4 MIN. DE LECTURA

Actualidad Entender la política La corrupción no es normal Somos todas Identidades Guatemala urbana Guatemala rural De dónde venimos Blogs Ideas y soluciones
11 Pasos

No es crecer, es crecer juntos...

Hemos dejado al capitalismo desarrollarse libremente por mucho tiempo, y poco hemos hecho por corregir sus fallos, sus bases patriarcales y coloniales. Esto ha provocado que el sistema se vuelva insostenible, porque excluye a muchas personas por su género o su raza, haciendo que la verdadera meritocracia y la libertad de emprendimiento estén en riesgo.

Blogs Blogs feminismo P369
Esta es una opinión

Foto: Carlos Sebastián

Los países del norte, que llamamos “desarrollados”, y que muchas veces son los países conquistadores o colonizadores, han impuesto a países como Guatemala, a los cuales llamamos “subdesarrollados,” un papel, que aunque esencial en el sistema, es desvalorizado, tanto económica como simbólicamente: el sector primario y extractivista.

Desde la colonización, estos países han extraído (a un precio dictado por la demanda, encabezada por ellos mismos) nuestras riquezas naturales e impulsado su propio crecimiento económico con ellas. Con nuestros minerales y la fertilidad de nuestros suelos, cuyos productos son exportados a sus países para ser trabajados y luego revendérnoslos, han impulsado su propia producción mercantil y su industria alimenticia.

Los frutos de nuestro suelo nos son revendidos muchas veces en formas que consideramos indispensables (teléfonos, computadoras, alimentos enlatados, entre otros) generando ganancias que en la mayor parte de los casos enriquecen a los intermediarios y empobrecen más a los productores de las materias primarias, en un ciclo de injusticia e inequidad que debe de parar.

La división internacional del trabajo y de la producción no es el problema, es la falta de regulación y de valorización que existe hacia las actividades mineras, agrícolas y en general primarias que son impuestas a los países “subdesarrollados” y que impulsan la primarización de nuestras economías, la no diversidad de nuestras actividades productivas y por consecuencia, la falta de industrialización y enriquecimiento de nuestros países. Es una forma de excluirnos del verdadero mercado y de los medios de producción, y en un sistema de “libre mercado”, no nos deja competir justa y libremente

Como consecuencia nuestros países se empobrecen y las desigualdades sociales dentro de nuestros territorios cada vez son más hondas e insalvables así como las desigualdades entre los diferentes países del mundo.

¿Acaso estamos tan acostumbrados a esta relación de poder desigual, que olvidamos pensar que otro mundo es posible? ¿Un mundo donde los recursos naturales sean manejados (y tratados) por los países dueños de ellos? ¿Un mundo donde los expertos en extracción y sostenibilidad sean locales, donde haya universidades especializadas en el tema en los países con ventajas naturales? ¿En un mundo donde la extracción sea justamente regulada y dictada no (solamente) por el mercado, sino por la naturaleza y sus capacidades y ritmos?

Creo que este sería un desarrollo que daría lugar a un mercado verdaderamente justo y sostenible, donde todos se pueden desarrollar en respeto mutuo y con la naturaleza. Aunque eso signifique que algunos objetos, hoy en día mundanos, vuelvan a ser lujos, como los teléfonos inteligentes que ahora se acostumbran cambiar cada año o cada dos; que son casi desechables, como también la moda pasajera que simplemente termina acumulándose y es usada pocas veces. Un desarrollo que, por primera vez, parta de una base igualitaria y no colonial donde algunos países tienen la ventaja.

¿Por qué creo que el desarrollo debe ser feminista? Al igual que con los países “subdesarrollados”, el modelo de desarrollo actual no le ha dado a la mitad de la población mundial una justa oportunidad de participar en el sistema económico o ha desvalorizado su participación. Nos han impuesto (por reglas y expectativas sociales patriarcales) a las mujeres, y nos han hecho imponernos a nosotras mismas, tareas y roles que no son valorizados, y rara vez remunerados económicamente, como las tareas de crianza de niños pequeños y tareas domésticas. Lo cual, en un sistema capitalista globalizado, es ponernos en situación de desventaja y de aislamiento.

