Con el tiempo me he ido encariñando con mi vagina. Llevo toda una vida en este proceso de conocerla, cuidarla, amarla y respetarla. A ella y todo el ecosistema que convive dentro, todos los organismos que conviven para mantenerme sana.
Las fotos de la menstruación me enseñaron la perfección con la que ella funciona. Cada mes se viste de rojo y se torna en una rosa entre mis piernas. Todos los meses mi útero se llena de sangre, para prepararle una especie de cuna a un feto. Este feto no está dentro de mis planes entonces el orificio cervical externo va bajando hasta que un día mi calzón se mancha de rojo.
Este orificio se ubica en el cérvix, el cual es la porción fibromuscular inferior del útero y es exclusivo de las hembras en los mamíferos. Por alguna razón pensar en este pequeño pedazo de mi cuerpo como algo exclusivamente femenino me hace sentir como que si tuviera un súper poder. De hecho sí lo es, es el súper poder de dar vida porque es el que deja entrar a los espermatozoides al útero y las trompas de falopio. Pero para las que no hacemos uso de este poder, nuestras vaginas se renuevan cada mes.
La magia entre nuestras piernas es en realidad un ecosistema que está conformado por trillones de pequeños organismos. Es como tener una diminuta comunidad dentro de ti. Todos los seres humanos tenemos estas comunidades dentro de nosotros, como por ejemplo, en el estómago y la nariz. Pero los de nuestra vagina son una mezcla específica de bacterias, hongos y arqueas. Cuando hay una sobrepoblación de cierto hongo o bacteria es cuando nuestra vagina no está sana.
Para evitar esto ella se mantiene limpia solita, manteniendo un pH balanceado. Según este artículo, “la vagina se mantiene sana y limpia mediante algunos sistemas protectores muy ingeniosos, siendo el más habitual de ellos el mantenimiento de un medio ácido que, curiosamente, se mantiene así gracias a la acción de una bacteria que se encuentra presente en la flora habitual de la mucosa vaginal. Estas bacterias llamadas lactobacilos, se alimentan del glucógeno (azúcar) que se almacena en las células de la pared vaginal y lo metabolizan convirtiéndolo principalmente en ácido láctico y peróxido de hidrógeno (entre otras sustancias), lo cual contribuye a que la mucosa vaginal mantenga un entorno ácido, con un pH de aproximadamente 4.0.”
Los lactobacilos también se encuentran en el yogurt, así que este es el mejor desayuno que le puedes dar.
Cuidarla de la mejor manera que puedas es indispensable, porque te conviene que la mejor aliada que tienes en la vida este feliz contigo.
La escritora Noami Wolf, en el libro La vagina: una nueva biografía, muestra a la vagina como un sistema en sí mismo. Ella llama a la dopamina como “el máximo neurotransmisor feminista” porque cuando tenemos una descarga de dopamina al tener un orgasmo, esta descarga nos genera motivación, orientación hacia objetivos y confianza. Ella retrata a la vagina como un mediador poderoso de confianza y creatividad femenina.
En otras palabras, la vagina afecta la conciencia femenina. Pongámosle atención, amémosla.
marco /
Por que estoy acá en 2016, porque me parece que la autora tiene buenos artículos; en este caso esta bien por el hecho de conocerse y quererse a uno mismo. Y todo hasta ahí, muy bien.
Pero por que; según yo, meter la pata, dándole el tinte feminista, no cree que es un poco cansino.
"La dopamina; el máximo neurotransmisor feminista"....... Por favor, por favor.
Ya que los hombres, también segregamos dopamina, también pudiera ser el máximo neurotransmisor machista..... jajajajajajajaj..... Suena ridículo o no..... jajajajajajaja
Silvia /
Fuera de prejuicios, libertad de expresión y conocer tu cuerpo con tanta delicadeza. Que valiente Saludos.
Hoy fue la primera vez que te leí , y ya voy tres artículos. Sos ídola, no puedo creer lo ejemplificada que me siento. Abrazos enormes
Naomi /
Me encantan tus articulos, por favor sigue escribiendo asi. Nos inspiras.