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Tiempo de lucidez, tiempo de batalla

Hace dos días me reencontré con mi suegro, que se había ido a pasar unas largas vacaciones a su pueblo natal en Andalucía. Le pregunté “¿Qué tal está tu pueblo?”. Me contestó: “El mío está muy bien, pero creo que el tuyo está mejor, ¿no? Parece que tu pueblo va a lograr que caiga el presidente…”.

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Esta es una opinión

Los diputados celebraban el 1 de septiembre, la sesión donde despojaron de la inmunidad al presidente Otto Pérez Molina. Afuera, el pueblo esperaba.

Foto: Rocío Conde

“Sí”, le dije yo. “Parece, pero no cae. No sé a qué se acoge, pero el presidente no cae”. Seguimos comentando durante un rato sobre este histórico período que me ha tocado vivir desde la distancia. Le comenté de lo orgulloso que estoy de tanto compatriota que ha “despertado” y que no se cansa de manifestarse en contra de  un sistema corrupto; del orgullo de un pueblo que expresa sin miedos ni complejos que ha dejado de sentirse representado por el Presidente de la Nación; del orgullo de cientos de compañeros y conocidos que ya no solo se indignan por la maraña de manos saqueando el dinero público, sino que se mueven y se posicionan para ser parte del cambio necesario.

Pero también le conté del desconcierto y la decepción que siento ante la resistencia de Otto Pérez Molina, que ayer fue despojado de su inmunidad, y su negativa de escuchar el inmenso coro de voces inusitadamente variadas que exige su renuncia.  Le hablé de mi desasosiego por mi sensación de que en las próximas elecciones no hay tanto margen de alternativas reales. Le hablé de que me daba un poco de tristeza no saber si todo lo que está ocurriendo iba a servir para algo.

Alguien nos interrumpió y ya no pude seguir hablando con él. Sin embargo, seguí pensando en la encrucijada a la que nos enfrentamos los guatemaltecos, en que las elecciones del próximo 6 podrían ser un referéndum contra la corrupción y la impunidad (problemáticas íntimamente relacionadas, por cierto).

La corrupción no es mala solo porque unos roben y otros no, o porque lo que roben sea mucho o poco, o porque el corrupto lo reconozca o no. La corrupción es un problema grave sobre todo porque supone que el dinero público, que debería estar dedicado a programas sociales o de infraestructura, se va a las bolsas de personas o empresas y por tanto genera desigualdad y cronifica la pobreza.

Según un informe titulado “La Corrupción, sus caminos, su impacto en la sociedad y una agenda para su eliminación”, se puede estimar que la corrupción puede generar auténticos males sociales al dejar a 2.6 millones de niños y niñas sin alimentación y útiles escolares, a más de 80 mil jóvenes sin participar en actividades de prevención de violencia, o que más de 9 mil policías dejen de recibir formación y especialización. La corrupción campante, como ha demostrado estar en Guatemala, no es un mal aislado, sino que está en la raíz de problemas sociales como la baja educación o la violencia juvenil.

¿Qué partido tiene un plan real y verdadero para combatir la corrupción? El informe también hace un análisis de los programas electorales, y señala cuáles son los grandes vacíos que se identifican en ellos (a partir de un claro diagnóstico de las causas de la corrupción). Por ejemplo, ningún partido político incorpora la responsabilidad del sector privado en esta lucha y la mayoría de partidos hacen tibios brindis al sol, sin especificar propuestas, mecanismos, ni  metas específicas (de 24 puntos posibles, el partido que mejor puntuación tiene es 12).

Al despedirme de mi suegro me dijo: “No te preocupes, los pueblos son como los niños pequeños por la noche. Si se les despierta, ya no hay quien los vuelva a dormir”. Pensé que sí, que tenía razón: que algo ha cambiado en Guatemala, y que las cosas no volverán a ser igual.

No sé qué pasará en las elecciones, no sé quien quedará y no sé si Otto Pérez Molina aguantará hasta el final. Lo que sé es que miles de guatemaltecos han despertado y estarán atentos a las promesas incumplidas, a los pequeños indicios de corrupción, al destierro definitivo de la impunidad. No serán tiempos fáciles, aún hay muchas cosas por pelear y conseguir. Pero la lucidez, la dignidad, el coraje y la unidad son algunas de las mejores armas que el pueblo Guatemalteco ha blandido en estos meses de firme despertar. Y nadie se las puede arrebatar.

Rodrigo Barahona Celada
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Rodrigo Barahona es un guatemalteco que emigró a España hace 10 años para estudiar un máster y donde se quedó para hacer una familia y reinventar su carrera profesional. Intenta compaginar su pasión por escribir con la lucha por la justicia social. @rbarahona77


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Melissa /

    03/09/2015 9:16 AM

    Que bueno es leerte. Saludos!

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    carrillorodas@icloud.com
    Diego Carrillo /
    02/09/2015 10:19 PM

    Tu suegro seguramente se refería a el o a vos. Yo conozco varios niños que se duermen después de despertarse y en la noche.

    " en especial por el no tener elecciones bajo estas condiciones "

    " lo más importante, en lo que se refiere a las reformas a la ley electoral y de partidos políticos (donde se cocina el poder)"

    Todo estos pactos son para precisamente no modificar la clave maestra.

    Mi querido primo no logró su noble causa dentro de un marco de oportunidad. Al menos hubo un intento costoso. :)

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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