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El 52% de las mujeres usa anticonceptivos en Guatemala, según informe de UNFPA

Con las condiciones en contra, en cincuenta años ha cambiado poco el derecho para decidir de las mujeres; tienen presiones sociales, económicas, culturales y políticas para poder decidir sobre su cuerpo, vida sexual y reproductiva, según el más reciente informe de UNFPA.

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Foto: Carlos Sebastián

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A pesar de que el mundo actual sigue siendo hostil con las mujeres y que en muchos países todavía hay enormes brechas que reducir para garantizar los derechos sexuales y reproductivos, las regiones más y menos desarrolladas sí han registrado avances. Guatemala, en menor medida, también.

En 1969, el 35 por ciento de las mujeres entre 15 y 49 años estaba familiarizado con el uso de algún anticonceptivo. En las regiones menos desarrolladas, solo un 20 por ciento. Cincuenta años más tarde, esos porcentajes tuvieron un aumento de 25 y 37 puntos porcentuales, respectivamente.

En Guatemala, solo un 10 por ciento utilizaba alguno de los métodos. Sin embargo, ahora más de la mitad de las mujeres (52 por ciento) comprendidas en esas edades tiene información y acceso a estos mecanismos de planificación.

Solo si pueden pagarlo

Los datos demuestran que en estos últimos 50 años se redujo la brecha entre las mujeres y el conocimiento sobre los métodos anticonceptivos, el problema es que todavía no está resuelto uno de los principales obstáculos entre las mujeres y la salud reproductiva: la capacidad adquisitiva para tener acceso a cualquiera de los métodos para prevenir embarazos.

Mientras los primeros programas de salud reproductiva se concentraban en aumentar la disponibilidad de anticonceptivos para las mujeres de todo el mundo, con el tiempo la idea del acceso ha evolucionado y se han tomado en cuenta las dificultades de millones de mujeres para recurrir a uno de los métodos disponibles.

“Las desigualdades en materia de salud sexual y reproductiva se ven profundamente afectadas por la desigualdad de ingresos, la calidad y el alcance de los sistemas de salud, las leyes y políticas, las normas sociales y culturales y la exposición de personas a la educación sexual”, relata el más reciente informe del UNFPA.

Leé este reportajeEl país de los hombres que no aman a las mujeres

Más libertad de decisión, menos población

Mientras las mujeres han podido influir más en la planificación familiar, el crecimiento poblacional ha reducido su ritmo de una forma considerable. Precisamente el temor a la superpoblación fue una de las motivaciones que dio vida a la UNFPA.

Si bien la cantidad de personas que habitan hoy el mundo no son menos que las que lo habitaban hace 50 años, el ritmo al que este dato estaba creciendo ha bajado. En estos años, las regiones más desarrolladas ni siquiera duplicaron su población. En 1969, sumaban 1 mil millones de personas y este año 1 mil 266 millones.

En cambio, las regiones menos desarrolladas sí han crecido en mayor medida. Desde cincuenta años atrás a la fecha, casi se triplicó la población.  El caso de Guatemala es particular pues pasó de tener 5.5 millones a 17.6 millones de personas.

Hay menos hijos por cada mujer

Actualmente, una mujer tiene cerca de tres hijos cuando hace cinco décadas los países en condiciones más desfavorables sumaban hasta 6 hijos por cada mujer. Guatemala casi alcanzaba los 7.

Sin embargo, a la fecha la tasa de fecundidad se ha reducido a nivel general. Según los datos recogidos por la UNFPA, este año ese dato se mantiene en Guatemala entre 2.3 a 2.8.

Los obstáculos del género

El informe documenta que la muralla más grande de todas que las mujeres no han podido superar incluye factores vinculados con el género. La desigualdad de género es el principal obstáculo entre el logro y el ejercicio de los derechos reproductivos, según la UNFPA.

Este problema limita la capacidad de las mujeres para tomar libremente sus decisiones fundamentales acerca de cuándo y con quién tener relaciones sexuales, sobre el uso de anticonceptivos o de servicios de salud, sobre si buscar empleo y cuándo, o sobre si cursar estudios superiores. En fin, influye en decisiones que abarcan todos los ámbitos de la vida de una mujer y determinar sus condiciones de vida.

