Las opiniones que se emiten en el presente artículo son personales y no representan la postura de ninguna de las instituciones mencionadas.
Además, estas estrategias ya no son planteadas exclusivamente por los Estados, sino también por diferentes actores no estatales, que en conjunto, tan sólo en el 2015, manejaron contribuciones financieras para el desarrollo de la salud por un valor de 36 millardos de dólares americanos.
Sin lugar a dudas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) representa el principal punto de encuentro de la diplomacia en salud. Esta agencia de las Naciones Unidas tiene el mandato de los Estados miembros de actuar como la autoridad directora y coordinadora del trabajo sanitario internacional. Y es aquí donde las estrategias diseñadas por el cuerpo técnico de esta organización dirigidas a resolver problemas de la salud global, son negociadas y definidas por los representantes de los Estados. La gran mayoría de estas estrategias contienen pautas y guías para que las autoridades de cada Estado puedan elaborar e implementar sus propios planes de acción en respuesta a problemas de salud pública regionales o globales. Un ejemplo de estos planes es la respuesta global para el control de vectores 2017-2030 que ha sido impulsada debido a los brotes del virus del Zika y de la fiebre amarilla. Los procesos de negociación pueden ser complejos, ya que existe una asimetría socioeconómica y diferencias culturales entre los 194 Estados que conforman la organización. Además, si bien se busca encontrar un lenguaje común y apoyar la cooperación multilateral, los Estados, en un acto legítimo, tienen en cuenta sus prioridades, intereses y compromisos nacionales e internacionales.
Por otro lado, los diferentes contextos en la salud global a través de la historia han permitido que nuevos actores, como entidades financieras, fundaciones privadas y la sociedad civil, se consoliden en este espacio. El Banco Mundial y otras instituciones similares han contribuido al cambio de paradigma de tomar el gasto en salud como una inversión para el desarrollo del estado, lo que ha permitido una importante movilización de fondos y un nuevo modelo de las políticas de salud. Iniciativas publico-privadas como la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización y el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, Tuberculosis y Malaria, no sólo han sobresalido por sus resultados en sus programas, sino que también han diseñando estrategias eficientes y pragmáticas para recibir aportaciones financieras de diferentes sectores.
Las ONGs también son un claro ejemplo de los nuevos actores en este tipo de diplomacia. Desde la década de los 80 con su contribución al desarrollo del Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, estas han venido participando en colaboración con los Estados en la creación de herramientas equitativas en la gobernabilidad de la salud, equilibrando muchas veces algunas posturas mercantilistas.
La diplomacia de la salud permite a los Estados mostrar sus programas de salud pública y sus avances para exponer su compromiso sobre cuestiones de la salud global, permitiendo que los países puedan mejorar su influencia y posición internacional. A nivel nacional, este tema aborda puntos de agenda intergubernamentales e intersectoriales que tienen el reto de abordarse desde un punto de vista de salud pública y, para conducir acciones diplomáticas en este ámbito, es necesario encontrar primero un enfoque coherente en el contexto nacional.
Este tipo de diplomacia cada vez más requiere y demanda de un grado significativo de conocimientos que combinen aspectos técnicos, científicos, legales y tecnológicos. En el campo de la salud global esta diplomacia ya no es conducida únicamente por diplomáticos, sino también por científicos y especialistas en diferentes aéreas de la salud pública y otros sectores. Se debe tener en cuenta que el éxito en las negociaciones sobre estrategias para dar respuesta a cuestiones de salud, requiere tanto de un entendimiento científico de las causas y consecuencias, como también de la habilidad diplomática para lograr acuerdos y compromisos.
Un ejemplo de la demanda de combinación de conocimientos, fueron en las negociaciones para establecer el Marco de Preparación para una Gripe Pandémica de la OMS. En las cuales se requirieron de investigadores y personal de salud pública expertos en virus , en el desarrollo de vacunas y en sanidad animal, y otras disciplinas del derecho internacional. En este Marco se coordina el mecanismo para que los Estados compartan muestras de este tipo de gripe diagnosticadas localmente con centros colaboradores de la OMS y estos, a su vez, con la comunidad científica y la industria farmacéutica. Dentro del Marco también se establece un mecanismo de reparto de beneficios (para los esfuerzos globales contra esta gripe) por parte de la industria que haya utilizado este material para la producción de vacunas, antirretrovirales y material de diagnóstico.
En la actualidad se han abierto negociaciones dentro de este Marco, una de ellas busca redefinir el concepto de material biológico e incluir los datos de las secuencias genéticas de los virus. Si estas negociaciones logran incluir las secuencias genéticas, se evitará que algunas partes puedan utilizar las secuencias para reproducir virus in vitro y así evadir los mecanismos de reparto de beneficios del Marco. Es importante resaltar, que después del brote del Ébola en el África occidental y la situación del virus del Zika en la región de las Américas, el intercambio de material biológico y su información genética también está tomando relevancia en recientes estrategias de la OMS. Por ejemplo en planes de I+D dentro del nuevo Programa de Emergencias, las nuevas recomendaciones relacionadas con la implementación del Reglamento Sanitario Internacional, o en el tema de prevención y control de Cáncer, entre otras.
Este panorama parece anticipar qué aspectos de derechos de propiedad intelectual sobre la información de las secuencias genéticas y su implicación en la salud pública, abrirán un nuevo frente en la diplomacia de la salud global en la OMS. Los Estados, a pesar de mostrar recelos en compartir esta información, reconocen la importancia del intercambio de información y material biológico para el desarrollo de herramientas eficaces durante intervenciones sanitarias. Sin embargo, éstos también están interesados en contar con instrumentos que gobiernen en condiciones de igualdad este tipo de intercambio y el reparto de beneficios. No obstante es un tema complejo que requiere de conocimientos especializados y que además afronta intereses nacionales y acuerdos ya establecidos como los del Convenio de las Naciones Unidas sobre de Diversidad Biológica.
En mayo del presente año, la mayoría de los Estados de las Naciones Unidas eligieron al etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus como el nuevo Director General de la OMS, el diplomático de más alto rango en la salud global. Dentro de las prioridades del Dr. Tedros se encuentran la cobertura universal de salud, los efectos del cambio climático sobre la salud y la promoción del derecho de la salud de la mujer, los niños y el adolecente. Sin lugar a dudas esto dará un impulso para que los estados puedan alcanzar las metas y objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en lo referente a salud y de desarrollo humano.
Para muchos Estados la elección del nuevo Director General de la OMS será una ventana de oportunidad para replantear su papel en esta organización y rediseñar sus estrategias diplomáticas en la salud global a través de la interacción con este organismo.
La salud global se ha convertido en un tema políticamente relevante. Ésta se aborda bajo un solo enfoque con la política exterior, en un punto de agenda permanente de la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 2008. Además el tema de la salud ya es incluida en las agendas de las cumbres del G8, G20, BRICS, OECD, y el Sistema de Integración Centroamericana, entre otras.
En muchos Estados, la salud se ha o se está consolidando como un componente clave de la política exterior. En los que aún no, el marco que ofrece el contexto de la salud global para impulsar estratégicamente la salud y el desarrollo de la población a largo plazo y otros intereses nacionales, los motivará a su inclusión y ser parte de los compromisos en este campo. En cualquiera de los casos se debe encontrar la sinergia adecuada entre ambas disciplinas, posiblemente en una interface en que la salud sea un instrumento de la política exterior y que política exterior sirva a los objetivos de la agenda de la salud.
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