Las redes en estos días han funcionado positivamente como medios alternativos de denuncia ante el hartazgo por la poca respuesta de un sistema de justicia que no ha sabido responder a los múltiples abusos y violencias que las mujeres vivimos a diario. Los movimientos #meetoo #yosítecreo y otros, generaron una ola impresionante de mujeres denunciando y demostrándonos que todas hemos sufrido una o varias violaciones y agresiones sexuales a lo largo de nuestras vidas.
Hace algunos meses en Guatemala supimos del caso de una mujer que fue golpeada en un bar por su ex pareja. Javier Varela,el agresor, quien la golpeó, ahorcó y escupió; era músico y productor de una banda local, de la cual fue expulsado cuando se hizo público vía redes sociales, lo ocurrido.
Días después de eso, fue vista y compartida en redes una foto con los hashtags #teampatriarcado y #Yotecreomásavos, en ella aparecían tres hombres: @fgon91 (el que publicó la foto), Javier Varela (el agresor), y un -fotógrafo de Instagram- local que utiliza el usuario @monodelespacio , inmediatamente varias personas reaccionaron defendiendo a este último. Los comentarios en su mayoría señalaban que era lamentable que su carrera se arruinara por algo que no había hecho él, que las feministas estábamos fuera de control y ahora “todo” era malo y ser hombre era un crimen. Finalmente @monodelespacio mediante una publicación trató de aclarar lo sucedido.
¿Realmente no había hecho nada? Ciertamente tomarse una fotografía con amigos, sean cuales sean sus elecciones de amistades no puede tener nada de malo, pero en éste caso específico la imagen tenía intenciones y fines claros, se burlaba y menospreciaba una denuncia y un movimiento que ha buscado darle un poco de voz, valor y soporte a las millones de mujeres que día con día vivimos múltiples abusos y violencias; y que además de eso jamás tenemos ninguna credibilidad porque seguro “lo buscamos” y seguro lo “merecemos”.
La violencia sexual que todas las mujeres vivimos, se ha visto y se ve como normal. Si te atreves a denunciar no te van a creer, te van a ningunear o te van a dar un “no es para tanto; pero te van a creer todavía menos cuando denuncias al conocido, al hermano, al primo, al influencer, al artista, al activista o al compañero.
Es indiscutible que en éste y otros casos hay un claro “pacto entre hombres” que si bien es igualmente cómplice y culpable por amparar en el anonimato y la protección a quien violenta; no voy a hablar de eso ahora. Creo que hay algo que es realmente peor y preocupante; y es que no exista un pacto constante de credibilidad entre mujeres; que al ser denunciado el conocido, el hermano, el primo, el influencer, el artista, el activista o el compañero pareciera que es más adecuado creerle a él, olvidando que a todas nos ha pasado y no nos han creído y que a él le han dado el beneficio de la duda, dejando pasar por alto que es imposible que si a todas nos han abusado alguna vez, no tengamos a algún abusador cercano.
Quizá tenga que ver con que cuando pensamos en abuso o en violencia sexual nos imaginamos a hombres locos, frenéticos y fuera de sus cabales; y nos negamos a creer que nuestro conocido, hermano, primo, influencer, artista, activista, o compañero sea un maniático y un abusador. O que sentimos que vamos a traicionar a alguien cuando nuestro rol es el de ser fieles, cuidar y proteger. O que nos han enseñado a pensar que las mujeres son “unas locas exageradas, dramáticas inventoras” o con que seguimos creyendo que la violencia sexual no existe y siempre es algo merecido o buscado.
Lo cierto es que vivimos en un sistema de absoluta desconfianza ante la palabra de una niña, una adolescente o una mujer, ante todo si está denunciando haber sufrido cualquier tipo de abuso, no importa si existe un video de cinco tipos violando a una muchacha al mismo tiempo, no importa si sesentaidós mujeres testifican que fueron abusadas por el mismo actor de Tele, no importa si varias mujeres sobrevivientes de abusos de militares cuentan sus historias en juicios interminables; no nos van a creer; si mucho nos van a medio creer.
La justicia no nos cree, los medios no nos creen, el amigo no nos cree, el primo no nos cree y el #teampatriarcado le cree más a él ¿Encima vamos a desconfiarnos entre nosotras? Creerle a tu compañera, a tu amiga, a tu hermana o a cualquier otra mujer no implica que dejes de querer o que traiciones a tu conocido, tu hermano, tu primo, el influencer, al artista, al activista o el compañero; es validarte a ti misma, es reconocer que también has pasado por lo mismo y tampoco te han creído, que todas hemos estado ahí más de alguna vez y no nos han creído, ni siquiera otras mujeres.
Y sí, puede que sea cierto que nuestros #yotecreo no lleguen más lejos que el internet, que no se traduzcan en sentencias inmediatas o leyes que nos aseguren derechos; pero lo que si es cierto es que podemos dejar de estar solas y dejar de sufrir en silencio cuando sigan preguntándonos que qué llevábamos puesto, que por qué andábamos solas, que si estamos seguras de lo que ocurrió, o cuando nos digan que si no queremos que nos den likes que dejemos de subir tales o cuales fotos, y que si queremos que nos respeten en la calle dejemos de enseñarnos. O tal vez sí, tal vez creernos lleve nuestras denuncias a que por fin nos crean y por fin nos escuchen.
La conocida, la hermana, la prima, la influencer, la artista, la activista y la compañera necesitan que sí le creamos, sin peros.
Kessla /
esto se llama difamación, no me extraña de Nomada, sería la segunda vez. estas hablando de un caso en especifico. Si se te acabaron los likes o de que hablar... pues aprende algo nuevo. Te veo en la corte Vera :)