Por ejemplo, la falta de consideración en los divorcios del trabajo que la mujer ha realizado en la casa, con lxs hijxs, ya sea la mujer tenga o no un trabajo remunerado aparte. En la gran mayoría de casos, el tiempo y el esfuerzo que la mujer invirtió en mantener la casa y criar a los niñxs –que en la mayoría de los casos es superior al tiempo invertido por su pareja- no tiene valor ni económico, ni social y no son contabilizadas. Sin pensar que es gracias a esas tareas que muchos hombres pueden salir a trabajar y regresar a su casa.

Y cuando esas tareas si son remuneradas económicamente, como es en el caso de las empleadas domésticas, de las encargadas de limpieza o las maestras de niños pequeños, entre otras, estas tareas son mal remuneradas. Las mujeres, y personas para hablar en general, que realizan estas tareas como profesión, ocupan un lugar bajo, o si mucho intermedio, en la jerarquía económica-social.

Y las pocas mujeres que han logrado obtener un puesto justo y un lugar en el mundo laboral y económico, se ven confrontadas a la diferencia de salarios y a otro tipo de discriminaciones y abusos. Lo cual lleva a que, a través de la historia, este sistema ha permitido participar a muy pocas mujeres y ha deliberadamente excluido a muchas de la vida económica, política y del desarrollo de los países, lastimándose a sí mismo y a nosotras.

Es allí donde el desarrollo debe ser feminista y permitir a más mujeres ingresar a esos espacios económicos que han sido en su mayoría reservados para los hombres, como también crear nuevos espacios donde las mujeres puedan generar dinero y crecer económicamente. Entre más nos desarrollemos nosotras, más se desarrolla el país y crece la economía de forma más justa y social.

La idea entonces no es no crecer, es crecer juntos y de forma responsable, permitiendo a las futuras generaciones crecer también y dándoles a las personas que no han podido crecer a través de la historia la oportunidad de hacerlo.

Giulianna Maselli Zepada
/

Soy una joven socióloga guatemalteca de 22 años. Graduada del Julio Verne, tuve la oportunidad de irme a estudiar a Francia al terminar el bachillerato. Mis ansias de comprender la sociedad y de encontrarle el sentido a las desigualdades sociales de mi país me llevaron a estudiar sociología en la Universidad de Poitiers en Francia, con especialización en ciencias políticas. Y mis ganas de regresar, y proponer soluciones reales tanto como sistemas de desarrollo alternos y justos, me motivan día con día para terminar mi tesis y obtener mi Maestría en Estudios Comparativos del Desarrollo en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS), en Paris. Siempre con Guatemala, y Latinoamérica en el corazón y el pensamiento.


Hay Mucho Más

2

COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Armando Sobalvarro /

    31/07/2020 3:46 PM

    Giulianna, creo que su columna de opinión pierde efectividad al contener tantos elementos que Ud. desea denuncias/criticar, que el resultado termina siendo un chirmol de baja calidad.
    Le sugiero que tome un tema o asunto y escriba a profundidad sobre eso. Ya veremos si estamos de acuerdo con Ud. o nó.
    Ah, por favor trate de escribir saliéndose de los clichés, sea una voz fresca que nos presente otro punto de vista. Saludos,

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Gerardo Castillo /

    30/07/2020 6:12 PM

    Qué hay revisar algunos conceptos como la división internacional del trabajo. Qué pasa cuando las mujeres toman los puestos de dirección y adoptan actitudes de prepotencia y abuso ante el hombre trabajador . Me dijeron hace poco que los hombres debemos organizarnos para defendernos de las actitudes asumidas por muchas mujeres

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!



Secciones