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Nos mueve el amor por Cristina y mis sobrinos

El 7 de julio de 2011 me encontraba en Honduras por trabajo. Alrededor del mediodía, comencé a sentir un malestar repentino, fuerte dolor de cabeza, acompañado de náusea. Eran síntomas bastante extraños en mí, sin la remota idea que serían el preámbulo de una tragedia. A las pocas horas recibí un mensaje de mi prima, Paola, preguntándome si sabía dónde estaba mi hermana, Cristina.

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Esta es una opinión

Cristina Siekavizza, en una fotografía de 2011. Foto: Soy502.com

Foto: Soy502.com

Esto me hizo llamar a mi papá, y me dio la terrible noticia: “Tu hermana está desaparecida, no sabemos dónde está”. Para nadie era un secreto que mi hermana y su esposo, Roberto, tenían una relación extraña y conforme pasaban el tiempo, empeoraba. Mi hermana presentaba una y otra vez episodios de frustración. Para mí demostraban aislamiento, limitaciones económicas, falta de confianza, excesivo control de parte de su esposo. Pero lejos estábamos de comprender y creer que eso significaría para mi hermana su muerte y desaparición. Vale la pena aclarar que nunca fuimos testigos oculares de un golpe o de las secuelas de golpes en mi hermana.

Al recibir esa noticia el 7 de julio, la primera pregunta que le hice a mi papá fue ¿y Roberto? Dice que tu hermana salió a caminar a las 6:00 de la mañana y desde entonces no la ve. Yo le contesté: “¿A las 6:00? ¿Desde cuándo sale a caminar tan temprano?”

Colgué el teléfono y comencé a comprender que el fuerte malestar que sentía no era más que una señal, y fue en ese momento en el que le hice una promesa a mi hermana: “Como sea que estés, te vamos a encontrar”. Esta noticia nunca me hizo resignarme sino me hizo querer actuar. Para mí no era posible que a mi hermana la hubieran secuestrado, o hubiera desaparecido, o como dice hoy la familia Barreda De León, hubiera “abandonado el hogar”. No, esa no era mi hermana, ni mucho menos lo que nuestros papás nos han inculcado. Algo malo había pasado.

Regresé a Guatemala el 8 de julio y me dí cuenta que no era la única que estaba lista para ayudar, colaborar y tomar acción para la búsqueda de nuestra querida Cristy. Era toda mi familia Siekavizza y toda mi familia Molina. Sin embargo, me llamaba la atención la pasividad con que actuaba su familia política, los Barreda; me parecía que no tenían ningún interés en buscar o encontrarla, lo que cada vez me hacía pensar que algo trágico había ocurrido en su hogar.

Todo parecía que estaba en contra nuestro. Me preguntaba ¿dónde está la Policía? Luego me dí cuenta que era Roberto y el “investigador privado” los que no querían que la Policía se involucrara en el caso.

Me retumbaba en la cabeza las cifras de desaparecidos, casos impunes y corrupción en Guatemala, que todos sabemos que son altas y constantes. Yo no podía permitir que mi hermana fuera parte de esas cifras y otra estadística más de la impunidad.

Fue entonces cuando decidí convocar a la primera marcha, el 24 de julio de 2011, pensado que a lo mejor llegarían unas 40 personas y con esto me daba por satisfecha. Sorprendentemente, llegaron más de 500 personas y medios de comunicación. Convoqué a tres marchas más, en donde siempre nos acompañó la Fundación Sobrevivientes; y es ahí, en medio de nuestro sufrimiento y esa sed de justicia, que surge Voces por Cristina y el color rosado como el color insignia.

El caso de mi hermana se convierte de dominio público y el principal sospechoso de su cobarde asesinato y desaparición es Roberto Eduardo Barreda De León, hijo de la primera presidente de la Corte Suprema de Justicia del país, Beatriz Ofelia De León Reyes de Barreda.

Han pasado cuatro años y cinco meses que parecen una eternidad. Las interrogantes de dónde está el cuerpo de mi hermana, de si podremos darle cristiana sepultura, de cuántos días tendremos que esperar para esto. Han sido años incasables de llorar su desaparición y de inagotables días y horas dedicándole cuerpo y alma. Y nos preguntamos: ¿al final tendremos justicia?

Hay días en los que reina la desesperanza y se convierte en insoportable la espera, pero siempre llegan las palabras sabias de mi padre, Juan Luis, y volvemos a recuperar la esperanza en el largo camino que nos espera.

A lo largo de estos años debo reconocer que mis padres han tenido el acompañamiento de personas extraordinarias, que han hecho este camino más fácil y nos han llenado nuestro corazón de fortaleza y esperanza.

La semana pasada, el 3 de diciembre de 2015, tristemente celebramos la decisión del juez Miguel Ángel Gálvez de enviar a juicio a Roberto y su madre Beatriz. Aunque sabemos que esta decisión para nada cambia el terrible asesinato y desaparición de Cristina y aún falta un largo camino por recorrer, nos facilita sobrellevar nuestro duelo y nos da esperanza de un mejor país, de un país más justo, más digno, en donde ya somos testigos del fin de la cultura del silencio.

No ha sido para nada fácil, pero nos mueve la verdad y el amor a Cristina, a Roberto José y a María Mercedes. Por ellos, hasta el final.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Carlos Perez /

    10/12/2015 6:14 AM

    No desmayen en su justa lucha, ya que con ella están haciendo patria: al defender a todas las víctimas de la violencia doméstica; sentar un precedente de que la justicia finalmente llega no importando que tan astuto o poderoso pueda resultar ser el victimario; y un claro mensaje para los amigos y familiares que no pueden involucrarse en encubrir un crimen sin sufrir en carne propia las consecuencias. Así como en Alemania un día cayó la vergonzosa muralla que los dividía, con el mismo ímpetu los guatemaltecos debemos derribar la oprobiosa muralla de impunidad que nos paraliza y esclaviza. #JusticiaYa

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    JULIA LETICIA FLORES SUAREZ /

    08/12/2015 5:07 PM

    Muchos somos los Guatemaltecos que los apoyamos si no en persona, espiritualmente. Dios les de la fuerza necesaria para soportar todo lo que falte y le pedimos a el que al final brille la Justicia para que Cristina pueda descansar en Paz y ustedes tambien tengan el consuelo de que hicieron todo hasta encontrarla.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Ana Lucía Fernández /

    08/12/2015 10:20 AM

    Como dice la Palabra de Dios en Génesis 4:10:
    Entonces el SEÑOR dijo a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guardián de mi hermano? 10Y El le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.
    Definitivamente que toda sangre derramada CLAMA JUSTICIA ante Dios... Dios esta presente en sus vidas y en Guatemala! Pido a Dios por su familia y la PAZ de sus corazones.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Estuardo López /

    08/12/2015 9:18 AM

    Sigan adelante! no permitamos más injusticias e impunidad, esa familia tiene que pagar por el abuso y por considerarse superior a la ley del país, cadena perpetua al asesino!.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Anadela /

    08/12/2015 9:04 AM

    Animo a la familia de Cristina , son un gran ejemplo para todos y que esto no quede en el anonimato , esos dos niños se los van agradecer toda la vida .... El amor que tu familia les ha dado es con lo que ellos van a salir adelante

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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