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En Jutiapa, una familia combate el COVID-19 con agua de lluvia y apoyo comunitario

El insumo básico para combatir el COVID-19 le cae del cielo a la familia de Fermelicia González. Literalmente, del cielo. Su esposo es uno de los 7 casos positivos en el municipio de Comapa, Jutiapa, y durante más de dos semanas toda la familia ha permanecido en cuarentena. Sobreviven gracias a la lluvia y la empatía de su comunidad.

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Así lucen las cosas de la aldea El Naranjo.

La aldea El Naranjo está ubicada a 159.7 kilómetros de la Ciudad de Guatemala. En condiciones normales y con ayuda de un pickup el lugar queda aproximadamente a 45 minutos del parque central de Comapa. Pero desde que la tormenta tropical Amanda llegó, visitar la aldea es aún más difícil.

Renaldo Martínez, líder comunitario de El Naranjo, cuenta que después de las lluvias de esta semana el trayecto para ingresar a la aldea ya no parece camino, sino una quebrada. Renaldo es vecino de Fermelicia González Martínez y Efraín Sánchez Ramírez, quienes desde el 17 de mayo pasado, guardan cuarentena en su casa. Fueron los primeros dos casos de COVID-19 en la aldea. Junto con ellos, en la misma casa, viven siete personas más: sus hijos, su nuera y su nieta, de 11 meses.

Tras conocerse el caso de la familia, la municipalidad de Comapa estableció un cordón sanitario así que tanto la aldea El Naranjo, como la comunidad vecina, El Naranjito, están en cuarentena pues comparten el mismo nacimiento de agua.

“No podemos salir de la comunidad”, explica Renaldo.

En El Naranjo y El Naranjito, cuando no hay lluvia, el calor intenso afecta los cultivos de las familias. Destroza las cosechas de jocotes, maíz y frijol. Cuando llueve, el acceso a la aldea es imposible. Algunas casas sufren daños en el techo o las paredes.

Al igual que la mayoría de viviendas, la de Fermelicia está hecha de adobe. Una mezcla muy parecida al lodo. Su techo es de lámina y tejas. No cuenta con servicio sanitario. Utilizan un pozo ciego. Desde su casa, en total confinamiento, Fermelicia cuenta cómo ha cambiado su vida desde que su esposo se convirtió en el primer caso positivo de COVID-19 en la comunidad.

Efraín tiene 47 años, es diabético y trabaja en una empresa de seguridad en la ciudad. Un día empezó a toser y no paró hasta empeorar. Ante la sospecha de que no fuera una simple gripe, sus jefes lo enviaron a su casa.

“Lo mandaron al centro de salud de Comapa, le hicieron examenes y lo dejaron venir a la casa. A los dos días lo vinieron a traer”, cuenta Fermelicia.

Estuvo internado en el Hospital Temporal del Parque de la Industria durante 8 días. Cuando las pruebas confirmaron que el virus se había ido de su cuerpo, volvió a su casa.

El Centro de Salud de Comapa también le realizó pruebas al resto de la familia, incluyendo a la bebé de 11 meses, la nieta de Efraín y Fermelicia. “Todavía seguimos esperando los resultados”, cuentan los esposos. Mientras tanto, tienen prohibido salir de su casa para evitar la propagación del virus. Su aislamiento se extenderá hasta el 12 de junio.

También puedes leer: Comunidades de Gualán sobreviven con mangos y melones al cerco sanitario por COVID-19

El agua cae del cielo

En Comapa, el agua llega a través de tuberías al 67% de las casas, según el último censo nacional. Pero El Naranjo es una zona alejada y, a juzgar por sus condiciones, olvidada por las autoridades municipales. Allí la fuente principal de agua es un río que los vecinos intentan conservar en buenas condiciones porque dependen de él para lavar ropa, comer, bañarse y limpiar su casa.

“Nosotros nos abastecemos del agua del río, del nacimiento, no tenemos agua potable”, explica Renaldo, líder comunitario.

La familia de Efraín y Fermelicia están en estricta cuarentena y no pueden llegar al río para llenar sus tinajas de agua. Por eso los vecinos les han hecho llegar donaciones de bolsas de agua pura y algunos víveres enviados por la Municipalidad de Comapa. Sin embargo esa agua no alcanza para otros usos como el aseo personal o el lavado de manos constante que tanto recomienda el Ministerio de Salud.

“Estamos usando el agua de las lluvias. Para cocer frijoles agarramos del agua que llueve, para cocer atoles es lo mismo. También para bañarnos y lavarnos las manos, porque no podemos salir al río”, relatan.

En otros rincones del país, especialmente en el sur, la tormenta Amanda dejó muchos daños y obligó a familias a desalojar sus viviendas. Para esta familia, la lluvia ha llegado en el mejor momento. “¡Gracias a Dios está lloviendo!”, dice Fermelicia.

Y es que antes de las primeras lluvias, su familia apenas tenía agua para cocer un poco de atol o frijoles. Pero no para bañarse o lavarse las manos constantemente.

“Cuando no llueve a veces pasamos 8 días sin bañarnos”, cuenta la familia.

El apoyo de la comunidad

Además de la lluvia, el apoyo de los vecinos ha sido determinante para la familia de Efraín.

Aunque los vecinos también tienen restricciones de movilización fuera de la comunidad, son ellos quienes les hacen llegar víveres, granos básicos, azúcar, frijol y café. Y cuando no había empezado a llover, se ofrecían para ir a traerles agua al río.

“Nos dejaban los víveres como a tres metros y luego salíamos nosotros a traer las cosas, para no contagiarlos”, aclara Fermelicia.

A pesar que en otras regiones, ser diagnosticado como positivo de COVID-19 representa el rechazo de la comunidad o pone en una situación de riesgo a las familias en cuarentena, en El Naranjo la respuesta ha sido distinta. La familia no se ha sentido excluida, discriminada o rechazada.

Fermelicia lo explica de esta forma:

“Aquí entendemos que no es culpa de nosotros estar en esta situación, uno por más que trate de cuidarse siempre cuando a uno le toca, le toca, nadie puede decir que es su culpa, los casos se dieron así”.

La lluvia y el apoyo de la comunidad ayudan a la familia a enfrentar el encierro y la falta de recursos. Sin poder salir de su casa y sin dinero, la comunidad se ha encargado de dar seguimiento a los cultivos de la familia, especialmente ahora que es temporada de milpa.

Además, ninguno de los programas creados por el gobierno para apoyar a las familias vulnerables ha llegado a El Naranjo. Los líderes comunitarios y las autoridades religiosas también han organizado una colecta de recursos para dar apoyo.

La tarde del miércoles 3 de junio, la alcaldía de Comapa confirmó que hay 6 casos positivos más en todo el municipio. Con la propagación de los casos también aumentarán las medidas de confinamiento en las comunidades afectadas.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Alcario Cordero /

    04/06/2020 7:13 PM

    Muchas veces se habla mal de la gente de oriente pero no es así, acá lo podemos ver, han apoyado a la familia afectada y en los mejores momentos, un ejemplo a seguir por algunos otros lugares dónde hasta los quieren apedrear. Dios les bendiga.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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