(Este artículo fue traducido por Cindy Barascout, periodista junior de Nómada.)
Si no era suficiente con que el presidente electo de Estados Unidos amenazara con expulsar mexicanos de su país y boicotee inversiones industriales en su país, México estalló a inicios de año por un nuevo impuesto.
Decenas de miles de personas han tomaron las calles en los pueblos y ciudades alrededor del país para manifestar en contra de un impuesto al petróleo del 20% –conocido como gasolinazo– y han demostrado su absoluto desprecio hacia el presidente Enrique Peña Nieto, con todavía dos años restantes en su mandato.
El país ha sido lanzado hacia el caos desde que se anunció la aplicación del impuesto el pasado 1 de enero. Las calles y gasolineras fueron bloqueadas, comercios fueron saqueados por presuntos infiltrados, cientos de personas fueron arrestadas y acusadas de terrorismo, y los periodistas que cubren este caos fueron amenazados y atacados por la policía.
No es la primera vez que México enfrenta tiempos económicos turbulentos. Pero gran parte de su ira actual es impulsada por el hecho de que la gente no cree que el presidente o sus ministros cuando dicen que el impuesto financiará los programas sociales.
Incluso antes de la gasolinazo, la credibilidad de Peña Nieto ya se había desplomado como resultado de una serie de escándalos y contratiempos políticos, incluyendo la desaparición y el bloqueo de la investigación de la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa durante septiembre 2014, el escándalo de la Casa Blanca, en el que un contratista gubernamental construyó una mansión multimillonaria para su familia y la fuga del gobernador de Veracruz, Javier Duarte, acusado por múltiples cargos por fraude y corrupción.
Vacío de poder en tiempos de Trump
La actual confusión no pudo haber explotado en un momento peor. Hoy 20 de enero, el magnate hotelero Donald Trump se convertirá el 45 presidente de la historia de Estados Unidos. Trump hizo de los prejuicios racistas contra México uno de sus caballos de batalla, acusándolos desde ladrones de empleos hasta violadores de mujeres.
Si el gobierno esperaba que la retórica anti-México de Trump se tranquilizara después de su victoria, se equivocaron. Reiteró que desde hoy empezará la construcción del muro fronterizo y desde Twitter ha intimidado con aranceles altos a industrias automovilísticas que tenían planeado abrir fábricas en México, haciendo retroceder a casi todas, desde Ford y GM hasta Toyota. Sólo BMW le ha plantado cara. Pero la pérdida de empleos para mexicanos en México sólo ha comenzado.
Esto está afectando directamente el valor del peso mexicano, que se desplomó a su peor valor histórico.
Además, ha logrado hacer trizas la autoestima nacional y encender la frustración.
Pero hay un detalle del que no se habla.
México está dispuesto a endurecerse con Centroamérica si esto les representa estar mejor ante los ojos de Trump.
En 2016, México detuvo más de 150,000 centroamericanos –un tercio, guatemaltecos–, pero esto podría incrementar durante la presidencia del magnate hotelero.
– Se ha sugerido, directa e indirectamente, por oficiales del Estado (mexicano), que ellos están dispuestos a detener incluso más centroamericanos si se garantiza un mejor trato a los mexicanos que ya están en los Estados Unidos, dijo Rodolfo Casillas, investigador migracional en Flasco (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales).
El impacto de la administración Trump y la inestabilidad de México para Centroamérica son difíciles de predecir.
Pero a corto plazo, la demanda de obra guatemalteca en el sur de México, donde miles de campesinos trabajan en plantaciones de café, mango y azúcar, es poco probable que se vea afectada, según el investigador Casillas, ya que hasta ahora, Trump sólo ha amenazado con gravar bienes que también produce Estados Unidos.
– Es improbable que los mexicanos desempleados de otras partes del país reemplacen repentinamente a la mano de obra agrícola de Guatemala.
El problema será para los migrantes que quieren llegar hasta ciudades norteñas de México, más industrializadas y ahora amenazada por el boicot de Trump a las fábricas multinacionales.
Para la preocupación de muchos mexicanos, el gobierno de Peña Nieto se ha doblegado a Trump desde la campaña, respondiendo a sus amenazas y chismes con declaraciones y negaciones poco convincentes (“no pagaremos por el muro si Estados Unidos introduce un arancel a la importación de carros”).
