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¿Qué está pasando en Ecuador y cómo la pandemia nos cambiará para siempre?

Ernesto Carrión es uno de los escritores más importantes de Latinoamérica. Desde Ecuador construyó una obra monumental que recorre por igual la poesía y la novela. Guayas, la provincia donde su ubica Guayaquil, la ciudad en la que reside, es hoy el escenario más dramático del coronavirus en el país sudamericano. Las imágenes de cuerpos abandonados en las calles son el rostro de las demoledoras cifras: 60 muertos y más de 1,900 infectados. ¿Qué está pasando en Ecuador? ¿Cómo la pandemia nos está cambiando? Para dar respuesta sostuvimos esta conversación.

Actualidad P258

Ernesto Carrión, escritor ecuatoriano

¿Te encuentras bien? ¿Cómo has vivido la pandemia sobre todo durante estos últimos días tan críticos?

Sí, me encuentro bien, al igual que mi familia. Sin embargo en los últimos días ha empezado a enfermar gente próxima, lo que significa que el círculo comienza a cerrarse y en algo atemoriza. Hasta que no te enteras de una persona que ha muerto que es familiar tuyo o familiar de alguien cercano, sigues imaginando que ocurre lejos de ti. Pero no es así. Somos un tejido sensible e interconectado. Entonces con el pasar de los días se comienzan a tomar más precauciones. El asunto con la pandemia es que muchos han disminuido el tema. Casi todos, gente radical de derecha o de izquierda. En definitiva, políticos, escritores y otros, que se han mofado del virus y después han debido callar ante la fuerza de este horror.

Todos sabíamos que tarde o temprano la pandemia llegaría a nosotros. ¿Cómo era el ambiente en Ecuador previo a que confirmaran los primeros casos?

Este país tuvo un paciente chino que llegó el 21 de enero y enfermó. En aquel momento las alarmas se encendieron y todo el país se mantuvo en vilo esperando por la prueba de coronavirus que demoró más de quince días. Y durante esos días la entonces ministra de salud, Catalina Andramuño, aseguró estar equipando, preparando el país para la llegada del virus. De hecho, afirmó que el Ecuador era el primer país de este continente preparado para enfrentar al virus. La ciudadanía, una vez que salió negativo el paciente chino con coronavirus, bajó la guardia y siguió con su vida normal. Además, confiando en su gobierno, depositando su fe en sus funcionarios del estado. ¿Y por qué no hacerlo? Nadie tomó medidas. Por esas dos razones: el paciente chino -quien de hecho falleció en Quito- había dado negativo; y nuestro país "era el primero en el continente en estar preparado".  

¿Qué hizo que detonara la situación en Ecuador? ¿Crees que se pudo haber contenido o minimizado su impacto a tiempo?

Cuando llega el primer caso de una mujer de la tercera edad migrante, que había venido de España a visitar a su familia, el gobierno arma un cerco epidemiológico y asume las medidas. Sin embargo, no todo esto pasó de modo correcto. Primero, porque apenas aislaron a los familiares en sus casas, sin brindarles tratamiento alguno. (Que aunque no lo hay, sí que existen medidas de asistencia médica que pueden servir; no sólo hacer el test). Y a la paciente, quien sería desde ese día tristemente estigmatizada y conocida como "Paciente cero" apenas se le brindó oportuna asistencia y se la mantuvo en observación hasta que murió. Y, luego, su hermana también falleció pero en su hogar. Entonces, empezó la real pandemia a recorrer Guayaquil y el país. En días.

Ahora, es difícil hablar en este país sin que se te endilgue estar a favor o en contra de las tendencias políticas predominantes. Sin embargo, sino reconocemos lo que aquí ocurrió de nada podremos prevenir que esto ocurra nuevamente. Considero que pudo haberse minimizado su impacto si, para empezar, ciertas autoridades no se hubieran reído o desafiado al virus con una ingenuidad irresponsable que viene de la ignorancia. Hicieron llamados a la gente a continuar con la vida de modo normal, a seguir con sus actividades y no atemorizarse, en plena emergencia con la aparición de la "Paciente cero". Algo que debió generar en muchos la idea de que el coronavirus era una tontería, una gripe, nada más. 

