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Redes sociales: una ventana a los delitos sexuales

Las denuncias por acoso y divulgación de fotos íntimas registran un considerable aumento en Guatemala, Honduras y El Salvador en los últimos años. El anonimato y el poder de divulgación atribuidos a los perfiles personales en internet posibilitan la alza.

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Foto: Pexels

Foto de una mujer atractiva en el perfil de Facebook de un lado y un adolescente entusiasmado del otro. Señuelo y credulidad. Anonimato e ilusión. En los últimos años, esos elementos se han convertido en ingredientes de actos que amenazan la libertad sexual de jóvenes. Bajo engaño, pasan a ser víctimas de personas que se esconden tras páginas de redes sociales ficticias.

Casos como ese –puede leerse una historia real ocurrida en Guatemala acá– representan uno de los usos negativos de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) más comunes en los países del triángulo norte centroamericano. Así lo confirman las estadísticas con las que cuentan instituciones policiales de las tres naciones. Y lo certifican sus representantes consultados.

Los expertos los llaman delitos contra libertad sexual. Estos incluyen el acoso, el exhibicionismo, la divulgación de fotos íntimas y la corrupción de menores, entre otros. Según expertos, aunque se trate de actos contra la ley que han existido desde hace tiempo, la popularidad de las redes sociales y el fácil acceso a ellas gracias a la conexión a internet, las ha potencializado en los últimos años.

Solo para citar el caso de Guatemala, las estadísticas de denuncias por acoso en las que internet fue la herramienta utilizada, muestran un alza evidente. En 2015, la PNC registró 245 casos. En 2017 la cifra subió a 366. WhatsApp, Facebook y Twitter son las redes sociales más utilizadas para tal fin.

Las estadísticas sobre denuncias por violación a la intimidad, en que hombres comparten fotos privadas de mujeres, pasaron de 76 en 2015 a 140 en 2017. Casi el doble. En ese último año, 111 de las 140 denuncias registradas por la PNC, fue el sistema de mensajería WhatsApp el medio ocupado. Vía Facebook, un poco menos: 23.

De acuerdo a Diego Teos, jefe de delitos informáticos de la PNC de Guatemala, los niños, niñas, adolescentes y mujeres suelen ser las víctimas más recurrentes. Este dato es también válido para los restantes países del triángulo norte centroamericano: El Salvador y Honduras.

Los ejemplos son muchos. Suele pasar, por citar un caso, que una pareja decide grabarse a sí misma sosteniendo relaciones sexuales, bajo consentimiento. Sin embargo, al terminar la relación, uno de ellos –casi siempre el hombre, según las autoridades–, exige a su pareja continuar la relación a cambio de no revelar las imágenes. O decide difundirlas directamente en redes sociales o en sitios web pornográficos a manera de venganza. En otras ocasiones, la pareja víctima ni siquiera sabía que había sido grabada en tal situación, como se puede leer en este caso que fue judicializado en El Salvador.

También hay denuncias que perfilan a una víctima mujer de clase baja. En este tipo de caso, ellas “son seducidas en redes sociales por hombres que viven en otros países. Les hacen creer que tienen una relación, les manda dinero y, pues sí, también les pide fotos íntimas. Pero cuando ellas ya no quieren seguir en la relación les cobran el dinero que depositaron o, incluso, las amenazan con publicar las fotografías”, sostiene Teos, de la PNC de Guatemala.

En otras ocasiones, las redes sociales no son necesariamente la herramienta directa para cometer el delito. Se convierten en una vía de comunicación que sirve para ejecutar un secuestro o en ocasiones, un asesinato. Estas plataformas también sirven para la trata de personas y la explotación sexual.

Se habla, por ejemplo, de delincuentes que, desde un perfil falso, contactan a mujeres u hombres que consideran vulnerables. Una vez ganan su confianza, les ofrecen trabajos como modelos o edecanes, que son únicamente una fachada para explotarlos sexualmente.

En otros casos, personas se hacen pasar por mujeres guapas para atraer a jóvenes hombres. Luego –señala Teos– “existe la posibilidad de que los convenzan a conocerse en persona, con el objetivo de que exista una violación o secuestro” o incluso homicidios, como en este caso ocurrido en Guatemala en el que un par de mujeres jóvenes conocieron a sus asesinos en Facebook.

En conclusión, existen al menos dos características a favor de los delincuentes para utilizar este tipo de herramientas. Por un lado, el anonimato que les permite actuar ante las víctimas desde la sombra y sin generar sospechas. Y por el otro, la capacidad de divulgación mayor de las redes sociales.

En otras palabras: antes de las redes sociales, revelar fotos íntimas de la pareja sexual, generaba un impacto mucho menor. Hoy, las redes sociales vuelven este tipo de sucesos fenómenos virales que pueden sobrepasar fronteras, ensanchando así el sufrimiento y re-victimizando aún más a la persona ofendida.

 

Segunda de tres entregas, sobre las conclusiones de una reciente investigación periodística realizada con el apoyo de UNESCO, por los periodistas Gabriela Cáceres y Gabriel Campos para la Maestría en Gestión Estratégica de la Comunicación de la UCA de El Salvador. Este trabajo se centra el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como herramientas para ejercer o promover violencia en Guatemala, El Salvador y Honduras.

Willian Carballo
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Coordinador de investigación de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera y catedrático de la Maestría en Gestión Estratégica de la Comunicación de la UCA, en El Salvador.


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