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La caja negra rural donde resuenan las promesas de campaña

Y todo pasó sin que pasase nada. Después de la plaza, la gente se fue a votar. Depuso las armas por un rato. Las armas de la presencia que da el grito ciudadano constante. Hizo su cola, rayó la papeleta, se manchó el dedo, y volvió a su casa a comentar y esperar. El recuento se volvió el cuento. Se invirtió el orden y pasó puntero el advenedizo. Ese que mejor supo conectar, aunque fuera solamente de manera epidérmica, con el votante medio urbano.

Jimmy Morales Opinión P369 ruralidad Sandra Torres
Esta es una opinión

Foto; Jesús Alfonso, Soy502

La segunda plaza fue como el tango, por una cabeza. Hasta el último minuto. Hasta la última mesa. Entre dos peteneros que desde hace rato buscan sus cuatro años de gloria. Ella esta vez más prudente, menos explosiva, tratando de ser más amable. Él derrochando triunfalismo, soberbia, pisto y pirotecnia.

Ninguno de los tres contaba con dos factores. Por una parte, una coyuntura que nos tiró a todos a la calle, horizontalmente organizados, sin caudillos ni antimotines, sin pintas ni vidrieras rotas, sin muertos ni molotovs. Cambiando piedras, capuchas y balas por vuvuzelas memes y rosas. Y así, sin prisa pero sin pausa, corrieron los sábados, a rempujones rodaron cabezas, y se fueron dos, “Los” dos, al bote.

Con este incendio ciudadano se generó entonces una energía antisistema, antiestablishment, antiporquería, antidirigencia política, anti muchas cosas pero que no tuvo tiempo para cuajar en un a favor de algo concreto y estructurado. Energía que desfogó parcialmente votando a un individuo “sin pasado”, aunque también sin contenido. Y castigando a aquel otro que quiso ponerle precio y condiciones a la democracia. Así son las coyunturas, impredecibles, incalculables, volátiles.

El otro factor es más discreto. Hasta silencioso, podríamos decir. Pero más de fondo. Menos evidente pero más transformador. Bueno, también hay que decir que es un factor que quizás pasó (como seguramente seguirá pasando) muy por encima de la cabeza inconsciente de todos aquellos que construyen su hábitat entre la plaza Berlín y la Guardia de Honor. Porque allí el relato es distinto. Es más homogéneo, estándar, simple y ultra globalizado.

Pero fuera de este pequeño islote, monumento a nuestra exclusión, el resto de la sociedad guatemalteca se transforma. El cerco de alambre de púas que mentalmente divide lo rural de lo urbano se ha oxidado y roto ya en muchos puntos. Dando lugar a eso que Edgar Gutiérrez llamó el otro día la franja intermedia, (sic) “formada por un conglomerado de unas 60 ciudades o poblados de reciente urbanización, distribuidos sin orden en las cuatro esquinas del país, aunque con mayor dinamismo en las áreas fronterizas. Son pueblos y aldeas que crecieron desordenadamente, muchas veces con el influjo de las remesas familiares, hasta darse una fisonomía propia, que ya dejó de ser rural y es cada vez más urbana. Viven una transición no solo física, también psicológica y de hábitos”.

Y así, una vez más, esta mal entendida, maltratada y olvidada ruralidad ha vuelto a definir la coyuntura, ganándose su espacio ante el distrito metropolitano y otros centros urbanos.  ¡Y aun así nos seguimos dando el tupé de hacer a un lado el desarrollo rural como eje fundamental y necesario para el diálogo nacional!  Está bien, sigamos con la cabeza en el hoyo como la avestruz, pagando el costo de dejar que actores no siempre bien intencionados le cambien el rostro y la estructura al campo.

Si por lo menos este proceso electoral nos dejara un mayor nivel de consciencia en cuanto a los cambios que están sucediendo en el espacio rural y la necesidad de aumentar su visibilidad e importancia en la agenda de política pública, ya habríamos dado un paso adelante. Lo que queda claro es que, como suele ser el caso, la realidad va muy por delante de las percepciones y los prejuicios.

En el próximo mes seguramente veremos una desenfrenada carrera por capturar cada voto suelto.  Gustavo Berganza lo resumió hace unos días hablando del voto por necesidad en lo rural, y el voto por prejuicio en el espacio urbano. Habrá que ver si Morales logra conectar con un mensaje simple pero con contenido que resuene en las necesidades de la Guatemala profunda.  Y si Torres logra construir un discurso de unidad nacional, que aunque plantee la deuda social como eje principal de trabajo, transmita capacidad de escucha y entendimiento de las necesidades, aspiraciones y prejuicios de todos los estratos socioeconómicos del país.

Tomás Rosada
/

Nómada desde siempre, amante de la literatura latinoamericana y economista. Hijo y nieto del parque Colón. Sin querer se metió al callejón del desarrollo y nunca más volvió a salir de allí. Dice que algún día volverá a Guatemala para dedicarse a lo que más le apasiona: vivir en el centro, escribir versos, escuchar historias de parroquianos, buen café por las mañanas y buen vino por las tardes.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    kevin /

    23/09/2015 10:17 AM

    Morales juega con ganarse a la ¨Guatemala Profunda¨ y en ese afán esta perdiendo gente en el sector urbano.

    Ojo con eso, la señora acreditándose éxitos ya empieza a ganar adeptos, o SandraLovers.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Nestor Morales /

    22/09/2015 2:40 PM

    Buen resumen, bastante narrativo y con decoraciones propias de lo que el autor gusta: El verso y la poesía latinoamericana.
    No muchos, pero hace algunos años esta tendencia en los pueblos o aldeas urbanizadas ha ido en aumento en el país. Nuestro diálogo y acercamiento al desarrollo debe cambiar, la realidad lo está haciendo.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Carlos E Martinez /

    22/09/2015 2:21 PM

    Definitivamente creo que el rumbo natural del país ha de ser unir lo urbano y rural, es la única vía para salir adelante...

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    carrillorodas@icloud.com
    Diego Carrillo /
    22/09/2015 12:34 PM

    Me gusto aunque algo romántico.

    Sin explotados no hay juguetes.

    Y los "países que están algo mejor" algún país tendrán que explotar por los suyos.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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