Las elecciones se realizan por el sistema de cuerpos electorales, cada uno de los cuales está integrado por cinco electores que se eligen dividiendo a la universidad en sectores: cada una de las diez facultades aporta un cuerpo estudiantil y uno docente (veinte cuerpos en total) y cada colegio de profesionales (son catorce) contribuye con uno para totalizar 34 cuerpos electorales.
En lo que sigue usaré datos tomados del escrito Propuesta de democratización de la elección de Rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, publicado por la Coordinadora General de Planificación de la Usac en enero del corriente año.
Empecemos por la participación de los profesores, que es el grupo donde más se manifiesta la desigualdad electoral. En todas sus unidades académicas, la Usac tiene 8,539 profesores, de los cuales 3,113 son titulares, 4,011, interinos, y 1,415 están contratados en otros rubros. De los titulares, sólo 1,835 trabajan en las facultades y son los únicos que pueden votar según las leyes actuales de la universidad. Es decir, sólo 21 % del profesorado o, en otras palabras, de cada cinco profesores, sólo uno puede ejercer el voto para elegir rector. ¿Cómo se podrá justificar que unos profesores puedan votar y la mayoría no?
En el caso del estudiantado, de los 215,023 estudiantes sólo pueden votar los 121,971 de cacultades y no los 67,569 de centros regionales ni los 25,250 de las escuelas. O sea, no vota 43% de los alumnos. Aquí también es patente la desigualdad electoral: sólo votan dos de cada cinco estudiantes.
Otro aspecto determinante al que debe prestarse atención es la proporción de los grupos o sectores que participan en las elecciones.
En su Ley Orgánica, que data de 1947, en el gobierno revolucionario de Juan José Arévalo – y que ya merece una revisión–, la Usac tiene establecido que cada colegio de profesionales tiene derecho a un cuerpo electoral de cinco integrantes. Inicialmente, había un colegio por cada facultad, pero con el paso del tiempo se fundaron otros y ahora son 14, en tanto hay sólo diez facultades. Se ha creado, entonces, una desigualdad: los profesores y los estudiantes cuentan con 10 cuerpos electorales para cada agrupación, mientras que los colegios tienen 14, es decir 40% más que cada uno de los conglomerados fundamentales que en esencia constituyen una universidad. Esta anomalía tiende a ahondarse si continúa la creación o la fragmentación de estas gremiales agrupaciones de profesionales.
Dejando a un lado las cifras, se puede agregar que la mayoría de egresados de la universidad –los miembros de los colegios–, en sus años estudiantiles sólo obtuvieron un conocimiento limitado de su casa de estudios. Ellos se han distanciado de ella y no hacen vida académica por lo que no están al tanto de la situación, las necesidades y las aspiraciones del Alma Máter, con lo cual se acentúa la inconveniencia de que los colegios de profesionales tengan un peso tan grande en la elección de rector o de autoridades universitarias como decanos o directores de escuela o centros regionales.
Finalmente, consideremos el método eleccionario por cuerpos electorales, que también está especificado en la legislación de la Usac, y que hace que el voto de los universitarios no sea directo sino que se use para elegir a quienes integrarán dichos cuerpos los que, a su vez, han de reunirse para, entre ellos, elegir al rector.
El problema numérico consiste en que si hay varios grupos o planillas que compiten en la elección de los electores, la planilla ganadora “se lleva” o se le adjudican todos los electores (cinco) aun cuando la diferencia con los competidores haya sido mínima. Es decir, no hay proporcionalidad, quienes hayan votado por las otras opciones no cuentan, no estarán representados en la elección final, y es como si electoralmente no existieran.
Aunque aún haría falta información de la participación o abstencionismo electoral de los profesores, estudiantes o de los colegios de profesionales, podemos ya preguntarnos cuán legítimas e incluyentes son estas elecciones y vemos que hay serias exclusiones que deberían ser subsanadas.
A estas consideraciones meramente numéricas puede agregarse que los que tienen permitido el voto deberían elegir candidatos –si los hay– que tengan conciencia académica y universitaria que les permita realmente dirigir, y no sólo meramente administrar burocráticamente, nuestra universidad pública, la San Carlos, tomando en cuenta su naturaleza cultural, científica y política de cara a nuestra realidad histórica.
oscar /
Falta de ortografía, párrafo 4.