El reciente nombramiento de Luis Videgaray como ministro de Relaciones Exteriores –que fue despedido el año pasado como ministro de Finanzas porque fue al que se le ocurrió invitar a Trump a una conferencia con Peña Nieto– y el nombramiento de Gerónimo Gutiérrez como nuevo embajador en Estados Unidos, sugieren que México ya está listo para re-negociar el TLC con la administración de Trump.
Estos nombramientos pusieron fin a cualquier esperanza de que México se uniera a sus vecinos centroamericanos para un frente unido contra las políticas de Trump sobre comercio y migración. Aún se desconoce qué piensa Trump sobre el TLC con Centroamérica y el Plan de Alianza para la Prosperidad en el Triángulo Norte.
Con menos alternativas económicas en México
Si los migrantes centroamericanos pensaban en quedarse en el Norte de México, que es más industrial, como alternativa a Estados Unidos, las vísperas no son prometedoras.
Gracias al impuesto al combustible, en México el precio de los alimentos básicos –tomates, cebollas, tortillas, huevos– ya ha aumentado hasta un 20% desde el comienzo del año, por lo que la canasta básica es inaccesible para millones de personas con el salario mínimo de $4 por día, que son la mitad de los mexicanos.
El costo de una variedad de otros bienes y servicios esenciales, como la electricidad, gas de cocina, autobuses, taxis e incluso renovaciones de pasaportes también ha aumentado, afectando a millones más de ingresos bajos y medios bajos.
Los economistas pronostican un año con la inflación para finales de enero equivalente a la proyectada para 17 años.
La sombría realidad hace una burla de la promesa tardía del presidente Peña Nieto durante un reciente discurso para trabajar con el sector privado y así reducir los aumentos de precios y proteger a los más vulnerables. El enojo que la gente siente es impresionante. En México, desde donde esta periodista escribe, hay en el ambiente una mezcla de enojo con miedo. La masacre en una escuela de Monterrey producida esta semana por un niño sólo aumenta la desolación.
En resumen, Trump empezará a construir un muro, está destruyendo el TLC al boicotear inversiones con amenazas de aranceles, amenaza con restringir las remesas, el peso mexicano está por los suelos, el gobierno no tiene planes creíbles ni fuerza política, los salarios están estancados, habrá un aumento de la inflación de 20% y un estímulo por frenar a los migrantes centroamericanos.
El académico Ernesto Carmona, de la escuela de negocios Incarnate Word con sede en Estados Unidos y México, lo resumió así:
– Este último período del sexenio de Peña Nieto será como el hundimiento del Titanic. El gobierno se enfocará en tratar de mantener la calma, al igual que la tripulación del Titanic intentaba mantener el orden entre los pasajeros ordinarios mientras salvaban a los de primera clase. Sin duda, va a ser muy duro.
Marta Flores /
Esperemos que solo sean palabras la de este señor porque si reduce las ayudas para el Plan para la Prosperidad entraríamos en una crisis de nuevo ya que ninguna institución de gobierno a sido capaz de articular un medio para reducir la escasez y pues agenda económica solo la del Plan existe.
Roxana Villa /
Peña se ha ganado el desencanto de su país, haber si no próximamente veremos que marchan los mexicanos para sacarlo del poder
Ariana Nuñez /
Sabe Dios que ira a pasar lo que si es que si todo esto se pone así Trump va a tener que darle el apoyo no solo a la CICIG sin también al Plan para la Prosperidad si no ya estamos viendo vísperas de tiempos más dificiles para la economía guatemalteca
Alejandro Palmieri /
"un impuesto al petróleo del 20%"
Si bien si subió la carga impositiva a los productos derivados (no al petróleo), este fue en promedio 5 puntos porcentuales entre 2016 y 2017, al pasar de 38% a 43% en la gasolina magna, de 32% a 37% en la premium y el diesel pasó de 47.2% a 47.5% del precio final al público. Puntualizando y aclarando que cosas distintas son petróleo y sus productos derivados, así como que no se trató de un incremento de 20% -ni al primero ni a los segundos- de impuesto. Si subió eso -y hasta más- será por efectos nocivos de la especulación y acaparamiento, ambos distorcionadores el mercado.