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La portada racista en “honor” al festival afrocolombiano Petronio Álvarez

La elección de la revista Fucsia de poner a la modelo cartagenera Julieta Piñeres como protagonista de su edición dedicada al festival afro más grande de Latinoamérica, el Petronio Álvarez, ha desatado una ola de indignación en torno al tema de la representación y la apropiación cultural en las redes sociales y medios de comunicación colombianos.

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Portada de septiembre de la revista colombiana Fucsia.

La revista de moda Fucsia, publicada en Bogotá por la casa editorial Semana, enfrenta grandes críticas porque en su portada quisieron “homenajear” a un festival afrocolombiano con la foto de una modelo blanca. Y con toda la razón porque en un país como este, que se proclama a cuatro vientos pluriétnico y multicultural, la apropiación cultural y el racismo han sido portada más de una vez, perpetuando así los lugares de poder y los privilegios de las personas blancas mestizas y el racismo y exclusión sistemática de la población afrocolombiana.

El Petronio Álvarez es una de las festividades afrodescendientes más grandes de América Latina. Lleva el nombre del gran músico y compositor afrocolombiano que nació en Buenaventura en 1914 y en sus 23 ediciones ha reunido a más de 600.000 personas con el propósito de reivindicar y celebrar las manifestaciones musicales, gastronómicas y culturales de los pueblos del pacífico colombiano, región en donde habita una densa población negra que a pesar de haber sufrido saqueos y exclusiones sistemáticas ha sido ejemplo de resistencia frente a los embates del racismo estructural y la discriminación de este país.

Pero a pesar de la clara intención de la festividad, es allí en donde año tras año estalla por algún lado el racismo de los colombianos. Y en esta oportunidad las protagonistas del episodio racista y de apropiación cultural fueron la revista Fucsia y la modelo de su portada.

El racismo en los medios de comunicación colombianos está tan naturalizado como en la vida social cotidiana de nuestro país. Tanto así que sólo en casos en donde el racismo es tan evidente como en esta portada las personas se indignan y pueden entender las dinámicas de apropiación cultural y racismo. Es interesante que la mayoría de las personas que comentaron las fotos de Fucsia intuitivamente notaran y expresaran que algo que no estaba bien con esta edición de la revista, pero también es increíble ver como siguen surgiendo comentarios racistas como este, escrito por una mujer afro en el Instagram de la modelo Julieta Piñeres: “los más racistas son los negros que discriminan a esta mujer como si tuviera la culpa de ser blanca”.

Pobre Julieta. Ella no tiene la culpa de estar inundada hasta la coronilla de  privilegios tan brillantes que le impiden ver y entender su propio racismo. Ese racismo que tantas mujeres afrodescendientes,  y afortunadamente otras tantas que no lo son, hemos intentado explicarle en todos los tonos y con todos los argumentos.

Como mujer afrocolombiana que ha trabajado en los medios de comunicación en Colombia he vivido el racismo, la discriminación y el privilegio blanco de muchas formas. Tanto en las limitadas oportunidades que tenemos las mujeres negras de tener lugares de representación en medios, como en las diferencias abismales de trato y remuneración económica que vivimos en nuestros trabajos.

Y es así que vemos los medios masivos de comunicación inundados de gente blanca porque “los afro e indígenas son una minoría”. Colombia es el segundo país con más población afro de Latinoamérica y, sin querer demeritar el trabajo, los esfuerzos y el talento de las cinco presentadoras negras que trabajan en televisión nacional, siempre las colocan a ellas de ejemplo para decir que los medios son “incluyentes”. Como si cumplir con una “mínima cuota de color” los hiciera menos racistas.

Quisiera mencionar que jamás había visto en Colombia los atuendos que llevaba Julieta en la portada de la revista. Y aunque para hablar en profundidad sobre esto necesitaría hacer una investigación muy juiciosa, sí vale la pena que nos preguntemos si todas las prendas de un país o comunidad del continente africano representan a todos los contextos y regiones en donde hay gente negra. ¿Será que una mujer del pacífico colombiano, por ejemplo, se sentiría representada por una prenda de vestir, digamos, nigeriana? Y es que ese es el principio básico de la apropiación cultural: banalizar, descontextualizar, comercializar y despojar de origen y significado los elementos de una cultura ajena a la realidad del que se la apropia. Y esta pregunta aplica tanto para las personas blancas como para los nostálgicos afrodescendientes de la diáspora.

