El silencio de los capitalinos: nunca más

En estos días ese título poderoso ha regresado a mi memoria. La primera vez fue en plena manifestación del 25 de abril, en ese día glorioso que por dicha muchos pudimos vivir. Fue como una revelación, vino así con fuerza, uno de esos juegos misteriosos de la mente, casi mágico: entre pitos y consignas, la visión de todos nosotros finalmente alzando la voz para exigir un alto a la corrupción, me trajo a la memoria un título dormido en mi recuerdo por 19 años.

La introducción de aquella investigación realizada empieza así: “La cultura del silencio. Más que una expresión, esta frase encierra un patrón de conducta, define un hábito, un estilo de vida, la actitud que los guatemaltecos hemos asumido antes las injusticias y las violaciones a nuestros derechos a lo largo de la historia”.

El miedo (implantado en nosotros por medio de sistemas autoritarios y violentos), la enajenación (con respecto a las injusticias y fenómenos que afectan al otro) y la ceguera (al no darnos cuenta de que la impunidad ante tanto tipo de injusticia afecta la realidad de todos), mantuvieron una cultura del silencio que permitió el estado crítico al que hemos llegado. El actuar del sistema político y de los poderes (formales como ocultos, viejos como nuevos) ha sido una clara manifestación de violencia y abuso hacia el pueblo de Guatemala, hacia todos nosotros. En este caso, la corrupción descarada y desmedida, fue el detonante que provocó el derrame en el vaso de nuestra tolerancia (que parecía infinita).

Por eso me parece tan potente este video de los estudiantes landivarianos: El silencio te hace cómplice.

Y entonces, finalmente decidimos despertar, levantarnos y dar los primeros pasos hacia un futuro diferente. Y la crisis nos devolvió la voz. Y fue tanto lo que nos robaron, que nos despojaron del miedo que nos mantenía silenciados e inmovilizados. Ahora nos hacemos escuchar y, como dice Carolina Escobar Sarti escribe hoy las consignas Renuncia ya, Revela ya, Rescata ya, Reforma ya. El futuro próximo es poco claro todavía, pero la inercia está marcada: es el momento para iniciar la reforma profunda del Estado.

Este próximo sábado 16 de mayo, será un deber manifestar pacíficamente y, como unidos en una sola voz y una sola mirada, encarar al corrupto-abusador de hoy como al que pretende llegar al poder mañana, y decirle al unísono: ¡no más! ¡el pueblo guatemalteco no aguanta más corrupción, más injusticias, más impunidad! Y qué hermoso será ver que lo exigimos como un derecho y desde la no-violencia (porque no somos como ellos). Y será nuevamente una fiesta, gestada desde el empoderamiento colectivo y desde la reconstrucción de nuestra dignidad.