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En pandemia: más violencia contra niñas y menos posibilidades de obtener justicia

Los casos de violencia y maltrato infantil están aumentando con el confinamiento derivado de la crisis sanitaria. Esto refuerza la necesidad de que el entorno esté atento para denunciar ante la mínima sospecha de un abuso.

Somos todas COVID-19 P147 Violencia contra la niñez

Durante la pandemia sanitaria ha aumentado la violencia contra niñas y adolescentes.

Una niña cayó a un pozo y al ser rescatada por miembros de su comunidad, su hermano Alejandro Baten, la tomó del brazo. En un video viral quedó grabado el momento. Un grupo de señoras grita “no le peguen, denle agua con sal”. Segundos después se escucha “con cariño no va a aprender” y rechinan los golpes del cincho de cuero sobre el cuerpo de la pequeña.

Eso ocurrió el 20 de agosto pasado. Dos días después la niña fue rescatada por autoridades de la Procuraduría General de la Nación, que la entrevistaron para conocer el contexto en que vivía. El 24 de agosto su hermano, Alejandro Batén, fue detenido por la Policía Nacional Civil.

Para esa fecha, Ciprodeni, un observatorio de los derechos de la niñez, reportó que en seis meses del año 2020 el Instituto Nacional de Ciencias Forenses realizó 333 exámenes por lesiones compatibles con maltrato a niñas y adolescentes como la que aparece en el video que fue viral. Además se realizaron 228 exámenes más en niños varones.

Pero las estadísticas van más allá. Durante el confinamiento por COVID-19 ha aumentado la violencia en contra de niñas y adolescentes y ha disminuido la posibilidad de que los casos lleguen a una sentencia pronta.

Entre enero y mayo de este 2020, 49 niñas y adolescentes mujeres fueron asesinadas; 3 de ellas fueron decapitadas, 16 ahorcadas, 23 murieron por arma de fuego y 5 a machetazos.

Los nombres tras la impunidad

Chelsiry Hernández (12 años), Miriam Octavia Carillo (12 años), Yoselyn Sis Pérez (14 años), son los nombres de tres de las 49 niñas que fueron asesinadas en Guatemala en los primeros 5 meses de este 2020. Chelsiry fue raptada y abusada por su tío Edgar Marroquín. Cuando fue detenido, el agresor confesó que quemó su cuerpo para evitar que su familia la reconociera y lo inculpara.

Octavia estaba haciendo tareas en su casa, ubicada en el departamento de Huehuetenango, cuando un grupo de hombres ingresó a robar. Según la investigación, ella los habría reconocido y en reacción, los asaltantes la degollaron.

Yoselyn llevaba desaparecida tres meses. Su familia supo de ella cuando los bomberos y la policía confirmaron que el cadáver de una adolescente enterrado en un lote baldío era de ella. En el terreno, todavía con la ropa llena de tierra, fue capturado Luis David Bac Chávez, quien reconoció que la sepultó y aseguró que fue obligado a hacerlo bajo amenazas de muerte. Los presuntos autores intelectuales serían dos pandilleros apodados “El muñequito de nieve” y “El negro”.

En los tres casos hay personas capturadas, pero ninguna investigación está cerrada ni se ha alcanzado justicia por sus muertes.

 

En los primeros seis meses de este año el INACIF ha realizado 333 exámenes a niñas víctimas de maltrato infantil.

Las implicaciones de la pausa en la justicia

Edgar Gómez, de la Fiscalía contra el Femicidio del Ministerio Público, cuenta que la pandemia por COVID-19 hizo que la investigación de los casos ahora sea más lenta. Antes el Instituto Nacional de Ciencias Forenses se tardaba una o dos semanas para entregar el informe de la necropsia de las víctimas. Ahora se tarda hasta un mes y medio cuando los crímenes ocurren en la ciudad de Guatemala, y hasta dos meses y medio cuando los asesinatos se cometen en algún departamento.

Las necropsias son pruebas claves en las investigaciones del asesinato de niñas y mujeres adolescentes, ya que en la mayoría de casos la muerte es la culminación de otro tipo de abusos, como violaciones y agresiones sexuales. En el caso de Chelsiry, su familia y los fiscales sospechaban que el agresor la mató después de abusar de ella. Sin embargo, su cuerpo estaba tan calcinado que no fue posible examinarla a detalle. La teoría de los fiscales es que el agresor quiso borrar evidencias.

“En Guatemala no se valora la vida de las niñas, un desprecio contra las mujeres en general, su memoria y su cuerpo. Estos asesinatos no son solo delincuencia común sino llevan implícita misógina. Contra los hombres no se da así. Cuando los hombres son quemados y violentados de esa forma, los casos están relacionados al crimen organizado”, explica el fiscal Gómez.

