La foto del jefe de FCN y el capo histórico del narco, ¿qué significa?

En las democracias de sociedades diversas en el año 2019 es difícil que pueda haber visiones de mundo tan similares que se organicen permanentemente detrás de un solo partido, o de dos partidos, y terminan por convertirse en coaliciones políticas. Incluso en sistemas con reglas para que solo haya dos partidos, como Estados Unidos, los partidos terminan girando en torno a coaliciones políticas.

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Entonces encontramos debates entre los conservadores/liberales de Estados Unidos que justifican su apoyo al impresentable Donald Trump porque “es demasiado difícil apoyar a la otra coalición” (aquí está el podcast de Vox). Esa ‘otra’ coalición, representada ahora por el partido demócrata, incluye a quienes luchan por los derechos de las minorías étnicas de afroamericanos y latinos, por los derechos plenos de las mujeres, por las minorías de la diversidad sexual, los valores cosmopolitas, la seguridad social universal y la preocupación por el cambio climático. Esa ‘otra’ coalición está dividida sobre su apoyo al libre mercado, al respeto del individuo, al rol de Estados Unidos en política exterior o sobre el rol de la religión en política.

Como el mundo está bastante globalizado, y como la diversidad es una de las marcas de nuestra época, aquí en Guatemala también ejercemos esa política de coaliciones.

Además un detalle. Como Guatemala (y buena parte de América Latina) orbita en torno al poder ‘colonial’ estadounidense, recibimos una gran influencia política, tanto de la coalición ‘conservadora’, con Trump a la cabeza, como de la coalición ‘progresista’, ahora con Ocasio-Cortez a la cabeza. Y no es un uso retórico de la palabra colonial. Las repúblicas latinoamericanas nos independizamos de nuestros imperios de España y Portugal en el siglo XIX, pero solo para trasladar nuestras dependencias y lealtades coloniales hacia Inglaterra, Francia y Estados Unidos. En los siglos XX y XXI, la mayor parte de América Latina se ha emancipado política, económica y culturalmente de nuestros imperios, pero en Guatemala todavía nos queda camino por recorrer.

¿Cómo era la coalición que respaldaba a Jimmy Morales?

Una de las características más interesantes de la política de coaliciones es que no son estáticas. Como cita Lee Drutman, si se ve descarnadamente, en Estados Unidos gana unas elecciones el que más enemigos logre cohesionar detrás de un grupo. Sí, “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”.

En 2016, cuando Jimmy Morales llegó al poder por carambola (y trampas de financiamiento electoral), tenía una coalición amplia detrás. Estaban militares, la élite empresarial, diputados corruptos y diputados cercanos al crimen organizado, centristas, gente progresista de las plazas de 2015 e incluso fiscales que habían ayudado a desmantelar La Línea de contrabando del gobierno del Partido Patriota. Traducción: los militares Bustamante y Melgar Padilla; el G-13 empresarial que lo había financiado a espaldas de la población y le ayudaba a escoger ministros como Julio Héctor Estrada; los diputados Giordano, Estuardo Galdámez, Puñalito Ovalle o el acusado de asesinar periodistas Julio Juárez; Quique Godoy, de centroderecha; la progresista Lucrecia Hernández Mack; o exfiscales como Francisco Rivas y Juan Solórzano Foppa. Una coalición legitimada desde la opinión pública por intelectuales liberales, como Daniel Haering.

Una coalición, claro, en la que los impresentables, los militares más feos, los narcos, los corruptos, los PP-Líder, estaban hasta atrás en el salón. Jimmy Morales acudía a Washington y a las cenas de gala acompañado de sus ministros presentables, los estrella, Lucrecia Hernández Mack o Francisco Rivas.

Era una coalición extraña. Una coalición insostenible. Ahora argumentaré por qué.

Jimmy Morales ganó las elecciones con una mayoría apabullante vendiéndose como el representante de las plazas de 2015, que manifestaban contra la corrupción y la impunidad, inspirados e indignados por las investigaciones del MP de Thelma Aldana y la CICIG de Iván Velásquez, y la valentía de jueces como Miguel Ángel Gálvez, Claudia Escobar o Gloria Porras.

La coalición que Jimmy Morales había formado para gobernar, entonces, era un engaño para la coalición de sus votantes, que reclamaban una forma de gobernar radicalmente opuesta a la de los políticos de los que se habían desembarazado: Roxana Baldetti, Otto Pérez Molina, Manuel Baldizón, Alejandro Sinibaldi, Sandra Torres.

Pero no. Jimmy Morales era parte de la misma coalición. Era el presidente soñado para esa coalición.

Era un no-militar, un inexperto, alguien ‘bueno, pero mal asesorado’, alguien de a pie, alguien con el sencillo apellido Morales y el nombre popular de Jimmy.

Esta coalición tuvo un rompimiento definitivo.

No fue en diciembre de 2016 con la investigación del MP y la CICIG por un caso de corrupción de US$30 mil de la patriota Anabella de León en 2013, en el que participaron el hijo y el hermano de Jimmy Morales.