En muchos casos, las decisiones en materia sexual dependen de la interacción con los demás, especialmente con la pareja sexual o sentimental, pero también con miembros de la familia extensa, miembros de la comunidad o instituciones, como clínicas y hospitales.

“Las mujeres son reproductoras”

Si en muchos países del mundo aún existen barreras que superar para garantizar el derecho de decisión en las mujeres, en Guatemala esas dificultades son aún mayores. Existen factores sociales y culturales que hacen de este, un país más hostil con las mujeres.

—Las mujeres todavía son vistas como reproductoras, al servicio de los hombres—, según Quetzalí Cerezo, miembro del Grupo Multidisciplinario por los Derechos sexuales y reproductivos.

Son varios los factores que mantienen las condiciones desfavorables para las mujeres. Uno de ellos es el sistema patriarcal que impera en el país y que está vinculado a la idiosincrasia del guatemalteco.

—Guatemala es un país con fuertes concepciones religiosas, muy tradicionales. Estas creencias han influido mucho en el lugar que las mujeres han tomado en la sociedad, se les ha impuesto más roles y se han limitado sus derechos—, explica Cerezo.

La falta de oportunidades de acceso a la educación, de libertad de decisión sobre su cuerpo, la normalización de la violencia sexual son realidades latentes en el país, que someten a las mujeres a una especie de “esclavitud moderna”, según la experta.

Según Silvia Trujillo, socióloga e investigadora, también se violenta el derecho de acceso a la información de las mujeres, que es vital para poder decidir.

—El Estado no se ocupa de informar a las mujeres para que puedan conocer sus cuerpos. Las niñas y adolescentes comienzan su vida sexual activa sin tener demasiada información y conocimiento sobre lo que eso implica—, expone.

Trujillo coincide con Cerezo en la gran influencia de la religión, incluso en las políticas públicas que han intentado extender el acceso a anticonceptivos y a métodos de planificación familiar. Sí, es cierto que este es un mejor mundo para las mujeres, en comparación con el de hace 50 años. Sin embargo, la deuda de garantizar a todas el derecho a decidir con libertad y autonomía, todavía está lejos de cumplirse.

GráficoEstos números confirman cómo Guatemala no protege a las mujeres

Sobre el informe de UNFPA

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) cumple 50 años de trabajo en pro del derecho a elegir libremente sobre la salud reproductiva y de implementación de programas demográficos. Aunque destacan varios avances en su informe “Un asunto pendiente: la defensa de los derechos y la libertad de decidir de todas las personas”, advierten que el derecho de tomar decisiones es una deuda difícil de saldar.

El UNFPA presentó su último informe en el que ilustra el camino recorrido en los últimos 50 años junto con iniciativas de sociedad civil, gobiernos e instituciones para lograr un mundo menos imponente con la vida sexual y reproductiva de las personas, especialmente de las mujeres.

Descargá: Aquí está el enlace del informe completo

El Fondo nació hace cinco décadas, a partir de una preocupación mundial por la posibilidad de llegar a niveles alarmantes de superpoblación.  Su trabajo empezó en el año 1969, cuando la población mundial era de 3 mil 600 millones, un aumento acelerado pero razonable, tomando en cuenta que para ese año las mujeres en los países menos desarrollados tenían seis hijos, en promedio.

“Fue en ese año que se estableció la UNFPA con el fin de asesorar a los países en desarrollo sobre las implicaciones sociales y económicas del crecimiento demográfico y con miras a apoyar los programas nacionales de población, que comenzaron a dispensar anticonceptivos a una escala sin precedentes”, relatan en su informe.

Quedar embarazadas o no, cuándo hacerlo, con qué frecuencia, con quién, son algunas de las decisiones que muchas mujeres aún no toman por sí mismas. Dar una respuesta a estas preguntas se vuelve complejo cuando se cruzan obstáculos económicos, sociales, institucionales u otros impuestos por las relaciones de pareja o familiares.


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