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Ese sentimiento extraño al que llamamos "falta de tiempo"

En lo que escribo las últimas líneas de esta crónica, varios mails habrán llegado a mi buzón, decenas de notificaciones habrán hecho vibrar mi Smartphone, una emergencia se me habrá venido a la mente; mientras que un colega habrá empezado una conversación, en voz baja pero perturbadora, en el open space, obligándome a volver unos párrafos arriba, molesta. Habré deducido que sería mejor escribir este artículo después, el próximo fin de semana por ejemplo, “cuando tenga tiempo”.

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Esta es una opinión

Foto: Pixabay / Monoar Rahman Rony

 

Traducción libre: Christina Chirouze

Pero si me pongo a escribirlo un domingo, voy a consagrar al trabajo un capital-tiempo precioso y escaso en que podría por fin “tomarme el tiempo” de vivir. ¿De donde vendrá ese sentimiento extraño e insistente que identificamos generalmente como una “falta de tiempo”? ¿De dónde viene la impresión de que se han agravado las cosas a lo largo de la historia, y que, probablemente, nuestros abuelos no tenían ese sentimiento de rush permanente, que sabían mejor disponer de su tiempo? ¿Será realmente el tiempo que se hace raro, o será nuestra presencia ante él que se ha degradado?

Según Yves Citton, autor de Por una ecología de la atención, ese sentimiento de enrarecimiento del tiempo no es tan reciente. Su emergencia se originaría a inicios de siglo XX cuando surgieron los mass media audiovisuales y la publicidad. Pero la edad de la informática lo ha multiplicado. “Esta explosión, muy repentina a la escala de la historia de la humanidad” explica el sociólogo, “hace que muchos de nosotros se sientan sobrepasados. Nos toca soportar esa desproporción creciente entre, por un lado, lo que queremos consultar, leer, escuchar, visionar, ya sea porque nos da gusto o porque nos parece importante estar enterados, y por otro lado, lo que es humanamente posible hacer con veinticuatro horas en un día, y las necesidades vitales como comer y dormir”. El profesor añade que, sin embargo, sería un poco abusivo hablar al respecto de “mal de nuestro siglo”, ya que ese problema, muy lejos de ser universal, toca solo un porcentaje muy pequeño de la humanidad: los citadinos ultraconectados, con modo de vida occidental. (…)

Pero queda en el aire la pregunta central: ¿los avances tecnológicos no conllevarán un cambio cualitativo en nuestra relación al tiempo? El que espera un mensaje, ansioso, el celular en la mano, resiente con una lentitud aumentada el interminable pasaje de los minutos. ¿Habrá sido lo mismo en la época de las heroínas de Balzac? ¿Se sentirá lo mismo esperar al cartero una vez diaria que esperarse a un mensaje Whatsapp a todo instante? Si, es posible que nuestro tiempo se haya vuelto más tenso, menos lleno de ensoñaciones y esperanzas. ¿Será un punto de vista conservador? Es muy posible, pero nada indica que este fenómeno no sea reversible. “No es el tiempo que nos hace falta, somos nosotros quienes le hacemos falta al tiempo” decía [el poeta francés] Paul Claudel. La liberta de cortar no ha desparecido, todavía está aquí, ahora, en cualquier instante. Atrapémosla.

 

* Este artículo fue publicado en el periódico francés “Le 1”.

Aude Lancelin
/

Es una periodista francesa. Recibió el Premio Renaudot del ensayo en 2016 por El Mundo Libre y anima el programa de radio en línea “La guerra de las ideas”. Acaba de publicar “Las ideas secuestradas” (París, 2017).


Christina Chirouze
/

Chapina parisina. Gestora cultural de La Caféothèque. Entre bibliotecas académicas, vagabundeos urbanos y viajes mochileros, sintetizó su pasión por el arte en general, y en especial el de Centroamérica.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Hansel Mo Ay /

    05/03/2018 3:24 PM

    Por favor, alguien me aclara la última frase: "La liberta de cortar no ha desparecido, todavía está aquí, ahora, en cualquier instante..." Se quiso expresar "La libertad de cortar" o será "La libertad de contar". Una vez aclarado, qué se quiere decir con esta frase?

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

      Christina Chirouze M. /

      20/03/2018 10:15 AM

      Esa frase (efectivamente "La libertad de cortar") significa que aun somos libres de cortar el teléfono, de aislarnos, o de crear nuestra propia burbuja.
      y gracias por ver que falta la D !!!

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!

    Hansel Mo Ay /

    05/03/2018 3:17 PM

    Dónde encuentro la receta o la clave para una buena administración de mi tiempo. Quiero finalizar cada día con alegría y no tanta frustración.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Marco Monzón /

    05/03/2018 10:30 AM

    Siempre nos hace falta tiempo. El tiempo va más rápido o el trajín intenso de cada día, ha superado límites. Tiempo para madrugar, tiempo para trasladarse al trabajo, tiempo para atender las obligaciones laborales, más atender visitas de trabajo, más reuniones... tiempo para regresar a casa, tiempo para cenar, ver el noticiero, revisar tareas de los hijos, preparar desayunos al mismo tiempo... porque todo va más de prisa.
    Hay un conflicto entre lo que tenemos que hacer y lo que además queremos hacer

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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