En la televisión ha existido un doble estándar por mucho tiempo. Cuando los protagonistas de nuestras series favoritas son hombres borrachos, inestables, egoístas y llenos de defectos, los consideramos interesantes (ej., Walter White, Don Draper, Tony Soprano y cualquier otro de los antihéroes que han estado en el centro de las pantallas desde hace más de 20 años). Pero cuando un personaje femenino tiene las características que nos atrapan en los protagonistas hombres (su complejidad, su arrogancia, a veces su crueldad), de repente se convierte en alguien desagradable, un personaje que no nos cae bien.
Muchos guionistas han caído entonces en la táctica de asignarles características intrínsecamente masculinas a los personajes femeninos para hacerlas parecer interesantes. Estas son las tan mencionadas “strong female characters” que han dominado la cultura popular por décadas. Mujeres rudas, frías, no muy dadas a los lloriqueos; personajes femeninos que son sensuales pero no promiscuos, confiadas pero no arrogantes, inteligentes pero no insoportables, con algunos defectos pero no con muchos.
Sin embargo, desde hace unos años empezó una oleada de personajes femeninos, especialmente en el género de comedia, que les hacen contrapeso a las mujeres “fuertes”. Estos personajes “débiles” refutan la idea de que para ser complejo e interesante hay que tener características masculinas; estas son son mujeres que tienen muchas de las características femeninas más criticadas socialmente. Rebecca Bunch (Crazy Ex Girlfriend), Gretchen Cutler (You’re the Worst), Fleabag (Fleabag), Ruth (GLOW), Amy Jellicoe (Enlightened), Issa (Insecure), Sharon (Catastrophe), Sam Fox (Better Things), Piper (Orange Is the New Black) y Chris Kraus (I Love Dick) son algunas de las protagonistas de series que no juzgan a sus protagonistas, incluso cuando nos muestran lo peor de su personalidad; son personajes que tienen el derecho a cagarla, la libertad de ser fastidiosas, neuróticas, obsesivas, defectuosas, contradictorias, en fin, humanas.
En un ensayo titulado “Not here to make friends: On the importance of unlikable female protagonists” (“No están aquí para hacer amigos: La importancia de personajes femeninos desagradables”) , Roxane Gay dice que se siente atraída por personajes que no le caen bien a todo el mundo, esos que se comportan de formas inaceptables y que dicen lo que tienen en la mente y hacen lo que quieren sin pensar en las consecuencias. “Quiero personajes que hagan cosas malas y se salgan con la suya. Quiero personajes que piensen cosas horribles y tomen malas decisiones. Quiero personajes que cometan errores y se pongan a ellos primero sin pedir disculpas”. Tragicomedias de televisión como las que mencioné tienen heroínas como las que pide Gay: difíciles de querer, que pueden fastidiarnos a veces y a las que regañaríamos mucho si fueran nuestras amigas, pero que son vulnerables y francas a la hora de mostrar sentimientos y experiencias que a las mujeres nos han dicho muchas veces que debemos reprimir.
Tal vez ustedes piensan: “¿Pero por qué te importa tanto que odiemos a personajes ficticios, Juliana?”. Porque creo que si no somos capaces de empatizar con mujeres ficticias que se salen de las normas, en la vida real tampoco empatizaremos con mujeres de carne y hueso que son así. Las historias que contamos y las que consumimos pueden reforzar o cuestionar la discriminación que existe en el mundo real; las series que vemos pueden fomentar compasión y aceptación, así como pueden alimentar nuestra intolerancia. Cuando los medios y la sociedad nos mandan el mensaje de que solo seremos valoradas si somos “fuertes”, terminamos rechazando tal vez de forma inconsciente a los personajes que no lo son. Por eso son tan importantes estas series que tienen personajes que fallan, porque nos ayudan a normalizar un rango de cuerpos y comportamientos femeninos a los que no se les ha dado tanto protagonismo en la ficción aunque esté llena de ellos la realidad.
Esta revolución de comedias protagonizadas por mujeres furiosas e imperfectas empezó como una anomalía pero ya se está convirtiendo en la norma. Y aunque la existencia de estos shows no significa que todo está solucionado (que la mayoría de personajes que mencioné sean blancas y de clase media/alta sugiere que solo las mujeres de ciertas razas y ciertas clases tienen la posibilidad de ser débiles e imperfectas), los recibo con los brazos abiertos porque me han dado a muchos de los personajes más complejos que he visto en la pantalla chica.
Phoebe Waller-Bridge, la escritora y protagonista de Fleabag, dijo en una entrevista: “Veo la representación de cualquier personaje femenino creíble como algo feminista”, la artista Mary Reid Kelley dijo: “Creo que el feminismo se trata de representar la realidad” y en I Love Dick Chris Kraus escribió: “Creo que el hecho de que las mujeres hablen y sean paradójica e inexplicablemente auto destructivas pero sobre todo públicas es la cosa más revolucionaria del mundo”. Dejemos de pensar en los personajes ficticios como versiones idealizadas de lo que una mujer debería ser y dejemos que sean lo mejor que pueden ser: reales.
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