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¿Quién decide cómo debe ser un “hombre”? ¿Por qué agredieron a Jorge y Luis?

Para conocimiento público de quien desconozca del caso de Jorge y Luis, el cual recibió mucha atención en redes sociales, ellos son una pareja gay que vive en Ciudad San Cristóbal, zona 8 de Mixco. Ambos fueron agredidos en tres oportunidades (grabadas) cerca de su domicilio sufriendo agresiones físicas por medio de golpes, embestidas con vehículos, maltratos, intimidaciones y repercusiones psicológicas.

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Esta es una opinión

Ilustración: Diego Orellana.

Actualmente están recibiendo asistencia jurídica y un alto apoyo por parte de distintas personas a través de las redes sociales, aunque a su vez existe un debate por parte de otras personas que inferiorizan dichas luchas por la dignidad humana.

Es necesario agregar que la denuncia presentada por la pareja inició desde el 22 de mayo de 2020 (1), lo cual evidencia un sistema de justicia lento y/o desinteresado en la condición de vida que tienen las víctimas.

Conociendo este caso, se generan dudas como: ¿Por qué Jorge y Luis, como muchas otras personas pertenecientes al colectivo LGBTIQ+, han resultado siendo víctimas de estos ejercicios de violencia que han repercutido en traumas psicológicos severos? ¿Qué factores psicosociales se representan culturalmente para que existan agresores en contra de una comunidad referente a la diversidad sexual, que no representa al patrón hegemónico de expresión sexo-afectiva? ¿Cuáles son las razones para agredir a una persona de la comunidad LGBTIQ+ a tal grado de provocar violaciones, lesiones severas, traumas e inclusive la muerte?

Dentro del presente artículo no se busca dar una respuesta concreta fundamentada desde bases científicas (2); sino que se pretende alcanzar un análisis consciente de que estos ejercicios de violencia son repercusiones de un discurso violento que incrimina al colectivo LGBTIQ+.

En este mismo espacio desarrollo de manera separada pero acompañada, la construcción de masculinidad y la influencia mediática respectiva que engloba diversas opiniones y criterios adquiridos por un ambiente social que incentiva la racionalidad subjetiva de diferentes fenómenos sociales.

Para no hacer un agregado globalizado de la comunidad Queer, que puede abordarse bajo otra estructura de artículo, el caso de Jorge y Luis responde a un odio interiorizado en contra de una masculinidad catalogada socialmente como “no masculina”, colocando como base el primer discurso común de “un hombre no puede andar con otro hombre” “eres menos hombre”, es decir, ya se esquematiza y se norma una dinámica de conducta que debe tener un hombre.

Las frases como: “maricones”, “huecos” son un reflejo verbalizado y expresivo de querer inferiorizar a una persona por no tener los mismos gustos que el resto de los individuos.

Esto no quiere decir que se esté juzgando la heterosexualidad voluntaria, sino que se juzga la necesidad de atacar a una persona homosexual, en este caso un hombre homosexual, por no cumplir con los parámetros socializados sobre qué es ser un hombre y cómo debe de manifestarse en la sociedad.

La situación que vivieron Jorge y Luis es un caso conocido que representa con mayor claridad la defensa y lucha de los derechos de la comunidad LGBTIQ+, la cual lamentablemente dentro del contexto guatemalteco ha sido juzgada por su participación como activistas sociales en: marchas del orgullo LGBTIQ+ y en la búsqueda de una deconstrucción de los esquemas binarios en la identidad de género y sexual. Todo esto debe abordarse explicando el proceso de construcción sobre la heteronormatividad actual.

Es sumamente común observar que al ser personas que nacimos dentro de un núcleo familiar normado de procesos hetero patriarcales (3) nos vemos inmersos en discursos referentes a los sistemas normativos de cómo ser el “hombre de la casa” el cual cumple una base de cuidador, competidor, agresivo y líder.

Manejando así a muchas otras conductas que respectan a las formas de relacionarse con el entorno, asignando los roles de género en respecto al sexo biológico naciente. Para el caso del infante, dentro de la materia heteronormativa se demanda que el hombre debe ser fuerte, intimidador y competidor para ser aceptado por su entorno y por sus mismos progenitores (4).

Los roles familiares responden a que los hombres son los que están dedicados a los estudios y al cuidado económico de la casa, por ende, deben dedicarse a profesionalizarse para “darle de todo a su mujer y a sus hijos”, manejando un discurso posesivo de adquisiciones en la vida: mi carrera, mi esposa, mis hijos, mi vida, mi trabajo, mi casa, entre otras; generando así una conducta ambiciosa de “tenerlo” todo.

Comprendiendo de mejor manera la heteronormativa, debe analizarse los patrones de masculinidad representativos de una cultura como la de Guatemala, la cual se ve sujeta a valores morales instaurados desde la familia y la religión.
En Guatemala se dicta cómo debe ser el hombre, generando a su vez patrones de agresión inconscientes que posteriormente la persona busca justificar mediante mecanismos de defensa manifestados en la racionalidad, sin embargo, hay otras personas que lo justifican mediante el discurso de “así son los hombres”, como si eso pudiera generar una evasión de casos jurídicos que refieran a elementos de violencia de género o en este caso violencia en contra de personas pertenecientes al colectivo LGBTIQ+.

