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Por el bien de todos, hablemos a la juventud de sexo

Necesitamos hablar de sexo con los adolescentes. Según la Encuesta Nacional de Juventud, más del 50% de los encuestados reportó haber tenido relaciones sexuales entre los 15 y 18 años. Un 13% dijo que tuvo su primera relación entre los 12 y 14 años. Este grupo etario vive habitualmente en el hogar familiar, el 74% de ellos con ambos progenitores y el 26% en hogares monoparentales, principalmente con la madre. El 80% de los jóvenes dijeron que nunca se habían casado (75.3% en las mujeres, 85.9% en los hombres), en tanto que solo el 15.7% sí lo estaban en el momento de la Encuesta.

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Esta serie es un proyecto de Nómada y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA.

Foto: Guatemalasecular.org (Creative Commons)

Esta serie es un proyecto de Nómada y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, para que más voces hablen sobre la realidad, los derechos de las mujeres y su forma de ver el mundo.

Los datos anteriores demuestran que la juventud está ejerciendo su sexualidad, pero ¿cuántos y cuántas de ellas la ejercen libre, informada y con responsabilidad? ¿Cuántas personas, adolescentes y jóvenes, que estando “bajo el cuidado” de personas adultas, se esconden y mienten sobre el ejercicio de su sexualidad? Muchas veces hemos escuchado a padres y madres decirles a sus hijos que no deben tener novia hasta que terminen sus estudios o hasta que puedan mantenerse económicamente por si solos, y en el caso de sus hijas hasta que se casen. Inclusive si los ven con amigos y amigas, les arman un lío que los avergüenza.

Sin darse cuenta, estas actitudes están deformando la humanidad de sus hijos adolescentes, distanciando su proceso formativo de su desarrollo biológico, convirtiendo todo lo relacionado a su sexualidad en algo oculto, bajo un fundamento económico, para su disfrute.

La independencia que se les exige a éstos jóvenes es económica, pero sin ninguna formación sobre una sexualidad responsable, en donde ellas y ellos sean capaz de tomar decisiones y asumir sus consecuencias sobre la base de conocimientos e información. Los entornos familiares, se convierten en ese sentido en el espacio donde se aprende a mentir, ocultar o reprimir la sexualidad.

Así se van construyendo seres humanos infelices e incapaces de desarrollar armónica y coherentemente todas y cada una de sus dimensiones, incapacitándolos tanto para producir, como para compartir y potenciar su humanidad con otras personas, con sus futuras parejas.

En el devenir histórico de la sexualidad, hemos ido y venido de la prohibición al riesgo, pero no nos hemos atrevido a ir más allá, a la potenciación de la sexualidad como un componente básico y fundamental del ser humano a través del cual puede realizarse. Pero para eso también hay que aprender. Tiene que llevar un proceso formativo y los adultos que les acompañan deben comprender que es imprescindible que este proceso sea lo más libre y emancipador posible, lejos de concepciones y sermones moralistas y, menos aún, condicionar su disfrute a su autonomía económica.

¡No es hasta que puedan comprarse un condón con su propio dinero o hasta que vivan en su propia casa que puedan tener el derecho del ejercicio de su sexualidad!

Esto, como muestra la Encuesta, no disuade a los jóvenes. Los que decidan vivir la experiencia, lo harán a escondidas y mintiendo, por lo que el mensaje que estamos transmitiendo con esto es que sean “deshonestos”. Y otros la ejercerán con violencia convirtiéndolos en seres despreciables por violadores o acosadores sexuales.

Es importante que todas y todos comprendamos que las cuestiones relativas a la vida sexual se vinculan de forma estrecha a los problemas de la salud de las personas, y el logro de una adecuada salud sexual, sin represiones de ningún tipo, constituye uno de los requisitos indispensables para el buen vivir de las personas.

Algunas feministas hemos venido discutiendo sobre nuestros sueños para una vida plena. Y sostenemos que uno de los elementos estratégicos que debemos resignificar y transformar es la forma como disfrutamos de nuestra sexualidad. Esa sexualidad que comprendemos como una dimensión de la personalidad que se construye y expresa desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida a través del conjunto de prácticas, normas, sentimientos, emociones, necesidades, así como relaciones sociales y políticas históricamente construidas que favorecen las posibilidades de disfrute del cuerpo y la mente y potencializa las capacidades eróticas y creativas del ser humano.

Esto provoca que la reproducción humana suceda por decisión y de una forma digna. En ese sentido, nuestra propuesta desde la Asamblea Feminista para 2013 parte del hecho de que este primer ámbito de la vida ha de ser libre y desarrollarse en plenitud, con información y responsabilidad.

Pero, cómo desarrollamos personas libres y en plenitud, si a lo largo de los siglos, y aún con procesos de transformación que hemos experimentado en nuestra historia, la sexualidad ha sido formada tradicionalmente en la cultura del ‘no’, de las prohibiciones, la represión, el miedo, el silencio, los sermones moralizantes y la incomunicación. La formación de la niñez, la adolescencia y la juventud es una responsabilidad que asumen las personas adultas que están cerca de esta población.

La vida sexual es fuente de placer y de felicidad, pero también puede ser fuente de todo lo contrario, todo depende de cómo sepamos aplicarla y de la forma que acompañemos a los y las jóvenes a vivirla y que puedan ser personas solidarias, honestas, responsables, sinceras, libres y emancipadas, por el bien de todos los seres que cohabitamos esta tierra.

maría verónica sajbín velásquez
/

Feminista, maya ki’ché, activista política por la emancipación de todas y todos.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Jorge Stalling /

    04/12/2017 6:43 PM

    Excelente articulo. No se puede seguir pensando que por no hablar de ello el problema va a desaparecer. Es fácil observar que en paises con alto índice de educación como Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca el nivel de VIH y emparazos infantiles es casi nulo o no significativo. La eduación en cualquier aspecto de la vida es la piedra filosofal, la piedra angular del bienestar de una sociedad.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Olga Villalta /

    29/11/2017 5:39 PM

    Además sería genial que se "eduque para el placer", es decir así, como podemos transmitir el gusto por la música, por el deporte, por la pintura, también se puede transmitir el gusto por el ejercicio de la sexualidad de manera enriquecedor y basada en derechos humanos. Una concepción en que la y el joven se involucran desde la visión de que el otro o la otro es un sujeto/a de derechos, no un objeto de placer, sino un/a sujeto/a de placer.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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