Esa vez acudí, no por una convocatoria ciudadana o por el llamado de un partido, pues no era seguidora de la Democracia Cristiana ni de su candidato, Vinicio Cerezo; creo que desde entonces empecé mi costumbre de votar en la primera vuelta por los que pierden. No, llegué porque tenía la convicción de que debíamos salir a las calles a celebrar que las cosas estaban cambiando después de décadas de dictaduras. Esa mañana había cobrado vigencia la Constitución emitida en mayo de 1985 y en la agenda figuraba ya terminar con la guerra.
No pude confirmar si la foto que acompaña esta nota es de ese día. La tomé del Facebook del expresidente Cerezo. Pero sí recuerdo que había mucha gente, aunque no sé si tanta como se mira. Lo que tengo claro es esa sensación de fiesta. A partir de ese día, creía, se acababan los golpes de Estado, las historias oscuras y los presidentes militares. ¿Por qué no? Solo tenía 21 años.
Mi candidato no había ganado, el Partido Socialista Democrático (PSD) ocupó el sexto lugar de los ocho inscritos. Pero “habíamos logrado” al menos una diputación –entonces creía en las buenas intenciones-, pero esa ilusión tampoco duró los cinco años de ese periodo. El diputado Enrique de León Asturias se declaró independiente. Treinta años después, el empresario regresa al hemiciclo con Encuentro por Guatemala. Espero que ahora sí se quede con el mismo partido.
Regresé a la plaza diez años después, en diciembre de 1996, cuando se firmaron los acuerdos de paz, hace 20 años. Pensé que había transcurrido mucho tiempo entre una y otra visita, pero solo fueron cuatro presidentes. Esa noche, también era un día de fiesta. Salí a recorrerla para encontrarme con amigos y buscar historias para mi trabajo.
Ahora me preguntan si iré a la Plaza de la Constitución esta tarde noche para celebrar la llegada del nuevo presidente. Les digo que no, que no estamos de fiesta. Me preocupa su gobierno por los mensajes que ha enviado, y como sociedad tampoco hemos sanado.
Aunque si lo veo de otra manera, tal vez hubiera sido bueno decirle a Vinicio Cerezo, ese 14 de enero, que los guatemaltecos estaríamos vigilantes de cada paso que diera. Talvez los cinco años de gobierno – el único periodo de esta época democrática que duró 60 meses- nos habría dejado instituciones más sólidas y menos exfuncionarios con fortunas.
Entre 1986, 1996 y 2015 he acudido a la plaza en distintas oportunidades, pero no para celebrar las tomas de posesión. Ya no tengo 21 años y sigo siendo periodista.
Ana Carolina Alpírez /
No Juan, la vida me sigue sorprendiendo. He sufrido desencantos, no del periodismo como tal, sino de cómo se ejerce. Saludos
Juan Abularach /
Tu desencanto con La Plaza los 14 de enero no te ha llevado tambien al desencanto con el periodismo ?
Manolo /
Y a como está la tendencia, seguiremos sin celebrar.