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11 Pasos

Tony Bourdain, Café Loco y cocinar en familia

El mejor café de Guatemala está en Panajachel.

Gastro Opinión P369
Esta es una opinión

Fotos: María Ximena Estrada

Estoy enterándome del suicidio de Anthony Bourdain, mi chef favorito, quien me inspiró a escribir esta columna, quien me enseñó a viajar para comer, en este momento, No puedo evitar sentir profunda tristeza por alguien que, teniéndolo todo en esta vida, no fue capaz de retar a su imaginación para darse una razón más para vivir.

Sin caer en clichés, me dolió la muerte de Tony y me sentí identificado, como todos los que conocemos a la depresión, ese agujero negro que nos espera a la vuelta de cada momento de aburrimiento de la vida, y por eso precisamente tenemos que luchar estoicamente, como Zenón, y esforzarnos por tener siempre proyectos, siempre ilusiones, siempre retos, para convertir este accidente biológico en una vida con propósito y sentido.

Tal vez a lo más que podemos aspirar es a encontrar ese pequeño pedazo de nirvana, como Café Loco, en Panajachel, donde conocí a Buda contando granos de café. O como en mi caso, ese pedazo de nirvana viene de la mano de la comida, cuando cocinar en familia puede ser capaz de hacerme pasar del enojo más abyecto a una intensa gana de hacerle el amor a mi esposa allí mismo en la cocina. O ver las caras de mis hijas disfrutando del esfuerzo, la técnica, la sincronía… el amor que podemos poner su mamá y yo en cocinarles un risotto.

Disculpen me vaya por la tangente, lo que quería contarles era que hace unas semanas nos autoinvitamos (con los mismos amigos que nos dieron el tour gastronómico por Xela) a pasar un fin de semana en Panajachel.

Si muy bonitas las artesanías, San Pedro, la vista, la lancha, inclusive esa pequeña auténtica joya que es San Marcos La Laguna, lugar donde deseo regresar a cargar energía, y donde tuve tres segundos intensos y eternos de adrenalina al lanzarme de una roca de 14 metros, pero lo que de verdad me encantó fue el encantador Café Loco de Panajachel.

 

Buda selecciona cada grano que utilizará para preparar un café.

Este pequeño café es un emprendimiento de tres amigos coreanos, uno de ellos Buda. En algún lado leí que si quieres ser feliz toda la vida, dedícate a la jardinería. Esa misma paciencia y dedicación adopta Buda a su pequeña, pero importante tarea de seleccionar uno a uno los granos que iban a ir en mi Aloha (café con coco). De verdad, díganme en que infeliz Starbucks dedican un desorientado millenial a hacer escoger uno a uno y a mano los granos que merecen o no colarse…

Este bendito café Aloha, te da un cachimbazo de café intenso al principio (tienen el cuidado de no mezclar el expreso con una cuchara, por eso endulzan el coco, no con azúcar por supuesto, sino con panela, y nunca el café), pues luego te baña una sensación de coco dulce que queda en la parte superior de la taza, es una genialidad la combinación de espuma dulce arriba con un sabor tan intenso a café en la parte de abajo.

 

Una taza de café Aloha (café con coco).

También ese día probé el Yuja, un té coreano muy cítrico, que describiría no como una infusión sino como un caldo de cítricos. Tenía una consistencia, una temperatura, una explosión de sabores que me trajo a la memoria la primera vez que comí wasabe.

El lugar es un éxito. A pesar de estar siempre lleno, se tomaron el tiempo de explicarnos a todos los que íbamos en la comitiva con paciencia el menú, con pasión las bebidas, y a contarnos que siempre tomaban granos de fincas distintas, para asegurarte que la bebida nunca sabrá igual. Justo parafraseando a mi nuevo filósofo favorito, Mihály Polanyi, quien decía que el filósofo es un boy scout viviendo en un estado permanente de descubrimiento y emoción.

No puedo evitar pensar que tal vez a Bourdain le faltó voltear a ver a Buda escogiendo los granos, o a su socia buscando los últimos éxitos del K-pop para mantener el ambiente o a su socio platicando inocentemente con mi hija de ocho años, explicándole porque su Dálmata (Café con leche chocolate blanco) era el favorito de los niños.

 

Tres amigos coreanos están a cargo de este café. Ellos se toman el tiempo para explicarle a los comensales en qué consiste cada bebida.

En fin, disculpen si el artículo se puso demasiado personal, pero todos merecemos decir que a veces nos sentimos mal para que nos consienta un poco nuestra familia. Y me despido recomendando a Café Loco, a donde volví el día siguiente, pues no he encontrado una muestra mejor de pasión, conocimiento, creatividad y maestría en un café en Guatemala, así que mis respetos y felicitaciones a Buda, Martín y sus compinches.

 

Fito Andolini
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Ni ingeniero por imitación, ni empresario por necesidad, ni hombre de familia por amor a mis mujeres, ni católico por cuestionador, ni crossfitero por masoquista, ni lector voraz por salud mental, ni bravo por catarsis, ni foodie por puro gusto, ni antigüeño adoptado por decisión propia, sino intentador de equilibrar todo eso en una sola vida para ser feliz.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Mario /

    14/06/2018 7:32 AM

    Bravo. Bravísimo. Seguro q cuando vaya a Pana iré a pasar un buen rato ahí a probar este café, q se antoja.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Oscar Soza /

    12/06/2018 9:25 AM

    Muy bueno el articulo y por la recomendacion Fito.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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