No es justo decir que es culpa únicamente de esa casta política arrogante, que no podía darse el lujo de ignorar una crisis mundial sanitaria. Guayaquil estaba pasando por el final de sus vacaciones. Previo al ingreso del periodo escolar. Muchos ciudadanos estaban viajando por Europa y Estados Unidos con toda la familia. Muchos migrantes estaban regresando a su país a pasear también. Y regresaron por esos días. Además, febrero coincidió también con fiestas de graduaciones de colegios, y algunos no las cancelaron. Siguieron adelante con estas fiestas a pesar de que había una alerta ya por el virus en el país. 

Pero no solamente reaccionaron tarde algunos funcionarios y la ciudadanía, sino que también era mentira que el país estaba preparado para algo así. ¿Y por qué habría de estarlo? Si ni potencias como Italia o España o Estados Unidos han estado preparadas. Nadie pudo adivinar la dimensión de esto. Pero por otro lado, esto no elimina la falta de seriedad y compromiso social y humano de parte de la misma población civil y los funcionarios.

Pareciera que nuestros gobiernos titubean al actuar porque no saben cómo manejar el dilema de proteger la salud sin el impacto que la cuarentena tiene en la economía. ¿Cómo vivieron este dilema en Ecuador?

Creo que los gobiernos titubean también porque jamás imaginaron algo de esta magnitud. Pero, claro, no quieren que la economía termine destruida. Por ejemplo, aquí se habla de levantar cuarentena el 5 de abril cuando ni en Italia ni en España aún lo hacen, y ellos comenzaron con este proceso antes. Las cifras no se ajustan a la realidad. Me refiero a las cifras de infectados y muertos. Y esto sucede porque, para empezar, NO HAY TESTS en ningún lado que no sean los que tienen costos y son privados. Y hasta esos son difíciles de hallar. Entonces el número de infectados es sobre el número de diagnosticados. Y el de muertos, es peor aún. No corresponde con lo que está ocurriendo.

De levantar la cuarentena, a favor de que no colapse la economía, saldrá la gente no contagiada y se contagiará o contagiará a otros quienes morirán. Entonces, ¿qué? Entonces nos dirán que hay que hacer una nueva cuarentena. Ni siquiera en China tienen claro esto. Y ya sabemos que una vacuna no podrá estar lista, circulando en nuestro país, sino hasta en más de un año. Ojalá no se les olvide que sin gente no existe la economía. El dinero y la actividad comercial no se producen solos. Y aún no hay robots. Solo eso.      

¿Han visto agravarse otras problemáticas sociales en medio de la tragedia?

Hay problemáticas sociales agravadas. Desde los personajes de la política que pretenden cazar a río revuelto dentro de una tragedia horrible que nos desmoraliza y nos hunde. Y que, en lugar de hermanarnos y empujarnos a abrazarnos y llorar por los muertos o correr por la salvación, nos continúan manipulando por votos, por tendencias, por las siguientes elecciones que, se olvidan también todos ellos, no podrán existir sin personas. Sin gente no hay un país. Sin gente no tendrán a quién gobernar. Entonces esas divisiones, regionalismos y discriminaciones nos terminan diluyendo en problemas que no son importantes en este momento.

Es verdad que Ecuador es un país formado por distintas regiones e idiosincrasia, pero somos también el mismo grupo humano que celebra fiestas patrias, goles de su selección de fútbol y llora con la canción a la virgen dentro de una iglesia. Y en este momento, más que nunca, los políticos deberían hacerse a un lado y servir. Dejar sus intereses, sus manipulaciones y permitir que médicos y políticas nacionales e internacionales de apoyo fluyan con decisión para mejorar esto. Para salvar vidas.  

Luego de este momento en que todos tememos de todos y nos aislamos ¿cómo crees que podremos reconstruir los lazos sociales?

