¿Jimmy hará algo sobre el cambio climático?

La suscripción del Acuerdo de París está prevista para el 22 de abril de este año, en la sede de las Naciones Unidas. Un momento que la historia reclama y nos convoca a unirnos a la lucha global frente al cambio climático y evitar el aumento de la temperatura media de la Tierra.

Aunque cuestionado por sus debilidades, el Acuerdo de París debe de constituirse en un impulso universal acorde a la magnitud y a la urgencia del desafío que representa para la humanidad, pues reconoce responsabilidades comunes pero diferenciadas –según las capacidades de los países y sus propios contextos.

Cobrará vigencia en 2020. Mientras tanto, los países deberán tomar medidas para reducir las emisiones de gases y a partir de esa fecha revisarán cada cinco años sus avances. Le corresponde a la administración de Jimmy Morales definir la ruta que seguirá Guatemala.

Este acuerdo constituye una nueva visión de la economía que busca desvincularla de la generación de emisiones causantes del calentamiento global y transita hacia un modelo económico más respetuoso de la naturaleza y orientado al bienestar de los seres humanos.

Las fuerzas del mercado por sí solas no pueden resolver las crisis entrelazadas de la pobreza, la inequidad y la degradación de la naturaleza. Además, sus indicadores no reflejan los costos de la pérdida de nuestro patrimonio natural y cultural que acompañan el incremento de la producción y el consumo.

La lucha contra el cambio climático es un imperativo que no reconoce fronteras y que afecta de manera directa a los países y poblaciones más pobres del planeta. Se convierte en una carga adicional para su avance socioeconómico, el mejoramiento de la calidad de vida y la superación de la pobreza. Por eso la obligación de los países desarrollados de apoyar con recursos económicos adicionales a los países más vulnerables.

La acción concertada y conjunta a favor del ser humano y de la salud del planeta, requiere compartir derechos y responsabilidades y constituye el oxígeno de las democracias del siglo XXI.

En su preámbulo, el Acuerdo de París incluye una visión planetaria que busca respuestas a valores y compromisos éticos con la vida y las futuras generaciones ante una amenaza común. También incorpora objetivos globales para dar dirección a la acción climática y a esfuerzos nacionales y locales de forma colaborativa entre los países.

Contempla un régimen –basado en reglas acordadas a nivel internacional– que promueve logros más ambiciosos, transparencia y el cumplimiento de los compromisos adquiridos. Aborda los impactos tangibles que el cambio climático conlleva y las acciones para reducir la vulnerabilidad, particularmente en los países con altos índices de pobreza como Guatemala y donde la prioridad se centra en la adaptación.

Nuestros gobernantes, a quienes elegimos para que representen nuestros intereses comunes, deben demostrar su voluntad política y sabiduría para impulsar las acciones que la ciencia nos indica. Deben tener presente que cuidar la vida y velar por el bienestar de nuestros semejantes constituyen ante todo una responsabilidad ética y moral.