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Así es como los artistas centroamericanos interpretan el siglo XX

¿Qué es la Historia de un país, sino una construcción subjetiva decidida desde el ámbito político; una creación de identidad colectiva, impuesta desde el aparato estatal? En nuestros países, cuya historia contemporánea es de las más convulsas y polarizadas del planeta, la Historia oficial es escasa, y entra muchas veces en conflicto con las historias personales, vividas. La Décima Bienal pone especial énfasis en la Historia de Centroamérica a través de varias propuestas interesantes.

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Juegos de Guerra en Loop, obra de Alejandro de la Guerra

Como simbólico punto de partida, la ceremonia/parranda de inauguración de la Bienal tuvo lugar en la ciudad de Puerto Limón, embarcadero de mayor importancia comercial en la región desde inicios del siglo XX, en un monumento que podría ser considerado como patrimonio histórico centroamericano: el antiguo edificio de la United Fruit Company. Haciéndole un guiño al apelativo de “Repúblicas Bananeras” que nos tatuó durante todo el siglo XX, varios artistas intervinieron el espacio: una forma de reapropiarse las cicatrices del pasado a través del humor.

Libidiunga Cardoso y Cecilia Lisa Eliceche, creadoras de “Banana Experience 3D”, convocaron a un taller intensivo que se propone “analizar, comer, saborear, leer, masticar, tragar, digerir, tocar, mover, jugar, bailar, pelar, chupar, burlar, vestir, incorporar y sobre todo resbalarnos juntos en el Archivo Banana, un archivo digital que reúne casos en que el banano surge en la historia del arte y cultura popular como un índice de tensiones geopolíticas, desde el siglo XVII al siglo XX. » Así nacieron una variedad de “obras bananeras”, en la línea de las de nuestro consagrado Moisés Barrios, que nos unen como sociedades.

De forma más íntima, varios artistas trabajaron el tema de la memoria histórica percibida desde individualidades muchas veces invisibles. Una de las primeras obras que tuve la oportunidad de ver en la Bienal fue el vídeo de Donna Conlon y Jonathan Harker Bajo la Alfombra, que les sugiero se tomen el tiempo de ver aquí.

Sobre esta obra, los artistas presentaron un texto que me parece interesante citar:

Todos hemos barrido cosas bajo la alfombra. Es tan fácil, tan conveniente: lo feo y lo sucio desaparece rápidamente bajo una superficie uniforme. Colectivamente, hacemos lo mismo, al esconder los episodios más nefastos de nuestras historias bajo mantos de silencio y olvido. “Aquí no ha pasado nada.” La nación panameña fue fundada y creció entre movimientos furtivos diseñados para encubrir su carácter infame, inmoral y humillante. Quizás por eso somos buenos para borrar el pasado y obviar el presente. Rubén Blades canta “prohibido olvidar”, pero el himno nacional de Panamá lo contradice de lleno, proclamando imperiosamente : “es preciso cubrir con un velo el pasado, el calvario y la cruz.”

Asimismo, los artistas denuncian el famoso “borrón y cuenta nueva” que, en vez de dejarnos más livianos para avanzar, nos paraliza como sociedad. Esa forma de ignorar un pasado que molesta la vista y la vida, la aplican tanto los Estados –a través del simbólico himno nacional–, como los mismos miembros de la sociedad.

En Dictar y Recordar – Literatura Gris, el artista hondureño Paul Ramírez Jonas se propone lo imposible: escribir una historia total de su país, desde los testimonios que sus compatriotas compartieron con él durante una noche y un día completos de octubre de 2010, cualquier persona pudo dictar su pedazo de la historia con plena libertad a una de las diez mecanógrafas que estaba de turno. Cada voz fue plasmada en páginas, y las páginas formaron un libro. «No hubo precondiciones» indica el artista, «ni esfuerzo al consenso. Esta invitación estuvo abierta a todo el público, no importaba si sabían poco, mucho, si le gustaba exagerar, mentir, o decir la verdad».