En Colombia se justifica la apropiación cultural y se niega la realidad de exclusión que vive la gente afro bajo la ideología del mestizaje. De hecho en una de mis últimas publicaciones de Instagram compartí una parte del texto de Ochy Curiel, académica lesbiana feminista pionera en estudios decoloniales, en el que cita a (Lovell:1991): “La visibilización del racismo  en las sociedades latinoamericanas y caribeñas ha sido la ardua tarea que han tenido que asumir las organizaciones de mujeres afrodescendientes. Debido a la ideología del mestizaje el racismo se asocia a experiencias ligadas al aparthaid o a la segregacionismo como lo fue el caso de Estados Unidos y África del Sur”. (Curiel, 2007)

Pero lo cierto es que las sociedades latinas son profundamente racistas y se escudan en el mestizaje para negar su racismo y apropiarse de los espacios de representación y visibilidad. Así lo hizo Julieta Piñeres en su primer pronunciamiento sobre el debate:

Me siento súper orgullosa de mostrar una de las fiestas nacionales más lindas a las que he ido. Colombia es la mezcla de muchas culturas y cada uno de nosotros tiene algo de ellas en su sangre y piel así su color no lo manifieste. Lamento profundamente que algunos crean que lo afro solo le pertenece a un grupo de personas. Me cuesta creer que cualquiera que quiera enaltecer esta cultura desde un lugar que no es obvio sea atacado. Ojalá nos dejemos de pensar como regiones o colores y más como país. Seguro encontraremos un camino más rápido para avanzar hacia una sociedad incluyente quitándonos los estigmas del pasado. Apropiémonos todos de nuestras raíces y llevémoslas con orgullo y sin miedo. Gracias @revistafucsia”.

Podemos ver cómo ella entendió perfectamente para qué sirve la estrategia del mestizaje en Colombia: para borrar y blanquear lo negro. No somos una nación mestiza porque aquí no hay racismo, somos una nación mestiza porque Colombia es un país racista que siempre ha anhelado el blanqueamiento. Para que todo no se vea todo tan negro. Así lo hizo la revista Fucsia al elegir a una mujer blanca para su portada, para que toda la atención se quedara centrada en una mujer blanca de clase alta, y no en las figuras negras más importantes del Petronio.

En su texto, Julieta también suelta el típico “todo somos afrodescendientes aunque no se nos note”. El  antropólogo Eduardo Restrepo, director de la maestría de estudios afrocolombianos de la universidad javeriana, me comentó lo siguiente sobre los argumentos de Julieta Piñeres: “En esos planteamientos se evidencia el oportunismo culturalista, propio de las lecturas multiculturistas liberales de la diversidad, que además de confundir color con cultura desconoce las relaciones de poder que han constituido históricamente los despojos y fantasías dominantes sobre las corporalidades negras”.

Además la modelo “lamenta” que “algunos crean que lo afro solo le pertenece a un grupo de personas” invitándonos a cuestionar con su “lamento” si en un país que ha invisibilizado o blanqueado a las personas negras que han aportado cosas importantes a la construcción de esta nación, si en un país que excluye a las personas negras de los lugares de prestigio y visibilidad, si en un país que nos bombardea con estándares de belleza eurocéntricos en la mayoría de medios de comunicación, en pocas palabras: si en un país tan racista como Colombia es posible enaltecer lo afro desde el privilegio blanco.

Para mi definitivamente es un absurdo y una ofensa que la revista Fucsia diga que están honrando a las personas del Petronio colocando en la portada de su revista a una mujer blanca vestida con un montón de atuendos que ni siquiera son del pacífico colombiano (tampoco mencionan el origen de las prendas ni su significado, tal vez ni lo conozcan) y usando una foto en el contenido de la revista en donde esa misma mujer de la portada sale, todavía disfrazada, en medio de siete hombres negros que posan detrás de ella como si no fueran humanos sino objetos de escenografía.

Entonces, ¿es lo afro sólo para los negros? Al menos para mí, una cosa es disfrutar de lo afro, todos podemos hacerlo, y otra muy diferente es apropiarse de lo afro sin reconocer el origen de las tradiciones, como si fuera algo exótico, como un simple disfraz, pasando por encima de los creadores. Un ejemplo de esto es la reciente pelea por el Viche, bebida tradicional del pacífico que intentaron apropiarse y ¡PATENTAR! personas ajenas a la población negra de la cual es originaria. Y por supuesto que todos podemos tomar Viche, ese no es el problema. El problema es querer tener el monopolio de su producción, historia y potencial económico. La apropiación cultural es violenta porque pasa por las dinámicas del despojo, exclusión y blanqueamiento de las tradiciones afro. La apropiación cultural se usa para ocupar los espacios que le corresponden a la gente negra, como por ejemplo la portada de esta revista en la que debía salir una mujer afrocolombiana de Buenaventura.

