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Bolsonaro: la propuesta neoliberal, ultraderechista y neopatriarcal que ganó en Brasil y avanza en toda la región

El poder económico, financiero y empresarial, lo militar y la religión evangélica confluyen en el paradigma Bolsonaro. A contrapelo del grito de Ni Una Menos y el reclamo por el aborto legal que de manera expansiva, de sur a norte, reavivó una llama feminista en América Latina y el Caribe; la política tradicional marca un repliegue que amplía las zonas de riesgos y nos impone fortalecer las tramas de nuestras resistencias.

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Foto: AP

En esta atmósfera de fascismos institucionalizados desde la llegada de Donald Trump, todavía no se crearon las palabras para nombrar la propuesta neoliberal, ultraderechista y neopatriarcal que ganó las elecciones en Brasil pero que también avanza en la región de distintas formas: entre candidatxs ultraconservadores en distintos niveles electorales y movimientos antiderechos y fundamentalismos religiosos que ahora toman las calles. El domingo, mientras Jair Bolsonaro se convertía en el próximo presidente brasileño, en Argentina se hacía la primera marcha contra la “ideología de género” bajo el lema “Con mis hijos no te metas”. El poder económico, financiero y empresarial, lo militar y la religión evangélica confluyen en el paradigma Bolsonaro. A contrapelo del grito de Ni Una Menos y el reclamo por el aborto legal que de manera expansiva, de sur a norte, reavivó una llama feminista en América Latina y el Caribe; la política tradicional marca un repliegue que amplía las zonas de riesgos y nos impone fortalecer las tramas de nuestras resistencias.

No son dictaduras. Son democracias de baja intensidad. Bolsonaro gana con Lula da Silva preso y proscripto por la justicia electoral. La única certeza que se planta frente a esta realidad en la que la crueldad entra en las urnas y arrasa: seguir construyendo comunidad, contra el neoliberalismo, ensanchar la “casa feminista”. “Seguir vivas y seguir luchando”, como acuerdo logrado en el primer encuentro internacional de mujeres que luchan convocado por las zapatista para el último 8 de de marzo está vigente y se vuelve estructural. Puede repetirse como un mantra, como un conjuro antifascista que enlace nuestro presente con la fuerza de luchas ancestrales: “Seguir vivas y seguir luchando”.

Los feminismos tienen pactos de supervivencia históricos y una ética feminista del cuidado entre nosotrxs que hoy, a la intemperie, es lo único que puede mantener la idea de un futuro en nuestro imaginario. Esta obstinación con la supervivencia y el deseo de vivir una vida digna junto con los pactos políticos entre nosotras toman un rol clave en este momento.

Este escenario regional, a su vez, debe leerse en un proceso de repatriarcalización de los Estados. Hace tan solo cuatro años, se dio una coincidencia insólita en Latinoamérica y el Caribe: cuatro mujeres eran presidentas al mismo tiempo. Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Dilma Rousseff en Brasil, Michelle Bachelet en Chile y Laura Chinchilla en Costa Rica. Ahora, no queda ni una. Es evidente que la presencia de mujeres cis, lesbianas, travestis o trans no es garantía de una propuesta feminista. Durante los gobiernos de Fernández de Kirchner, Rousseff y Bachelet se ampliaron derechos para las mayorías.

Ante el triunfo de Bolsonaro, casi en cadena salieron a felicitarlo el presidente chileno Sebastián Piñera, Mauricio Macri de Argentina y el mexicano Enrique Peña Nieto. Se rompen los pactos y acuerdos democráticos, al tiempo que se reactualizan cofradías entre machos.

Las mujeres, lesbianas, travestis y trans fueron las primeras en movilizarse contra Trump en Estados Unidos; en México las zapatistas llamaron al primer encuentro internacional de mujeres que luchan; en Argentina lograron por primera vez que se debate en el Congreso la despenalización y legalización del aborto en el marco de un gobierno ceomachista, en Brasil salieron de manera masiva a las calles para decir #EleNão a Bolsonaro; las articulaciones feministas lograron llevar adelante una media de fuerza común en dos oportunidades: dos paros internacionales de mujeres, lesbianas, travestis y trans.  La conciencia del patriarcado como sistema económico, cultural, político, social que nos omite, nos oprime, precariza nuestras vida a diario y nos mata es cada vez más grande. Sin embargo la brecha entre esa conciencia y las respuestas institucionales concretas y los resultados en las urnas también se hace cada vez más amplia.

Es evidente que la forma de construir política feminista desborda el dique de contención en el que se piensa en forma y contenido la política tradicional. Y que la movilización anti-derechos en el nivel internacional constituye una respuesta al avance significativo de las organizaciones feministas. El paradigma Bolsonaro es el límite, el punto de inflexión que nos llama a repensar alianzas y reforzar nuestros propios pactos en nuevos escenarios donde la globalización parece haber quedado atrás, los acuerdos democráticos peligran, pero donde también nos sabemos juntas.

María Florencia Alcaraz
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María Florencia Alcaraz es conurbana, subtropical, periodista feminista y Licenciada en Comunicación. Co-dirige el portal de noticias feminista LATFEM e integra el colectivo Ni Una Menos en Argentina.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Víctor lopez /

    31/10/2018 9:09 AM

    No hay que hacer un chirmol, a la mujer femenina no le importa : el feminismo , ni trasvestis , ni todo lo que tenga que ver con desviaciones ... Ni a nosotros los varones nos importa esa agenda financiada por soros... En cuanto A Bolsonaro, hay que esperar como gobierna, ni ha asumido y la gente ya está prendiendo fuego...

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    en perspectiva /

    29/10/2018 10:40 PM

    esa ligereza de usar la palabra Fascismo a cualquiera que represente una contrariedad a tu forma de pensar lo único que logrará es que la palabra pierda impacto y con el tiempo a nadie le importe.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    César A. /

    29/10/2018 11:35 AM

    No, simplemente los ciudadanos están cansados de personajes como la escritora que desean imponer sus ideas retorcidas a la sociedad. Y no, no es facismo cuando alguien piensa diferente a cualquiera de ustedes zurdos.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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