La ruptura definitiva fue en agosto de 2017 cuando el MP y la CICIG investigaron los US$2 millones escondidos por Jimmy y sus financistas de la élite económica en la campaña 2015.

Con la declaratoria del non-grato a Iván Velásquez salieron de la coalición los representantes de la coalición de las plazas de 2015, y sus equipos. Lucrecia Hernández Mack, Quique Godoy, y aguantaron unos meses más, para proteger las instituciones, Foppa y Francisco Rivas.

Cómo es ahora la coalición que respalda a Jimmy que ahora es representada por Galdámez, Betty Marroquín y ¿Arnoldo Vargas?

A partir de agosto de 2017, Jimmy Morales consolidó otra coalición. La coalición estuvo cohesionada, pegada, orientada, por una sola misión: expulsar a la CICIG del país.

¿Y quiénes conforman esta coalición? 1) Los militares más impresentables, los Avemilguas, ya descarados en su militarismo. 2) Los más corruptos de PP-Líder corriendo como candidatos ellos o sus familiares en FCN, el Partido Unionista, PAN-Podemos, Todos, Valor. 3) La cínica y corrupta UNE. 4) El corrupto monopolio de los canales de Albavisión. 5) La mayor parte del Cacif y la Cámara de Industria. 6) Una alianza de Jimmy, narcodiputados, Baldizón y el empresario Juan Maegli financiando un lobby en Washington. 6) Tuits a mansalva por grandes empresarios como Juan José Gutiérrez. 7) La mayor parte de la élite empresarial que compró el discurso de Guatemala Inmortal, que tiene a una de las suyas, Betty Marroquín, como candidata vicepresidencial de FCN. 8) Personajes como Arnoldo Vargas, el primer extraditado por narcotráfico hacia Estados Unidos y quien podría ser candidato de nuevo a alcalde por Zacapa, apoyado por FCN.

¿Puede una foto marcar la dirección política de una coalición?

No es la primera vez que Estuardo Galdámez tiene una relación cómoda (‘cozy’) con una persona relacionada al narcotráfico. Una investigación de elPeriódico lo señaló de quedarse con unas empresas que eran propiedad de la familia Lorenzana, acusada también de tráfico de drogas.

Vargas (izquierda) y Galdámez (centro) en la celebración del Adolfo V. Hall en Zacapa.

La foto fue en un almuerzo de exalumnos de la escuela militar Adolfo V. Hall. Y hubiera sido quizás aceptable si por cortesía se estrechan la mano a medio pasillo. Pero no. El candidato presidencial de FCN se fue a sentar y a comer en la misma mesa que don Arnoldo Vargas.

Porque una vez herida la CICIG, con sus cabezas dirigiéndola desde fuera de Guatemala, la coalición que respalda a Jimmy Morales se apresta a su próxima batalla. ¿Y cuál es esa próxima batalla? Construir un modelo autoritario en el que los invitados a la mesa principal son los miembros del crimen organizado.

¿Qué van a hacer ahora los decentes de la coalición de Jimmy o los neutrales?

Esto pone –debería poner– en una disyuntiva a los integrantes más decentes de la coalición que respalda a Jimmy Morales. Mantenerse en la coalición o abandonarla.

Abandonarla, en este momento de tensión política máxima, es unirse a la otra coalición. Y en la coalición que busca mantener los ideales de las plazas de 2015 cabe muchísima gente. Caben ciudadanos de a pie, progresistas, campesinos, académicos, religiosos, estudiantes, mujeres, comunidad de la diversidad sexual, y caben también empresarios. Caben todas las personas que creen que no debe haber impunidad para los delitos. Pero también creen en que hay que tener consideraciones con quienes aceptan sus culpas y colaboran con la justicia.

No quiere decir que todos los integrantes de la coalición que respalda a Jimmy Morales en su cruzada anti-CICIG puedan independizarse. Algunos porque son del crimen organizado. Otros porque se sienten contentos el confort de la impunidad. Y otros porque consideran imperdonables algunos errores (o incluso algunos excesos) de la CICIG. Pero los que todavía pueden desempañarse los anteojos de la propaganda que equiparaba a la CICIG con Venezuela, y todavía pueden ver la foto de arriba en la que sale el candidato presidencial de FCN sentado junto al capo Arnoldo Vargas, sí podrán independizarse.

A partir de 2020, las coaliciones cambiarán. Y ojalá que compitan coaliciones democráticas, más conservadora una y más progresista otra. Así los periodistas podremos prestar igual cantidad de atención a ambas coaliciones. Porque de momento, nos toma demasiados recursos y energía tener que fiscalizar y desenmarañar la coalición de Jimmy.

El problema para mucha gente en este año 2019 es que la situación no demanda una neutralidad ni relativismos. No. A los militares más oscuros, a los mafiosos y a los corruptos no se les puede dar un centímetro. Quienes llevamos 30 años metiéndonos a pelear con las fieras los conocemos bien.

Ojalá que los más decentes de la coalición de Jimmy Morales reaccionen y abandonen la coalición antes de que sea demasiado tarde y la próxima foto de un almuerzo entre un corrupto y un capo sea en Casa Presidencial en 2020. Porque tampoco van a estar invitados.