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Por algo le dicen “fiesta electoral”, porque al siguiente día —o los días siguientes— queda una sensación entre cansancio, frustración y una goma moral de preguntarse si se han hecho bien las cosas como sociedad. Quizá Sandra Torres no tenga esos pensamientos, porque a ella pareciera que sí le han funcionado sus estrategias para encaminarse de nuevo a un balotaje y aspirar a su ansiada presidencia.
Anotemos algunos puntos importantes para hacer una lectura más o menos equilibrada de los comicios del domingo.
Primero, Sandra Torres demostró que ha mantenido las bases rurales de su partido y ese caudal le permitió mantenerse en dos ocasiones en segunda vuelta —en 2015, fue a balotaje con Jimmy Morales—. La candidata Torres perdió, por ejemplo, en el departamento de Guatemala, con 12.59%, donde los capitalinos se inclinaron por Giammattei (16.88%) y Edmond Mulet (15.40%).
Esta misma fuerza hizo que la UNE consiguiera mayoría de diputados. En el listado nacional consiguió mayoría con el 18.06% de los votos; mientras, en el distrito central, fue el Movimiento Semilla tuvo la mayoría de los votos (16.41%). Esto lo entendieron candidatos, como el excontralor Carlos Mencos, quien se postuló por el distrito de Escuintla y logró una curul.
Segundo, Alejandro Giammattei aprovechó bien las bajas de Thelma Aldana y Zury Ríos para posicionarse en un segundo lugar y colarse por primera vez —después de ser el eterno candidato presidencial— a un balotaje donde confía que el anti-voto a Sandra Torres incline la balanza a su favor.
Torres aventajó a Giammattei con 514 mil 308 votos de diferencia. Pero, hay que tomar en cuenta que para una segunda vuelta los análisis de datos tienen que darle valor a las alianzas políticas que puedan existir entre ambos candidatos. En eso, la candidata Torres tiene más experiencia que Giammattei, pero tampoco garantiza que los acercamientos con los partidos derrotados y sus financistas se conviertan en votos.
Tercero, la comparación de los resultados finales con los estudios de opinión explicaron lo complejo y atípico de este proceso. Que, si bien fueron pocas las sorpresas, el balance de poderes dividió la preferencia del electorado. Por ejemplo, Roberto Arzú, el abanderado de la coalición PAN-Podemos, no captó la preferencia final del votante. El FCN fue el más derrotado y el MLP consiguió, con una campaña más austera, posicionarse en un sólido cuarto puesto, incluso muy cerca de escalar a un tercer lugar ocupado por Mulet.
¿Por qué el FCN fue el mayor fracaso? Y no solo por los números que consiguió Estuardo Galdámez (4.14%, 180,404), también porque la figura de Jimmy Morales, sus discursos confrontativos y su alejada postura de unidad mandó a la lona el partido que lo llevó al Gobierno. Se salva por las ocho diputaciones que consiguió, pero pierde poder para la próxima legislatura. Galdámez, la excandidata a diputada Alejandra Carrillo y otras personas del partido fueron señalados de entregar dinero a cambio de votos, estrategia sucia que no les funcionó.
Cuarto, el Congreso tiene un respiro. El Pacto de Corruptos se fragmentó y si bien, quedan personajes cuestionables y oscuros, el balance de poderes puede transformarse en algo positivo para la novena legislatura. Hay un cuco y es que la UNE consiguió mayoría, e independiente de quien sea electo en el Ejecutivo, hará difícil la negociación de reformas en el sistema —por ejemplo, mejorar la Ley Electoral y de Partidos Políticos—.
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En la semana de resaca electoral hay protestas en municipios de por lo menos siete departamentos por la inconformidad de los resultados, mientras el TSE termina de escrutar las mesas que aún faltan, en algunos casos, no terminan por los municipios donde fueron suspendidas las elecciones. Se tiene que definir el proceso para repetirlas —o realizarlas—.
En Coatepeque, por ejemplo, el ambiente se crispó y se tuvo que pedir presencia de antimotines para impedir que una manifestación se tornara violenta.
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En tema no electoral, pero que no hay que obviar es la situación de los migrantes y la amenaza de Donald Trump de deportar “millones” de indocumentados la próxima semana. Si bien el presidente de Estados Unidos tiene un discurso demagógico que lo ha acompañado desde que fue candidato presidencial, su anuncio no hay que tomarlo a la ligera, sobre todo, cuando en una publicación posterior adelanta que ya el Gobierno de Guatemala está por firmar un acuerdo de seguridad con Estados Unidos para convertirse en “tercer país seguro”.
....long before they get to our Southern Border. Guatemala is getting ready to sign a Safe-Third Agreement. The only ones who won’t do anything are the Democrats in Congress. They must vote to get rid of the loopholes, and fix asylum! If so, Border Crisis will end quickly!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 18, 2019
El medio La Voz de América tuvo acceso a una copia sin firmar del borrador del acuerdo el cual establece un protocolo que obligaría a los migrantes "que huyen por persecución de El Salvador y Honduras" a solicitar asilo en Guatemala, como país intermedio entre México y Estados Unidos, pero, si estos continúan su camino hacia el norte, serán deportados sin ninguna posibilidad de apelar.
Trump entra en campaña para una reelección y adoptará —como lo hizo en la anterior— su discurso en contra de la inmigración; en esta ocasión, apelará de que ya conoce los mecanismos para frenar el tránsito de personas como reducir el apoyo financiero a programas que financia en el Triángulo Norte.
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