Lo he pensado mucho. Y no creo que la gente salga de sus casas de una cuarentena (que quizás sea de meses, muchos meses) a abrazarse y besarse. Habrá seguramente una resistencia, un mecanismo de defensa e inseguridad en el ser humano por tocar al otro y adecuarse a los lugares públicos. Tomará tiempo. Y lo más seguro es que si esto se prolonga, nuestra vida termine siendo ciento por ciento virtual. Y eso definirá toda una sociedad en el futuro. En otras palabras, esta pandemia que ha dejado el mundo vacío y a los seres humanos como topos en sus madrigueras, cambiará nuestra vida para siempre.

Desde nuestra ingenuidad política hasta nuestra indolencia social. Hemos visto colapsar los sistemas de salud, hemos presenciado la ineptitud y la infame corrupción (aquí en Ecuador se intentó gestionar un contrato de sobreprecios de mascarillas, a 12 dólares cada una, en medio de este dolor. Si robar en la salud ya está mal, solo puedo pensar que robar en la salud mientras se muere tu propia gente te hace inhumano), pero también hemos presenciado la solidaridad y el modo en que personas desde sectores bancarios, empresariales e individuales articulan modos de ayudar a su sociedad.

Estas crisis nos desnudan como sociedad tal y como en verdad somos, lejos de los convencionalismos y la corrección política. ¿Cómo ves a nuestras sociedades ahora? ¿Quiénes somos frente al miedo y la tragedia?

Creo que la pandemia ha desnudado el adormecimiento generalizado con respecto a la política y a la sociedad, que todos estábamos viviendo. Y nos ha sacudido de tal modo que -elijo creer- no habrá forma de olvidarse de que aquí todos nos debemos a todos. Porque el individualismo se destruye incluso en el relato de un virus que no discrimina a quien mata. Que no se guía por clases sociales ni por currículos ni por oficios y, según parece, ni por edades.

¿Cómo la pandemia marcará nuestra identidad social y nuestro inconsciente colectivo?

Me parece que no solamente no volveremos a ser los mismos, sino que también la pandemia parece haber reducido en algo la banalidad en las redes sociales o las tendencias de moda, dándole paso a la concienciación de una emergencia mundial; aunque a veces se caiga en opiniones tendenciosas o sesgadas. Ante el contagio y la muerte de miles, hay muchas cosas que pierden importancia. Es igual que ante la muerte de una madre, qué importan una suma de dinero o la escritura de un libro. Igualmente, hay un mundo alerta a un drama real, al relato de una enfermedad que afecta a todos y desnuda nuestra fragilidad. 

Los seres humanos hemos estado acostumbrados a pensar que nada puede ocurrirnos, a que la muerte llega, por supuesto, pero no de este modo. No porque tocaste con tu mano un papel y te tocaste después el rostro. Menos, que fuiste a tu casa y contagiaste a tu madre o a tu abuelo y terminaste matándolos. Porque eso está ocurriendo. Y aquello está engordando el relato de una tragedia. Y es una tragedia porque en muchas de esas muertes no hay casi nada de decisión, sino que lucen guiadas por el azar y la mala suerte.

Ojalá que esta crisis fortalezca nuestra visión colectiva. Y nos ayude a elegir mejor a nuestros futuros gobernantes. Y a entender que la educación y la salud no pueden privatizarse. Asimismo, aspiro a que la cuarentena ponga en crisis al narcotráfico. Acabando así de una vez con los narcogobiernos. Aunque no sería nada raro que esos mismos narcos estén colaborando a terminar con el virus para poder continuar con sus negocios.

 

Pareciera que en Latinoamérica estamos acostumbrados a vivir en la crisis y la tragedia, ¿crees que la pandemia es diferente a nuestras experiencias pasadas?

Latinoamérica está acostumbrada a guerras, guerrillas, golpes de Estado, delincuencia, narcotráfico, etcétera. Y en ese caos organizamos nuestra sociedad y hacemos lo que mejor podemos. En mi caso, escribir. Crecemos desconfiando de nuestros gobernantes, de cualquier tendencia. Porque si algo nos ha enseñado la historia breve de nuestras repúblicas es que nos han mentido siempre, y nos han mentido tanto que ya nada esperamos de ellos. Sin embargo esta pandemia nos sacudió, quiero decir: esta situación de entender que hay gente muriéndose y otra gente que puede mejorar las cosas desde el servicio público fallando, te obliga a repensar tu posición como ciudadano de tu país, primero.