 

yasmin-hage-aldea-modelo

Aldea Modelo, de Yasmin Haage

Otra forma de rescatar una historia vivida ha sido el proceso de la obra Aldea Modelo, pequeña historia, 1984 de la artista guatemalteca Yasmin Hage. Desde hace varios años, la artista ha realizado un trabajo que navega entre la investigación y la creación. Tras entrevistar a Don Nicómedes, habitante del poblado “La Técnica” en el Petén, Hage recreó, en una maqueta a escala 1:2, esa “aldea modelo” donde él, como muchos, fue desplazado y encerrado durante el Conflicto Armado Interno. En La Técnica, lejos de sus tierras y de sus familias, los hombres eran controlados para impedirles entrar en contacto con la guerrilla. Una forma de someter a la población civil, de crear “polos de desarrollo” irrespetuosos e impositivos. Esta práctica se vuelve un eco terrorífico de las “reducciones” de la época colonial, en las que los mozos, sin poder salir y pagados con una moneda que solo servía en los negocios del patrón, no eran más que esclavos sin nombre de esclavos.

Así, la historia silenciada de una parte de la sociedad civil guatemalteca sale a la luz. Una historia chica que, como en el caso de la obra de Ramírez Jonas, es una pieza del rompecabezas de la Historia grande, la nacional. Para esta ocasión, la artista presentó un libro pop-up: versión plegable, y por ende transportable, de la maqueta original. Este formato práctico y quebradizo “como el frágil teatro de la Historia”, le permite mostrar la obra a más grande escala. Hage: misionera de una historia que no existe, aun, en los libros oficiales.

Otras obras intentan dar un nuevo sentido al pasado reciente. El Juego/The Game es una propuesta del colectivo salvadoreño “The Fire Theory”, como un método casi sociológico de pacificación social: en un antiguo campo de batalla, organizaron y filmaron un partido de fútbol entre dos equipos conformados ambos por ex-combatientes de la Guerrilla salvadoreña y veteranos de las Fuerzas Armadas de El Salvador.

 

Sin phonia, por Pavel Aguilar

Sin phonia, por Pavel Aguilar

A su vez, el musicólogo y artista plástico hondureño Pavel Aguilar realizó una obra sonora peculiar: Sin-Phonia, que toma como base las entrevistas realizadas a miembros del ejército sobre sus experiencias de vida. Los audios son intervenidos mediante un software de interpretación de sonidos, transformando las entrevistas en partituras musicales. Los testimonios están transcritos debajo de las notas musicales, como letras de melodías ligeras. Esta obra da una visión de la historia desde un ámbito del poder, pero escrita por personas que suelen ser simples piezas de una gran maquinaria: una reflexión sobre jerarquías sociales, y el poder ejercido de forma violenta aunque discreta dentro de las mismas instituciones dominantes.

En Juegos de Guerra en Loop, el artista nicaragüense Alejandro de la Guerra se refiere a la Historia desde un enfoque contemporáneo: su obra es un carrusel dorado y luminoso que da vueltas con una única figura: una estatua de un militar de alto rango, montado en un caballo, y empalado en una columna del carrusel. La estética mágica-hipnótica del carrusel, símbolo de la niñez inocente, contrasta con la figura del dictador: éste, con cierto deje majestuoso, está cubierto por la mitad de una pintura oscura, que hace pensar al lodo o al petróleo, como si se le hubiese arrojado encima la misma irreverencia. Asimismo, la obra recuerda no solo la caída del caballo de Somoza en 1979, sino también la actual situación política de Nicaragua. Los juegos de poder, lo absurdo de los mecanismos de dominación política, resultan siendo juegos infantiles que giran en círculos sin sentido.

Desde cada una de las sedes de la Bienal, la Historia reciente se hace eco, se responde, se interpela. Los artistas, desde sus visiones, trasmiten esa historia que, por la mayoría, no vivieron. La preocupación de comunicar sobre los testimonios de sus compatriotas se hace aun más punzante, más necesaria, porque el arte puede ser la mejor forma de comunicar. ¿Un compromiso? No, porque en nuestra época postmoderna no se piensa poder cambiar el mundo con una obra… pero si una necesidad propia, que sale de las conciencias de los artistas, y de sus tripas; para denunciar, para preguntar, y sobre todo para abrir el debate.

Y para ti ¿qué es la historia reciente?

Christina Chirouze
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Chapina parisina. Gestora cultural de La Caféothèque. Entre bibliotecas académicas, vagabundeos urbanos y viajes mochileros, sintetizó su pasión por el arte en general, y en especial el de Centroamérica.


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