Con la pandemia los casos avanzan más lento y las investigaciones llegan frágiles, con pruebas menos sólidas a los juzgados, dice el abogado Esteban Celada, quien a través de la organización Mujeres Transformando el Mundo, da acompañamiento legal a las familias de niñas víctimas de violencia.

“Eso es preocupante. Entendemos que hay un compromiso y hay una mística de intentar investigar los casos, pero no podemos dejar de negar que la emergencia sanitaria está teniendo un impacto que se traduce en detrimento en los derechos de las víctimas y el acceso a la justicia”, dice Celada.

El Observatorio de la Niñez, Ciprodeni, también resalta que los abusos sexuales contra las niñas y adolescentes está aumentando, tanto que en los primeros cinco meses de este año se reportaron 45 mil embarazos en niñas entre los 10 y 18 años.

En Guatemala están tipificadas como un delito las relaciones sexuales con niñas menores de 14 años, por lo que los embarazos son producto de violaciones. Ciprodeni estima que el 80% de estos abusos ocurren dentro del hogar, donde por la pandemia sanitaria, las niñas están atrapadas.

 

El 80% de las violaciones sexuales contra niñas ocurren dentro de su casa y círculo familiar.

¿A donde ir?

La Defensoría de la Niñez de la Procuraduría de los Derechos Humanos está trabajando en un informe que permita evidenciar el impacto de la pandemia en la vida de las niñas, niños y adolescentes. La crisis sanitaria y económica sacó a la luz la falta de políticas públicas para prevenir la violencia y para que quienes estén en situación de riesgo puedan encontrar ayuda.

“Se ha normalizado la violencia y eso se puede convertir hasta en un meme. Sale una imagen de una chancla o un cinturón a la par de una frase que dice que gracias a eso una persona tiene éxito. Con eso se romantiza la violencia, como si fuera la única forma de alcanzar el éxito”, dice Luis Fernando de León Laparra, jefe de la Defensoría de la Niñez.

Eso fue evidente en el caso de la niña de San Juan Sacatepéquez, que se expuso al inicio de este reportaje. La periodista Sonia Pérez evidenció que Alejandro Herrera, diplomático del Ministerio de Relaciones Exteriores, comentó en Facebook la noticia de la niña con esta frase literal: “Tanto escándalo, a todos nos chicotearon así. No pasa nada, somos gente de bien y así aprendimos a obedecer”.

El Ministerio Relaciones Exteriores dio a conocer que rechaza esa postura y que la publicación estaría en análisis para evaluar la medida disciplinaria correspondiente.

Destruir el mito de que se llega al éxito a través de la violencia es parte de la estrategia de la PDH, explica el funcionario. Para ello se ideó un plan llamado “Las tres D, desmitificar, desaprender y denunciar”.

A través de ese plan se espera primero capacitar a funcionarios públicos, luego difundir el mensaje a través de sociales para llegar a un primer paso: lograr que el gobierno cree un teléfono y que difunda de forma masiva para que los niños, niñas y adolescentes denuncien la violencia que sufren.

¿Qué hacer?

La pandemia por coronavirus no detuvo las agresiones ni las violencias contra los niños, niñas y adolescentes. Otto Rivera, director ejecutivo de Ciprodeni, incluso dice que los casos reportados no reflejan la totalidad de las víctimas. Eso refuerza la necesidad de reportar a las autoridades.

Si conoces a alguien o tienes sospechas de maltrato contra niñas, niños o adolescentes, puedes abocarte a estas instituciones:

Defensoría de la Niñez de la PDH: 1555
Ministerio Público: 1572
Policía Nacional Civil: 110
Procuraduría General de la Nación: 1546

También es posible abocarse al Modelo de Atención Integral de Niñez y Adolescencia (MAINA), que empezó a funcionar en julio de 2019. Este es un espacio que aglutina a todas las instituciones públicas que trabajan en casos de violencia infantil y que brinda atención integral con albergues, atención psicológica, social, en salud y jurídica.

Esas opciones podría considerarse que son “instituciones del mundo adulto”. Por ello es necesario crear puentes entre los niños y niñas y las herramientas de comunicación que utilizan en su vida cotidiana para atender sus necesidades emocionales y prevenir que sigan siendo víctimas de violencia.

“No hemos sabido comunicar ni dialogar en el marco de la pandemia con las niñas y niños. No han habido mensajes claros y claves para decirles que tener miedo, angustia, enojo es normal en el marco de la pandemia. Guatemala va a necesitar una estrategia nacional para la atención de traumas psicosociales del confinamiento”, enfatiza Rivera.

*Este reportaje es parte de la campaña multi-formato El Colmo, liderada por CARTI (Central de Artivismo e Innovación) y acompañada por diversos medios digitales.


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