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Por 15 años, esta es una agenda que podría seguir Guatemala

Mientras en Guatemala estamos enfocados a fondo en combatir la corrupción y la impunidad, el mundo discutió hace dos semanas en una conferencia gigante en Etiopía un plan mundial para hacer inversiones que nos permitan acabar con la pobreza, la desnutrición y la desigualdad entre hombres y mujeres. Tiene cambios indispensables, que no podemos perder de vista porque pueden ser nuestra guía para los siguientes tres lustros.

n246 Opinión P258
Esta es una opinión

Foto: Jesús Alfonso, Soy502

En el año 2000, los países del mundo nos habíamos propuesto que para el 2015 reduciríamos de manera significativa la pobreza y muchos otros males que nos aquejan. El día llegó, algunos lo lograron y otros no. Guatemala fue de los reprobados y no hay cómo justificar que en década y media todavía la mitad de la población es pobre y que la desigualdad siga siendo la característica que mejor nos define como país.

Pero ahora tenemos otra oportunidad para volver a trazarnos una nueva meta, esta vez buscando eliminar la pobreza extrema, acabar con la inseguridad alimentaria y alcanzar la equidad de género para el año 2030. Ese es el tamañito del animal que los líderes mundiales se están proponiendo en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS-2030). Será la nueva carta de navegación que a partir del próximo año remplazará a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM-2015).

Eso sí, lograr países sin pobres, sin desnutridos y con equidad entre hombres y mujeres implica invertir mucho dinero. De hecho, las primeras estimaciones que se han hecho sugieren que se pueden llegar a necesitar más de 10 trillones de dólares al año. ¡Algo así como invertir diez veces el tamaño de la economía de los Estados Unidos o de la Unión Europea!

¿De dónde va a salir tanto dinero en tiempos de vacas flacas? China está desacelerada, Estados Unidos aún convaleciente después de la crisis económica del 2008, Europa muy debilitada, y los mercados de commodities (azúcar, café, trigo y petróleo) a la baja.

Los tecnócratas no pierden la fe y sugieren que la principal fuente de financiamiento de los ODS venga de recursos propios de cada país, tanto públicos como privados. El resto, dicen ellos, tendría que salir de una combinación de aportes de cooperación bilateral, y, por supuesto, una muy activa participación de las instituciones multilaterales como los bancos mundial, africano, asiático e interamericano.

Si la agenda de los ODS y los mecanismos de financiamiento que propone se tradujera en el compromiso real de los países de movilizar recursos internos –más, mejor y transparentemente invertidos–, ese sí que sería un aporte grandote al desarrollo mundial. De facto coloca, como debe ser, a la fiscalidad en el corazón de la discusión. Y por ende a la necesidad de contar con Estados fuertes y con capacidad de promover el bienestar. Sería una renovada constatación de que el desarrollo no sucede por arte de magia de ninguna mano invisible, ni puede emanar de las grandes capitales del mundo, sino que es un proceso que debe discutirse y planificarse localmente, con Estados y ciudadanos locales y empoderados, que buscan resolver problemas concretos y específicos a su realidad.

Pero además, para países pequeños y con institucionalidad limitada como los centroamericanos, agendas mundiales como las de los ODS pueden cumplir un objetivo doble. También pueden dar sentido de dirección, o por lo menos ser un referente, a los gobiernos de turno. Dicho de otra manera, este ejercicio de discusión mundial sobre el tipo de humanidad a la que aspiramos debe ser visto y entendido como un bien público. Y como tal, hay que aprovechar toda la carpintería técnica que hay detrás de los ODS para complementar carencias analíticas e institucionales de países menos desarrollados.

Guatemala es uno de los que se puede beneficiar ampliamente de este tipo de acuerdos internacionales. Por eso es urgente que retomemos el diálogo social de manera seria, sostenida, con muchos insumos técnicos, pero también con mucha sentido de oportunidad política, y seamos capaces de plantearnos objetivos y metas nacionales de desarrollo.

Por otra parte, el país también tienen mucho que aportar al debate global sobre desarrollo.Y para eso tenemos que hacer un esfuerzo por mantenernos en el radar internacional, aportando activamente análisis y evidencia sobre temas que para nosotros son fundamentales. Por ejemplo, sostenibilidad ambiental, diversidad cultural, fiscalidad, reformas al Estado, economía campesina, desarrollo rural y territorial.

Esuna pena que hoy, por estar dedicando tantas energías a limpiar el basurero que es y nos ha dejado nuestra clase política, no podamos aprovechar más tales espacios internacionales. Pero ni modo, primero lo primero, y antes de correr hay que aprender a gatear. Una razón más para resolver de una buena vez esta crisis y volver a enfocar energías en nuestra agenda de desarrollo.

Al final es para eso que estamos en plazas y calles exigiendo a gritos cambios: para poder volver a discutir entre guatemaltecos y llegar a acuerdos que permitan relanzar la democracia, el Estado, y la salida del atraso.

Tomás Rosada
/

Nómada desde siempre, amante de la literatura latinoamericana y economista. Hijo y nieto del parque Colón. Sin querer se metió al callejón del desarrollo y nunca más volvió a salir de allí. Dice que algún día volverá a Guatemala para dedicarse a lo que más le apasiona: vivir en el centro, escribir versos, escuchar historias de parroquianos, buen café por las mañanas y buen vino por las tardes.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    carrillorodas@icloud.com
    Diego Carrillo /
    03/08/2015 7:28 AM

    Se que en internacional development hay buena pasta.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Margarita /

    31/07/2015 2:58 PM

    Me agrada muchísimo encontrar a alguien que escriba sobre cooperación, planificación y desarrollo y que conozca la importancia de contar con una agenda que sirva como guía de ruta. Mi trabajo me lleva por estos rumbos y es un tema interesantísimo. Definitivamente los países en desarrollo debemos apropiarnos de las agendas internacionales y buscar alianzas entre todos los actores para poder impulsar procesos integrales. Le cuento que ya tiene una fan para su blog, mucho gusto!

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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