Es muy problemática la invitación que hace Julieta a “apropiarse” y a “dejar de pensarnos  en colores y en regiones” pues no solo es una invitación cómoda para la gente blanca y privilegiada  como Julieta, sino que hace precisamente lo mismo que se han hecho con lo afro históricamente: invisibilizar, excluir, blanquear. Y el discurso de Julieta Piñeres es más común de lo que imaginamos. Empiezan hablando románticamente desde la nación mestiza, pluriétnica y multicultural, para justificar su presencia excluyente en los lugares de poder; para justificar y perpetuar la exclusión de la gente negra. Y lo predecible que fue la reacción de Julieta ante la indignación generalizada de la gente da cuenta de la insensibilidad y poca conciencia del racismo que tiene la clase blanca privilegiada de Colombia.

¿Por cuantas personas de un equipo editorial pasó la idea de colocar a una mujer blanca como protagonista del homenaje que la revista “quería” hacer a una festividad afrocolombiana?¿Cuánta diversidad hay en estos medios de comunicación y en sus equipos editoriales que nadie detectó el racismo de esta portada? ¿Son conscientes de lo importante que es la representación positiva de las feminidades afro en los medios masivos de comunicación?¿Saben lo importante que es para las niñas ver mujeres negras con las que se puedan identificar dignamente? Estas son apenas algunas de las preguntas que inundan las publicaciones de Julieta Piñeres y la Revista Fuscia.

Después de un par de días de haber publicado su primer texto, y frente a la indignación generalizada por sus palabras, Julieta no tuvo más remedio que aceptar públicamente que fue la protagonista de una situación racista. No sabremos si de un día para otro cambió de parecer, o si los cientos de comentarios explicando las implicaciones de su participación en todo esto la hicieron comprender, pero sí hay que decir que cuando nos negamos a ser cómplices de una situación racista, cuando no defendemos lo indefendible, cuando nos manifestamos frente al racismo y la discriminación, la gente no tiene más remedio que afrontar, aprender, disculparse y reparar.

Todavía hay mucho por hacer. La gente en el poder y en los medios de comunicación tiene el racismo tan interiorizado que incluso cuando invitan a mujeres Afrocolombianas a dar conversaciones necesarias como estas en sus programas les responden con violencia. Hasta las callan como lo hizo Julio Sánchez Cristo con Angélica Castillo Balanta en su programa radial de ayer en la W.

Tampoco es extraño que las tardías disculpas de Julieta hayan cambiado la indignación por halagos, pero sigue siendo impactante que algunos siguieran defendiendo su ¿inicial? indiferencia con comentarios racistas y discriminatorios.  Repiten con placer exacerbado que el “racismo no existe”, que “los negros son los más racistas” y que somos unos “resentidos”, mostrándonos que hay una larga batalla que debemos librar en contra del racismo en Colombia.

Pero hay algo esperanzador en medio es este capítulo desafortunado y es que poco a poco la gente está tomando conciencia sobre el racismo en Colombia. Estamos un poco más cerca de entender que la lucha en contra del racismo no es una responsabilidad exclusiva de las corporalidades negras sino de todos. La verdad es que sí fue muy alentador ver a tantas personas tratando de entender la situación y oponiéndose públicamente al racismo. Ser antirracista no es una tarea exclusiva de la gente negra, ser antirracista debe ser un compromiso ético-político de todas las personas de esta sociedad. Ahí sí sin importar la región, el género, la clase social, el origen el color de nuestra piel.

Sher Herrera
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Sher Herrera: comunicadora social y periodista, maestrante en Estudios Afrocolombianos, presentadora y co- creadora del proyecto audiovisual @cimarronas_ en el que se comparten temas sobre afrofeminismo interseccional.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    C.H. /

    06/10/2019 8:13 PM

    Excelente informe. Gracias

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Jose Gonzalez /

    20/09/2019 12:10 PM

    Excelente comentario y analisis. Gracias.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    Sher /

    26/09/2019 8:20 PM

    Si no puedes entender estudia más, el conflicto ya esta, Lo problemático es que veas en la solución del problema el problema mismo. Es como decir que lo que mata a la gente es hacerse exámenes que detectan y el cáncer. Es una estupidez porque el cáncer está y puedes hacer dos cosas revisarte y tratar de solucionar o pensar que si ignoras el cáncer se va a desaparecer. El racimo es un cáncer en esta sociedad.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Jvc. /

    21/09/2019 5:38 PM

    Con eso que cada quien se cree lo que no es. Seguro la muchacha se cree de raza negra, y si decimos que no, seremos tildados de fobicos y retrogradas.
    Asi que si es un homenaje a los negritos pues que se le puede hacer.

    ¡Ay no!

    2

    ¡Nítido!



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