El dictamen de masculinidad en Guatemala, como anteriormente se mencionaba mediante la construcción sociocognitiva de la persona dentro de un contexto heteronormativo, se ve regido a la frialdad, a la dureza, a la no expresión de sentimientos y, por ende, a la falta de educación emocional y salud mental, tomando eso como características femeninas que no respectan en un hombre.

Dentro del caso de Jorge y Luis, es importante visibilizar que los insultos y maltratos dirigidos a ellos, enfatizan en su orientación sexual, dando por entendido que la recepción de los golpes y abusos es debido a ello.

La violencia irracional de este caso, apegada a un contexto misógino en donde las personas se ven violentadas constantemente por un sistema que les demanda inhibirse de la expresión de sus emociones y de todas esas características que respectan a la feminidad, para únicamente explotar su masculinidad, conduce a la liberación de tensiones emocionales a través de la violencia en sus diferentes formas de manifestación; visualizando aquí la importancia del cuidado de la salud mental que cada vez va siendo más reluciente y dialogado dentro de las redes sociales.

El caso de Jorge y Luis, como muchos otros casos dentro del contexto guatemalteco, responden a una situación que repercute en una o más víctimas que, al ser grabadas y subidas a la red, promueve que cada persona pueda generar su opinión acerca de la situación, si es justificada la acción del victimario o no, si se requiere de un sistema de justicia más ágil en beneficio de las víctimas o no, y así muchas otras conjeturas de análisis.

Es ameno poder encontrar que existe mucho apoyo por parte de distintos profesionales de distintas áreas que están interesados en trabajar en un sistema de justicia más prevalente que permita erradicar casos como los de Jorge y Luis, quienes lamentablemente tuvieron que ser agredidos de gravedad para que la población sintiera una empatía directa hacia ellos, repudiando el acto.

Este tipo de apoyo promueve procesos (lentos) de transformación cultural, considerando que cada vez se permite más el cuestionamiento sobre la representatividad de la masculinidad en Guatemala y la deconstrucción del odio socializado por generaciones anteriores que atacan a la comunidad LGBTIQ+, visualizando así que los años de lucha social por la dignificación van teniendo resultados favorables.

Este proceso de cuestionamiento sobre las relaciones de poder, ejercicios de violencia, dinámicas discriminatorias y discursos aversivos, están siendo en algunas personas algo intolerable; de manera personal llego a considerar esta resistencia e intolerancia como algo lógico, dado que estamos situados en un país que históricamente se ha dictaminado de una conducta rígida, donde las cosas son de una determinada manera sin existir polaridades constructivas o elementos dialécticos de por medio.

Por lo que, a su vez, también se hace un llamado a la reflexión al considerar que el caso de Jorge y Luis no ha sido el único que se ha conocido en Guatemala, muchas personas que son parte de la comunidad LGBTIQ+ han pasado por dinámicas de violencia inaceptables, llevando en algunos casos la muerte o la promoción del suicidio como una alternativa de escape.

Estos casos deben ser conocidos, deben tener voz, deben ser identificados y dignificados para que los movimientos sociales y las luchas que se realizan desde la comunidad promuevan un sentido lógico dentro del pensamiento del ciudadano guatemalteco común.

A su vez, es un llamado a todo lector que independientemente de su orientación e identidad voluntaria a nivel sexual y de género, cuestione ese pensamiento cultural de discriminación en contra de las prácticas no hegemónicas que refieren a conductas no partidarias del género asignado en la persona, considerando que no toda la gente siente en la comodidad de responder a los patrones heteronormativos enseñados desde la infancia. Es una solicitud directa de respeto que toda persona desde su nacimiento tiene derecho.

Por lo que, a materia de cierre, se comprende la diversidad de ideas que puedan existir en referencia a este tipo de casos en donde las víctimas no son precisamente del agrado popular, pero que son seres humanos que merecen dignidad y habitar en un contexto que les permita ser quienes quieran ser, sin la existencia de un juicio discursivo asociado a la violencia simbólica, en donde se incrimine su identidad.


1. Este artículo se está redactando el 13 de agosto de 2020

2. De manera personal, considero que sí tiene respuestas científicas fundamentadas que se pueden investigar con mayor profundidad a través de estudios bibliográficos y empíricos.

3. Es necesario dar por entendido que al referir el uso de este concepto, no se está queriendo decir que responda directamente a que debe ser un hombre (padre) quien funge el rol de liderazgo, sino que refiere a la necesidad de la existencia de dicho rol que generacionalmente se ha socializa y construye la idea del hombre como el padre proveedor y estructurador de las normas del hogar, mientras que la mujer (madre) se encarga del cuidado de los menores, siendo sujetados ambos a responsabilidades sociales comprendidas por su rol de género. 

4.Es un discurso representativo de la realidad nacional, aunque no sea un elemento generalizado. 

Rodolfo Siliezar
/

Psicólogo en formación de la Universidad San Carlos de Guatemala. Interesado en las incidencias sociales y en los procesos de sanación desde la colectividad. Velo y sueño por una población en proceso de emancipación que trabaje la salud mental como una de sus prioridades para el desarrollo social.


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