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Y en el séptimo día Dios habló a Bukele

Hasta nuestros días sigue resonando la célebre frase que Nietzsche popularizó de “Dios ha muerto” como una constatación trágica de su tiempo a la que intentó poner remedio. Sin embargo, Dios no murió ahí, solo nos dejó más solos, una ausencia que es aún más poderosa en un mundo carente de horizonte, con hambre de sentido.

Blogs Bukele El Salvador P369
Esta es una opinión

Bukele reza sentado en la presidencia del Legislativo.

Foto: El Faro

La muerte de Dios es una muerte que jamás será definitiva, pues el poder del concepto continúa vigente. Es por ello que aparecen cada vez más personas que desean sacar provecho del vacío que ha quedado. Son aquellos que pretenden revivirlo como una caricatura y que lo utilizan para sus fines personales. Son ellos los que, al final, asfixian al creador sólo con nombrarlo, pues no hay nada más abyecto que invocar la idea más poderosa de todas para concentrar todo el poder en ti. 

Y lo asfixian porque cuando se termine de caer toda la mentira, la población será cada vez más descreída. Cada vez que un político invoque el nombre de Dios será señal de que algo malo ocurrirá, como si rezara porque pide perdón de antemano. Si para Nietzsche la muerte de Dios significaba el trágico derrumbamiento del fundamento moral de Occidente y la premonición del vacío de sentido que quedaría, cabría preguntarnos si también en la política hemos perdido el sentido terrenal. Parece que una y otra vez se empecinan en darle la razón al filósofo que sostenía que la religión estaba más relacionada con la dominación que con la realización humana plena. 

El último líder político en asfixiar a Dios fue el presidente salvadoreño, Nayib Bukele. Según El Faro lo hizo 25 veces durante su discurso del domingo, como si homilía fuera. El una vez amado presidente millenial ha quedado desnudo durante el combate contra el poder legislativo al que intentó tomar con las Fuerzas Armadas. 

Observen la foto: entra acuerpado de las fuerzas militares que ya estaban ahí, toma la silla del presidente del Congreso, se cubre el rostro y empieza a rezar. Otra foto: una vez demostrado todo el poder que en realidad posee, sale para dirigirse al pueblo a quienes les traslada calma pues Dios mismo le ha pedido paciencia. No termina sin antes darle un ultimátum a los diputados. Una semana se tardó el creador con la creación. Una semana les dio Bukele para aceptar el préstamo. Habrá que hacerle caso pues “ningún pueblo que haya ido en contra de Dios ha triunfado”. 

Bukele es el mismo presidente cuando fue a dar un discurso en la ONU y se tomó un selfie porque “más personas lo iban a ver”. Ahora, sin embargo, nos dice que no nos dejemos llevar “por la foto”. En una entrevista a El País, el presidente afirma que haber metido los militares a la Asamblea puede ser considerado “perder las formas” solo si “eres superficial”. Que “el mundo es muy hipócrita. Les encanta las formas y las fotos y dice que hay que dialogar.” Que él ya está harto de que el pueblo esté harto. Que él vino a salvarlos. Que no quiere esperar los procesos democráticos. Son muy lentos y él ya tiene el poder para hacerlo. No quiere que mueran más por la violencia. Sus actos son una cuestión de vida o muerte. Dios da la vida y tiene que ser Él el que la quite. Que es un superhombre y no hay constitución ni ley que lo detenga. 

Para Nietzsche el superhombre era el ideal realizable que tenía que sustituir al ideal caduco de Dios. Pura voluntad de poder que se manifiesta en su voluntad por la acción. Por eso puede convocar al pueblo, y también puede llamarlo “a la calma” como si de marea se tratase.  Es el hombre de acción que justifica sus rezos en la Asamblea diciendo que “una oración no le hace daño a nadie”, aunque a nadie puede salvar tampoco. 

Él sabe que no estaba rezando, sino más bien hablando consigo mismo. Y que su voz interna fue la que le dijo que ya había logrado lo que quería, pues ya había suplantado a Dios y nadie se había dado cuenta. Ahora ya podía mandarlos todos a casa. 

Mateo Echeverría
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Graduado en Humanidades por la Universidad de Navarra.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Elena Triminio /

    27/06/2020 6:16 PM

    Excelente análisis, soy Hondureña, Psicóloga, y estoy interesada en este tipo de análisis en relación a los personajes que actualmente están en una posición de poder de tal magnítud.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    Victor lopez /

    11/02/2020 12:15 PM

    Buen artículo, a mi me gustaría que giammatei hiciera lo mismo, pero para precipitar su caída... el país no está para perder otros 4 años. Con respecto a Dios, a el no le interesa la política, por su puesto que un presidente puede tener su fe, y ser buen Cristiano pero de alli a decir que Dios le habló y sentirse ungido hay una enorme diferencia ...

    ¡Ay no!

    3

    ¡Nítido!

    Marlon Suarez /

    11/02/2020 10:28 AM

    Terrible lo que sucede en El Salvador con este otro payaso barato!

    Otro engaño más de un líder populista, ungido por un pueblo ávido de cese a la violencia. Un pueblo el cual ahora, se deja acarrear para que el ungido se sienta grande y apoyado. Hay pueblo...... hasta cuando te van a dar espejitos, pero lo peor es, hasta cuando vas a tener dignidad y dejarás de recibirlos.

    ¡Ay no!

    4

    ¡Nítido!



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