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El memorial, las elecciones, el policía y el libro

Fue un día 4 Iq´, lo sé porque esa energía es especial para mí. Pasé recorriendo cada detalle del día, la luz, los movimientos, la manera en la que el aire corría. Todo me parecía especial. A varios miles de kilómetros estaban ellos, en la tierra del águila calva, recibiendo el libro que cuenta su historia, mi historia, la de miles: el Memorial de Sololá.

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El documento recoge imágenes de la alcaldía indígena de Sololá desde 1860.

Aún no puedo entender que no se haya declarado ese día fiesta nacional, que no haya habido portadas o fuera tendencia en las redes, como sí ocurrió el jueves 23 de noviembre (8 Tijax, dos meses después de la entrega del Memorial), la reprimenda que recibiera el subcomisario de la Policía Nacional Civil, Edilberto López Godínez, acusado de participar en la extorsión de un vecino de El Tablón, según el acta de la Alcaldía Indígena de Sololá.

De acuerdo a lo que narra la historia del vecino, no fue una sino varias veces extorsionado y entre las últimas llamadas se le conminaba a subir a “la cuchilla” para “resolver las cosas”. Todo parece indicar que fue en ese punto en donde comenzaron los enredos. En todo caso el silbido del chicote llegó con una carga diferente a lo que motivó su movimiento.

Las redes, la prensa y la opinión pública condenaron la medida correctiva que se aplica desde tiempos inmemoriales en casos de robo y hurto: la restitución de los bienes y la cantidad de chicotes que consideren las autoridades de acuerdo a las dimensiones del delito y su recurrencia. Y la capital, muy preocupadapor este suceso, gusta olvidar los más de 3,000 casos que resuelve esta alcaldía indígena cada año en busca de la reparación digna sin que estos representen costes para el Estado. Se aplica esta medida en casos como el aparentemente cometido por el policía. Y no quiero decir con esto que yo esté de acuerdo con que hay que dar chicote, sino que no me parece argumento para desbaratar una forma originaria de ejercer la justicia. Separemos las cosas.

Es de reconocer que las 71 autoridades ancestrales electas por la comunidad prestan sus servicios por un plazo de un año y la directiva por dos, sin recibir algún tipo de remuneración, y que los comicios de desarrollan sin hacer proselitismo. Todas las personas postuladas son seleccionadas por la comunidad por su honorabilidad, su comportamiento y calidad humana. Tan es así que en estas pasadas elecciones, las del domingo 12 de noviembre (10 Kej) en donde 83 comunidades eligieron a la nueva Junta Directiva (13 representantes), la participación de dos aldeas, Pixabaj y San Jorge La Laguna se anuló el día anterior porqueun partido político distribuyó publicidad en apoyo a los postulantes. En todos lados se cuecen habas, pero en pocos se pone un alto a las tranzas.

“A mí me habían pedido ya antes que participara en la alcaldía, pero les había dicho que mejor no, que me dejaran levantar mi negocio y ganar lo que necesitamos en mi familia para poder estar tranquilo y dedicándolo todo a trabajar por la comunidad, sabiendo que a mi familia no le iba a faltar nada”, contó Tomás Saloj, alcalde indígena saliente, mientras esperaba a que cerraran las mesas de votación colocadas en torno al parque y las alcaldías.

Saloj acababa de llegar, luego de prestar sus respetos a la familia de un principal que murió el día anterior, pero que por estar resolviendo detalles de la votación y las participaciones comunitarias no logró saludar. Se le iluminó el rostro al decir que finalmente lograría descansar un poco, “un mes me quiero quedar en mi cama, estoy cansado”. ¿Cómo alguien que tiene esa soltura, solvencia y capacidad de articulación piensa en dejar la política?

“Hay que dedicarse verdaderamente a esto. Y la manera de hacerlo es sabiendo que cada día uno le va a dejar algo a su comunidad. Sin robar, sin mentir, sin dejarse enredar. Aquí vienen mucho a ofrecer propuestas, proyectos para la comunidad pero no todos ellos son buenos. Hay que saber decir que no. Hay que poner los intereses del pueblo por delante, qué nos conviene y qué nos va a hacer daño”.

Atajó Tomas Sen, vicealcalde saliente, “en estos dos años le apostamos a las abuelas comadronas, actualmente 15 de ellas forman parte de la asamblea de autoridades; le entramos también a formar a los jóvenes y a recuperar la memoria. Por eso trajimos el Memorial, por eso hicimos la investigación de las fotografías en las que se ven retratadas nuestras autoridades, nuestro sistema, vemos a quienes desde hace cientos de años nos guían. Es un compromiso estar aquí, y de eso hay que estar conscientes”. Comenzaron a entrar al salón los representantes de las mesas ya con las papeletas e inició el conteo.

Ya en el camino ciertos tuits revelaban quienes estarían al acecho de la nueva directiva. Paradójicamente estos observantes son los mismos que promueven y desacreditan el accionar de las autoridades locales, son los mismos con quienes se lucha de forma permanente por mantener viva la memoria de este pueblo y quienes a su vez desprestigian y tergiversan la justicia indígena. Es a ellos a quien habría que dedicarles el libro Sololá: Justicia, memoria e identidades en imágenes para que les dé el chucaque, o mejor aún para que amplíen un poco más su contexto.

"A pesar de que desconocíamos la existencia de la mayoría de las fotografías, nuestro primer encuentro con ellas nos llenó de emociones que condujeron a rastrear una importante cantidad de imágenes, que conllevó a otras interrogantes ¿quién tiene las imágenes?, ¿dónde están guardadas?, ¿Quiénes son los propietarios de las fotos: los dueños de la memoria, los fotógrafos o repositorios?... " reza en su texto introductorio el libro en cuestión. Esas preguntas son escalofriantes, especialmente la última, ¿quiénes son los dueños de la memoria, a quién hemos cedido ese derecho?

Josué Chavajay, coordinador del proyecto de investigación y del libro, aclara “que muchas de estas imágenes fueron tomadas bajo las ideas visuales antropométricas del objeto exótico del indio salvaje, lo sorprendente es como se siguen reproduciendo estas prácticas de ignominia que pretende que sigamos aceptando una sola nacionalidad, un solo idioma y olvidarnos del nuestro, una sola justicia para negar nuestra formas propias de administrar la vida comunitarias”.

Dejo aquí el vínculo para descargar de este documento que recoge imágenes de la alcaldía indígena de Sololá desde el año 1860 y que más allá de retratar a su gente cuenta al mundo la historia de un legado colmado de tradiciones, costumbres, normas éticas, de entendimiento comunitario. Cuenta una historia, su/nuestra historia.

Itziar Sagone
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Mujer, madre, hermana, amiga, compañera. Disfruta la vida trabajando desde el arte, la educación, las comunicaciones y la sanación alternativa en la construcción de un país en el que podamos vernos y reconocernos, en el que avancemos en colectivo hacia formas más humanas de relacionamiento. Ama caminar por el bosque y vibrar con él desde dentro.


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