César Antonio Estrada /
Es muy cierto y atinado lo que usted dice de los colegios profesionales, Rafael. Cuando uno es integrante de la Junta Directiva de alguna facultad o, más importante aún, del Consejo Superior Universitario, se da cuenta directamente de los diversos problemas que los colegios le causan al buen gobierno y a las funciones de la Usac. Un ejemplo serio es el retraso de tres años que lleva la elección de Decano de la Facultad de Medicina porque el Colegio de Médicos no se pone de acuerdo, en medio de una maraña de leguleyos que seguramente obedece a intereses creados, para realizar la elección de sus electores que por ley le corresponden, a pesar de que la elección estudiantil para designar un nuevo decano fue realizada en su debido tiempo. Por otro lado, los colegios suelen retrasar a discreción la elección de sus representantes ante los órganos directivos de la universidad, con lo cual prolongan indebidamente el período para el cual fueron electos.
Y todo esto sin entrar a considerar las limitadas y cuestionables participaciones de dichos representantes.
Sin duda, la forma en que se estructura y opera el gobierno de la Usac debe ser superada.
Rafael Diaz /
Desde mis tiempos de estudiante de la USAC a inicios de la decada de 1,970, exprese que los colegios profesionales no deberian ser parte del gobierno universitario de la USAC. Si eso era valido durante la decada revolucionaria 1,944-1,954 por las condiciones propias en que esos colegios eran sanos y solo existia una universidad estatal; desde aproximadamente la decada de 1,980, esos colegios profesionales han dejado de ser sanos, conviertiendose en gremios negativos para los intereses nacionales. Un segundo tema es que ya no hay una sola universidad estatal sino mas de 10 univesidades privadas, de las cuales unas 4 son serias, y sus graduados son miembros plenos de los colegios profesionales. Porque los graduados de universidades privadas tienen ingerencia en el gobierno de la universidad estatal? Eso no es logico ni aceptable. En conclusion, los colegios profesionales deben tener una representacion menor a 1/3 en el CSU.
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Corrigiendo dato, actualmente la representacion de los colegios no es 33% sino 40% como se indica en esta columna.
JUAN ISMAEL OSORIO CORTEZ /
Aclaro en esta elección sólo participan los egresados o incorporados a la USAC.
Henry /
Rafael Díaz, para elegir el cuerpo electoral profesional los GRADUADOS DE UNIVERSIDADES PRIVADAS NO PARTICIPAN, ps solo los graduados de la Universidad de San Carlos de Guatemala tienen el derecho.
César Antonio Estrada /
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Rafael Diaz /
Desde mis tiempos de estudiante de la USAC a inicios de la decada de 1,970, exprese que los colegios profesionales no deberian ser parte del gobierno universitario de la USAC. Si eso era valido durante la decada revolucionaria 1,944-1,954 por las condiciones propias en que esos colegios eran sanos y solo existia una universidad estatal; desde aproximadamente la decada de 1,980, esos colegios profesionales han dejado de ser sanos, conviertiendose en gremios negativos para los intereses nacionales. Un segundo tema es que ya no hay una sola universidad estatal sino mas de 10 univesidades privadas, de las cuales unas 4 son serias, y sus graduados son miembros plenos de los colegios profesionales. Porque los graduados de universidades privadas tienen ingerencia en el gobierno de la universidad estatal? Eso no es logico ni aceptable. En conclusion, los colegios profesionales deben tener una representacion menor a 1/3 en el CSU.
Cesar Estrada /
Es muy cierto y atinado lo que usted dice de los colegios profesionales, Rafael. Cuando uno es integrante de la Junta directiva de alguna facultad o, más importante aún, del Consejo Superior Universitario, se da cuenta directamente de los problemas que los colegios profesionales le ocasionan al buen gobierno de la Usac y a sus funciones. Por ejemplo, la elección de Decano de la Facultad de Medicina lleva tres años de atraso, a pesar de que las votaciones estudiantiles para tal efecto ya se realizaron, debido a que el Colegio de Médicos, en una maraña de leguleyos que responde a intereses creados, no se pone de acuerdo para efectuar la elección de sus electores que por ley le corresponden. Además, los colegios retrasan a discreción la elección de sus representantes ante los entes directivos de la universidad, con lo que, entonces, prolongan indebidamente el período para el cual fueron electos. Y todo esto, sin entrar a considerar las limitaciones que la mayoría de estos representantes muestran en sus intervenciones.