Luego la comparación con otras naciones como El Salvador o Francia ocurren con justeza. Y te preguntas si no es hacia allá donde buscar ejemplos, o algo a lo que uno debería aspirar como gobierno. Yo de Ecuador no espero nada, desde mi particular experiencia. Me decepcionó profundamente en el gobierno anterior cuando murió mi padre y dejaron libres a sus asesinos. Me decepcionó profundamente este gobierno cuando la UARTES (Universidad de las Artes) a pesar de mi trayectoria literaria me negó la postulación a una titulación por trayectoria. Y, ahora, me decepciona cuando deja morir a la gente en sus casas y calles. Cuando en lugar de salvar vidas están pensando en negocios. Un desastre. Por suerte el Ecuador es más que sus gobiernos. El Ecuador es, sobre todo, su gente.

¿Cuáles son los mayores retos que Ecuador enfrenta ahora y enfrentará en el futuro?

En este momento el mayor reto es lograr controlar la curva ascendente de la pandemia. Y habilitar hospitales y respiradores. Al igual que dotar a los médicos de los implementos que requieren. Así como adecuar inmediatamente los servicios mortuorios. Todo ha colapsado. Cuando algo como esto ocurre, todo lo que es corrupto y que no funciona de un gobierno y ha sido hasta el momento semitangente se desnuda por completo. La fachada se cae y ves que atrás no hay nada. Desafortunadamente nos han adormecido y obligado a vivir con esa fachada, con las ciudades disfrazadas y con las propagandas que nos generan la confianza distante de que el gobierno está haciendo bien las cosas.

Como te digo, una crisis como ésta desnuda todo. Y allí muestra su real naturaleza. Espero que la población no siga dejándose engañar y que demande lo que le pertenece por derecho. Acceso a una vida con educación y salud y seguridad. Que ahora más que nunca ha quedado claro es un total fracaso. Sobre todo donde campean el irrespeto y el arribismo de ecuatorianos para con ellos mismos. Donde algunos pretenden mejorar su vida a costa del bien común.

Como escritor, ¿cuál crees que es el papel de la literatura en estos tiempos duros?

No sé si algunos colegas tengan la cabeza para escribir literatura. Pero algunos sí han puesto su intelecto en servicio de artículos que narren esta pandemia y el modo en cómo nos desnuda y afecta como sociedad. Y, tal vez, ahora los escritores debamos opinar, y no callar. No tener miedo a que se tomen nuestras opiniones como posturas a favor de un político u otro. Porque ahora no se trata de ideologías ni de cultura. Se trata de humanidad, pura y compleja. Y la literatura, la que imagino en la siguiente década contará la narrativa de esta pandemia (habrá poemarios, teatro, cine y novelas por montones), ojalá sea contada por nuestros hijos, por aquellos que están viviendo esto en completo silencio dejándose guiar por los adultos y su mundo en crisis. Ellos quizás podrán leer mejor todo este desastre que hicimos; y el esfuerzo que haremos por recuperar el mundo.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Raul Garcia Salas Hernandez /

    03/04/2020 7:54 AM

    Debiera enfocarse el tema de salud en tener insumos para hospitales y personal de salud y a estos asignarles un bono de emergencia por su arriesgada labor, y el tema económico circunscribirlo a la emergencia y no aprovechar para un Joviel, un Parlacen y Dipugangsters que están atentos.......

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Carlos Cevallos /

    01/04/2020 7:05 PM

    Buen Día. En el párrafo de introducción a la entrevista mencionan el nombre de la provincia de la cual es capital la ciudad de Guayaquil como "Las Guayas". El nombre correcto es simplemente "Guayas". La provincia tiene ese nombre debido al río Guayas, el cual atraviesa la provincia y desemboca en el golfo de Guayaquil.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

      Avatar

      /

      02/04/2020 12:06 PM

      Muchas gracias por la observación. Haremos el cambio.

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!



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