A la izquierda de la cancha donde el fotógrafo estuvo 4 minutos, desde lo alto de un cerro, se mira una parte de Paraíso II, donde los jóvenes llevan dos años sin jugar fútbol. Los vecinos lo conocen como Las Casitas, por lo pequeñas que se miran desde el cerro. El nombre del sector es 3C. Cuatro meses antes, en la mañana del 21 de abril de 2017, un centenar de casas del 3C aparecieron marcadas con una equis.
En cada casa marcada había una carta con una exigencia de pago de Q1,500 (US$200). Los vecinos decidieron organizarse por primera vez para patrullar las calles cada noche contra la pandilla que los extorsiona. Sólo una vecina anónima, que apoya a los vecinos con comida y café, accede a hablar.
Catorce grupos se dividen desde abril para patrullar entre las nueve de la noche y las cuatro de la mañana con gasolina, palos y piedras. Unos días antes, recuerda la vecina, un muchacho de 13 años, una mujer y otro niño le dejaron un celular a la dueña de una tienda. Era el primer aviso. Los vecinos pintaron sobre las equis y no pagaron la extorsión, pero la vecina dice que la filosofía colectiva ahora en Las Casitas es: marero visto, marero muerto. Desde abril, hay más policías de día en el barrio, agrega.