabras o en fantasías, pero no aquella vez, aquella vez me sentía como un cuerpo siendo poseído por el deseo.

Quiero apuntar algo respecto a la palabra “posesión”, comúnmente se relaciona la idea de “tomar posesión” como apoderarse de alguna cosa; en contextos cristianos, el demonio se posesiona de un cuerpo. Curiosamente Platón, en “El banquete”, identifica a Eros como un daimon; es decir, un intermediario entre lo mortal y lo inmortal. Por tanto, el deseo es un impetuoso impulso del cuerpo que al mismo tiempo permite la elevación del alma. Para Platón, a partir de la belleza sensible se puede llegar a la virtud, pero también el deseo es una vía de acceso a lo divino.

Sin embargo, la moral religiosa al separar cuerpo y alma cercenó el concepto de Eros, entendiendo amar a lo que se relaciona con el sentimiento o lo espiritual y al deseo como un sinónimo de lujuria. Beatitud, por un lado, caída en desgracia por el otro. Amor sagrado y amor profano. De esta forma también se separó nuestra relación erótica con la realidad, dicha separación tiene varias repercusiones: la regulación del deseo crea la sociedad, de ahí que autores como Sigmund Freud, Claude Levi-Strauss o Georges Bataille identifiquen el nacimiento de la cultura con la prohibición del incesto. El deseo sexual se convierte en una construcción cultural que aprueba o desaprueba sus manifestaciones dependiendo de la conveniencia de los instrumentos de poder.

Anteriormente hice la comparación de Sasha Grey con una madonna: el ícono de la virgen del deseo, estoy simbolizando el deseo tomando las dos partes que dividió la iglesia, cualquier espectador del vídeo puede escoger la beatitud o la satanización, eso dependerá de su marco moral. Porque el deseo funciona también como un constructor de identidad: nos descubrimos a partir de cómo nos relacionamos con nuestros deseos a través de nuestro cuerpo.

Cuerpo y el placer

Nuestro cuerpo es lo que nos constituye, pero se escapa a nuestra mirada, nos vemos en fragmentos, no vemos nuestra espalda ni nuestro trasero, no vemos cómo miramos o lo que comunicamos a través de nuestra mirada. La división entre mente y cuerpo trae consigo otras parejas de opuestos: el logos contra la irracionalidad, imágenes contra palabras, lo femenino contra lo masculino, la civilización contra la barbarie, lo social contra lo natural…

En oriente hay tradiciones en las que el cuerpo ocupa un lugar fundamental en relación con el conocimiento (de uno mismo y de lo otro) así, el ejercicio de la respiración en el yoga junto con las āsanas (posturas) nos inducen a la percepción de nuestro cuerpo y a tener un control sobre él, nos provee de equilibrio, fuerza y resistencia. En las artes marciales éste control se adapta como un arma en contra del adversario, en ellas es fundamental entender cómo se siente y cómo se provoca el dolor. Mente y cuerpo están en unidad dialéctica.

Para el filósofo Baruch Spinoza “el deseo es la esencia del hombre”. El deseo es un empuje psíquico que nos permite existir (del latín ex: afuera y sistere, colocar); y al igual que en las prácticas orientales, a través del reconocimiento de su influjo en nuestro cuerpo –y a través del control del mismo- el “río desenfrenado del deseo” puede conducirnos a un estado extático. El deseo nos permite construirnos como seres plásticos, no nacemos como sujetos deseantes, nos construimos como tales y nuestro guía en nuestro paseo por el deseo es el placer.

Por tanto, podría aventurarse una hipótesis: el deseo como un método de conocimiento de uno mismo, al modo de ciertas tradiciones en oriente: integrando mente y cuerpo en una unidad armónica, siempre guiada por el placer. Sólo en la medida en la que podemos conocernos podemos establecer mejores puentes comunicantes con los otros (toda relación con el otro es una relación erótica). En nuestra unión con el mundo no somos seres separados de mente y cuerpo, percibimos de manera integral, somos un rostro que conoce y que goza.

 


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Doctor Gonzo /

    15/05/2019 1:54 PM

    Claro que nacemos como seres deseantes. Que lo sociocultural nos moldea según ciertas normas y hasta ciertos límites no incide totalmente en nuestra naturaleza fisio-biológica. Si nos enseñaran desde pequeños que el sexo es sucio y pecaminoso (tal y como aún se empeñan algunos en creer), nuestras hormonas deseantes harían, tarde o temprano, caso omiso de ello (ejemplo los sacerdotes y monges que aún con todo ese proceso de adoctrinamiento y de cultivo de lo espiritual, terminan cediendo al libido) y es que unos somos más propensos, según nuestra química hormonal, que otros en cuanto al sexo, y si a eso le agregamos nuestra subjetividad social ya sea conservadora o liberal, la ecuación se hace más compleja. Interesante tu escrito y muy discutible, es por ello que me gustó.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Jose B Gonzalez /

    15/05/2019 11:59 AM

    Fascinante. Gracias!

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Ce /

    15/05/2019 7:48 AM

    la patoja está bonita!

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    Gabriel Alberto Morales /

    15/05/2019 7:26 AM

    nítido!
    solo te faltó apuntar "posesión" en el contexto filosófico.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Víctor lopez /

    14/05/2019 5:50 PM

    El deseo sexual es lo más natural del mundo... Pero no como usted lo pinta, el sexo es sagrado, es el vínculo de dos personas que se aman ( dos) no más... Tenga cuidado no caiga en la tentación de que se la agarren entre 3,4,5...le pueden pegar el sida. Mejor busque una pareja, que le satisfaga esa calentura que usted tiene... Cálmese, no todo en la vida es sexo.

    ¡Ay no!

    5

    ¡Nítido!

    Ismael /

    14/05/2019 5:18 PM

    Hicimos Tabú aquello que es parte de nosotros, encerrando así una parte del ser. No podemos seguir negandonos y destruyendonos en el proceso. Excelente artículo.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Justiciero Social /

    14/05/2019 3:25 PM

    Cochina, inmoral, femi-orco

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    JMA /

    14/05/2019 2:32 PM

    Genial su artículo (y)

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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