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Relaciones consentidas y con sentido

El sexo nos es necesario, más allá del simple sentido reproductivo y del desenfreno animal. Dotar las relaciones sexuales de sentido nos hace más humanos.

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Esta es una opinión

Foto: Pixabay

La relación sexual es una de las muchas maneras en las que los hombres y mujeres se relacionan entre sí. Cuando hablamos de relaciones sexuales, nos centramos en la palabra ‘sexo’ y dejamos a un lado la palabra ‘relación’. Que es en donde realmente está el meollo de este tema.

Ponemos todo el énfasis en el coito como un elemento aislado. Esto ha dificultado la comprensión de la dialéctica que se establece durante el sexo y todo lo que le rodea. Esa reciprocidad que constituye el acto íntimo desde las mismas miradas. La belleza de un encuentro en el que se puede descubrir vínculos profundos que nacen del gozo y la alegría. En dónde además, se puede entrever el atisbo de la hondura que constituye a la persona. Nos da unas cuantas luces sobre quiénes somos y quién es la persona que tenemos a nuestro lado.

Según Fernando Savater, el hombre además de ser una realidad biológica, es una realidad cultural. Una llena de significados que son transmitidos por medio de elementos simbólicos, como el lenguaje.

En otras palabras, el hombre no nace siendo completamente hombre. Hay una importante parte de nuestra humanidad que se aprende a través de la interacción con otros. Pensemos por ejemplo en lo que ocurre en instituciones educativas o con esas amistades que nos hacen ser lo que denominamos "mejores personas".

Por otra parte, puede ocurrir la situación contraria. Se pueden establecer relaciones con otras personas que nos deshumanizan. Pensemos por ejemplo en la relación entre el amo y su esclavo, donde el primero despoja al segundo de dignidad cada vez que le ordena hacer algo. Extirpa su humanidad al no reconocerla y subyugarlo a su sola voluntad. Como si las personas pudiésemos ser propiedad o algo parecido.

Pero, además, lo curioso es que el amo estropea su propia humanidad al ejercer su voluntad. Por eso coloquialmente decimos que alguien tiene “poca humanidad” cuando trata mal a otros. Valdría la pena preguntarse hasta dónde, esa persona que silba en la calle a una mujer por su apariencia, que ‘mete mano’ sin autorización, que se aprovecha en momentos vulnerables, está ejerciendo su capacidad diferenciadora de buen ser humano.

A través de las relaciones sexuales bien llevadas, uno puede conocer a la otra persona –u otras– y a sí mismo hasta niveles insospechados. Siempre he sostenido que el sexo es la continuidad de una conversación. Cuando esta requiere de mucho más que de palabras para continuar, puede ser el momento ideal para ceder el paso a todo aquello que solo puede expresarse con besos, miradas, pellizcos, mordidas, jadeos y orgasmos.

En ellos es posible comunicar de manera profunda asuntos como amor y deseo. Pasiones y también miedos e inseguridades. Como en cualquier otra conversación, la profundización y el disfrute depende de la riqueza personal de los que participan. Por ello, siempre he visto como un sinsentido el que existan individuos que utilizan la técnica de embriagar y embriagarse para facilitar el encuentro sexual. Es de cobardes atontar el sentido para perseguir el desenfreno.

La finalidad no es incrementar el placer lo máximo posible, aunque evidentemente, es uno de los factores principales. ‘Mientras más rico mejor’ es una lógica limitada por los mismos límites que establece la biología humana. Nuestra capacidad para sentir placer es mucho menor que nuestra capacidad para desearlo.

No podremos nunca sentir todo el placer que queremos. Por lo tanto, esa búsqueda de incesante de placer irremediablemente finaliza con una insatisfacción asegurada. Mi recomendación para los que piensen de esta manera tan superficial y egoísta es que se dediquen a la masturbación individual, antes de convertirse en proveedores de encuentros paupérrimos en la cama.

Ya Mario Vargas Llosa alertaba sobre las preocupantes consecuencias que contrae la creciente banalización del erotismo, en donde se simplifica como un mero “acoplamiento carnal sin misterio” y reducido a un “desfogue de instinto animal”. En donde hacer el amor “deja de ser un arte” para pasar a ser un “un deporte sin riesgo, como correr en la cinta del gimnasio”.

Tampoco podemos equivocarnos aún más y pensar que el fin de la relación sexual es la simple reproducción.  Como si fuésemos simios o, cuando mejor nos va, conejos. Siguiendo la lógica de este paradigma conservador, no existiría diferencia entre lo que hago yo con mi pareja y lo que hace mi perro en el jardín con otra perra.

Ellos lo hacen porque su naturaleza lo exige, no porque encuentran placer en conocer a otro individuo, explorar sus emociones. En reconciliar todo aquello que necesita complementar a las palabras. Ellos lo hacen y punto. Porque la naturaleza es lista y lo importante es que la especie perdure. Qué emocionante. Qué sabia la naturaleza.

El ideal al que tenemos que aspirar tanto hombres y mujeres, es a aprender a tener relaciones –formales, informales, homosexuales, heterosexuales, parejas o con grupos– consentidas y con sentido. Las relaciones sexuales son fundamentales en la vida humana.

Pocos momentos más agradables hay que esos en la cama, que nos enriquecen y nos llenan de vitalidad, la mejor cura contra la sobriedad de la vida. Un intercambio íntimo basado en comprensión mutua y el respeto, acompañado de deseo y desenfreno.

Para ello es importante que nuestros actos nunca despojen al otro de su dignidad, ni se realicen sin consentimiento, sino todo lo contrario.

Mateo Echeverría
/

Graduado en Humanidades por la Universidad de Navarra.


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5

COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Víctor López /

    02/12/2018 5:37 PM

    El ideal al que tenemos que aspirar tanto hombres y mujeres es a aprender a tener relaciones - formales,informales, HOMOSEXULES, heterosexuales, parejas o GRUPOS , consentidas y con sentido... Señalo lo escrito por vos , resalto en mayúsculas la mezcla que haces, tu exposición no TIENE SENTIDO Y NO PODEMOS CONSENTIRLA. Respecto a tu respuesta "lo que alguien piensa de lo que alguien es" si sos o no sos ese no es el problema , el problema es que no podemos aceptar esa mezcla ( que por cierto hacen todos los que apoyan el homosexualismo) y no me la llevo de pulcro, limpio, inmaculado... Pero todo tiene un límite. Saludos don Mateo

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

      Mateo Echeverría /

      03/12/2018 7:24 AM

      Gracias nuevamente Victor. Entiendo que estás de acuerdo con el mensaje principal y con eso me quedo.
      Si quieres, en otro momento nos vamos por las ramas y podemos hablar sobre la homosexualidad y los límites de los que hablas.
      Otro saludo y gracias por los comentarios, siempre son bienvenidos!

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!

        Víctor lopez /

        03/12/2018 10:40 AM

        Enterado...

        ¡Ay no!

        ¡Nítido!

    Víctor López /

    30/11/2018 9:51 PM

    La relación hombre mujer es lo normal, pero cuando mencionaste el homosexualismo te torciste , el homosexualismo es una perversión , no hay que mezclar una cosa con otra... ESTAS EQUIVOCADO Y EN COSECUENCIA SOS UN PERVERTIDO

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

      Mateo Echeverría /

      02/12/2018 2:15 PM

      Gracias por tu comentario Victor.
      Cuando aprendas a distinguir entre ideas y personas (lo que alguien piensa de lo que alguien "es") te irá mucho mejor y evitará que hagas esos saltos por ahí.
      Un saludo!

      ¡Ay no!

      ¡Nítido!



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