Con unas condiciones climatológicas adversas, asoman algo más que dudas respecto a la desaparición y presunta cremación de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Porque esa madrugada, cayó el diluvio universal en Iguala.
Según el sitio wunderground.com, que recoge los fenómenos meteorológicos de todo el mundo, la madrugada del 27 de septiembre cayeron intensas precipitaciones en la zona colindante a Iguala, lo que incluye el basurero de Cocula, donde supuestamente fueron reducidos a cenizas los 43 estudiantes desaparecidos.
En el parte meteorológico de aquel día se expone que en su momento de mayor intensidad, a las 23:44 del 26 de septiembre, caían 27 milímetros de agua. En la clasificación de intensidad de la lluvia, entre 15 y 30 milímetros se considera “fuerte”, y a partir de 30, muy fuerte. Después bajó pero la caída de agua se mantuvo en 3.4 mm. hasta las 4 de la mañana.
Los milímetros de agua equivalen al agua que se acumula en una superficie horizontal de 1 metro cuadrado durante el tiempo que dura la lluvia. Esto quiere decir, para hacer una comparación, que la lluvia que cayó el pasado 9 de octubre, una de las más fuertes, que generó problemas en 13 delegaciones del Distrito Federal, fue de 28.45 mm.
“Efectivamente, llovió mucho y bien. 27 mm de lluvia durante unas horas es una buena lluvia. El suelo estaría saturado”, explica en entrevista por correo electrónico David K. Adams, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
Una imagen tomada por un satélite con un radar meteorológico de lluvia a bordo y utilizado por la NASA, el Tropical Rainfall Measuring Mission (TRMM), a la que tuvo acceso esta periodista, confirma a su vez que sí hubo precipitaciones en el área comprendida entre Iguala y Cocula los pasados 26 y 27 de septiembre.
La pregunta que surge es cómo pudo entonces avivarse el mismo infierno en un escenario torrencial. Según el último informe del Procurador, que más que aclarar dudas, ha genearado nuevos cuestionamientos, los sicarios apiñaron los 43 cuerpos sobre dos capas, una de llantas y otra de leña. Acto seguido los rociaron con gasolina y diesel.
“Imposible deshacer 43 cuerpos”
Para el profesor guatemalteco David Martínez-Amador, criminólogo y experto en narcotráfico, “es imposible. No se puede hacer una mega pira funeraria para 43 personas en medio de la maleza. Los 1,000 grados centígrados se alcanzan solo con tecnología moderna. El calor para deshacer 43 cuerpos requiere multiplicar los 980 grados (para ser exactos) que por cuerpo son necesarios en un crematorio formal. Y aun así esto tomaría varias horas. En un crematorio, el tiempo de cocción es de una hora por 45 kg de peso corporal. La pira funeraria hindú, que es de los instrumentos artesanales para cremar, es un proceso eterno, tortuoso y desagradable. Para acelerar la cremación, que toma horas, se embarra el cadáver con manteca. Imaginemos si encima ha llovido, como ocurrió esa noche en la zona del basurero”.
El investigador enfatiza que “en este caso, es imposible haber generado el averno en una barranca de Iguala. La afirmación del líder de Guerrero Unidos ‘Los hicimos polvo y los lanzamos al río’ se desmontaría. Hacer polvo los huesos restantes no es un problema si hay gente con martillos, el punto es el proceso de quemar tantos cuerpos. Es virtualmente imposible sin las ventajas de la tecnología moderna. Por eso el crimen organizado deshace los cadáveres en ácido, en lugar de quemarlos”, apunta.
“Murillo Karam miente”
Supongamos que en Iguala no se usó ningún componente moderno para la cremación (propagano, gas natural, petróleo). De haber reducido los cuerpos a cenizas, lo cual, nadie reportó, y de haber llovido como se confirma que ocurrió, hubiese sido bastante obvio que algo más estaba cayendo del cielo: lluvia y ceniza. Martínez Amador explica que “un cuerpo adulto produce de dos a cuatro kilos de ceniza, [por lo que] 43 cuerpos dejarían aproximadamente 129 kg de cenizas (residuos) que no pudieron haberse trabajado inmediatamente por el calor y los gases presentes en el área”.
Miembros del Sindicato Nacional del Trabajadores de la Secretaría federal de Salud (SNTSS) coincidieron con este punto en un comunicado publicado en “La Jeringa” el pasado 8 de noviembre (el texto, aquí): “Quemar un cuerpo de modo que se vea convertido en ceniza no es tan sencillo. Se necesitan los rigores del mismo infierno para que los huesos queden calcinados, temperaturas muy superiores a los mil grados centígrados. Se necesita un calor intenso para muchas horas y esto quemaría todo a su alrededor (…)”. Y concluyen así: “Esto es tan solo una muestra más de la indignación de nuestra gente. …pedimos justicia y resolución de este agravio” (…) Murillo karam (sic) miente al decir que con esos dientes que encontraron no pueden reconocer cuerpos”.
* Este artículo de Claudia Munaiz fue publicado el mismo día en CuadernosDobleRaya, del Colectivo de cronistas iberoamericanos.
Sub comandante Marcos /
Si dicen que los estudiantes tomaron un bus del bus llevaba droga oculta pero lo raro de que le perdieron la pista al bus bajaron a los estudiantes o Pero bueno lo que sí se ve que el gobierno mexicano está involucrado en estas muertes como es un país de eterna corrupción Nunca van a dar con los responsables
ANONIMO /
[…] Lea: Cuando “calcinaron” a los estudiantes, llovía en Cocula (y era imposible quemarlos en ese tiemp… […]
ANONIMO /
[…] la rechazaron. Nómada el primer medio en contestarla. Desde México, la periodista Claudia Munaiz escribió el 12 de noviembre que era imposible que era imposible la versión del gobierno mexicano porque esa noche llovía en […]