¿Quién decide qué es normal?
Marvin Monzón / 30 junio, 2016
Una gran amiga trabaja como cajera receptora en un banco. Su hora de salida es a las cuatro. Por una especie de acondicionamiento en los horarios de todos los empleados, su hora de almuerzo es a las tres. Suena lógico que pueda largarse a casa desde esta hora, pero el procedimiento debe ser salir a almorzar y regresar a las cuatro para decir adiós. Entre sus metas mensuales está vender una tarjeta de crédito. Sin embargo, cada día que pase sin vender ese producto, se quedará una hora más en el banco y saldrá a las cinco. No debe trabajar esa hora extra, solo quedarse sentada como una especie de castigo por no vender ese día la tarjeta que debe vender en el mes.