A través de la historia, con pasos pequeños pero seguros, la mujer comenzó a encontrar su voz y lugar en el mundo que había sido gobernado por los hombres. Comenzó a desechar ideas y construir nuevas. Aún falta y entre todos los paradigmas que hay que romper, creo que existe uno del cuál casi no se habla. Los hombres no lloran.
El movimiento feminista, contrario a la opinión de las personas desinformadas, no es un movimiento para desestimar al hombre. Es más lo incluye. Susana Gamba define que “el feminismo propugna un cambio en las relaciones sociales que conduzca a la liberación de la mujer –y también del varón”.
He sentido que nos hemos olvidado, o por lo menos yo, de la liberación del hombre. Yo espero que me hagan, que no me hagan, que me digan, que no me digan, que se hagan un sinfín de cosas para que se respete mi integridad como ser humano, mi esencia, que nadie mande mi vida. No creí que los hombres necesitaran liberación. ¿De qué? Me preguntaba.
Hace unos días en el muro de un amigo en Facebook apareció una publicación que me llamó la atención. En esta se habla del hombre que tiene miedo, de la presión social, la necesidad de cariño. Todas esas cosas que los “hombres de verdad” no sienten ni hacen. Esas cosas que no estoy acostumbrada a percibir de ellos. Eso que se guardan detrás de las máscaras de machos alfa, de las conversaciones de cuantas mujeres tienen, han tenido o podrían tener y de los “piropos” en la calle.
El texto decía así:
“Si las mujeres entendieran (…) Lo que es tener que ser valiente, poderoso y exitoso a toda hora. Lo molestas que son las comparaciones con “el marido/novio de”. La necesidad que tienen de un abrazo que no siempre saben pedir. Lo difícil que es comprender lo que nunca les han enseñado. Las lágrimas que no se animan a llorar. (…) Que piensan y razonan diferente. Que sienten muy parecido. Que demuestran sentimientos como pueden o como aprendieron.”
(Luz Esquivel)
Entonces comprendí algo importante. La sociedad no solo ejerce presión sobre el rol que la mujer debería tener, también sobre el del hombre. Se espera que a toda hora sean unos seres exitosos que tienen la respuesta, que sean siempre la roca de la familia, que sean fuertes, valientes y el sustento económico. Esto es debido al pensamiento machista que dicta que los hombres a trabajar y las mujeres a la casa a cuidar a los niños.
He visto esto suceder con parejas, amigos, amigas y familiares. Con parejas me he topado con hombres que se sorprenden incluso algunos que se molestan cuando quiero pagar. No todos se molestan porque sean machistas empedernidos pero al no realizar el rol esperado de ellos de alguna manera se sienten “ofuscados”.
Entre amigos sucede algo peculiar. Muchas veces mis amigos hombres han sido pañuelo de lagrimas, literal. Lloro en su hombro. Pero no tengo ninguna memoria de mis amigos hombres llorando conmigo, incluso cuando yo se en ocasiones lo tristes que se sienten.
Hay una barrera, que atrapa todo lo que quiere salir.
Algunos hombres me han contado que se sienten incómodos con una mujer que llora frente a ellos porque no saben que hacer. Entonces me pregunto: ¿qué haría yo frente a un hombre que llora? Imagino una escena tipo comedia romántica. Luego o incluso durante el acto el hombre comienza a llorar. Antes de mi “epifanía”, del “descubrimiento” de este post, eso habría matado cualquier excitación en mí.
Una vez tomó menos que eso para desencantarme de un minuto a otro. Conocí a un hombre extremamente avergonzado de su cuerpo, fluidos, ruidos, olores, todo. La vergüenza era tanta que cuando sus nalgas decidieron hablar durante el juego casi llora. Estuvo a punto de llorar y el resto de la función se fue para abajo, literalmente. En ese momento sentí que estaba frente a un niño enfermizo y débil. Ahora veo el error en el pensamiento.
No todos los seres humanos somos iguales en personalidad. A algunos nos avergüenzan más unas cosas que otras o nos dan miedo más unas cosas que otras. Esa diferencia es la que nos distingue de ser masas grises, uniformes y aburridas. El error llega cuando creemos que lo que no nos afecta pero a otras personas si es porque son menos que nosotros. Por último estos miedos, sentimientos y vergüenzas se dividieron en género. Pasaron de ser algo universal a ser algo permitido según nuestros órganos sexuales.
La rigidez de los roles en la sociedad y en la familia del hombre y la mujer es algo que crea abismos en la relación entre nosotros. El hombre debe ser exitoso económicamente, experimentado, tierno pero no tanto, varonil pero no brusco y un sinfín de cualidades. Además de esperarse que el hombre sea el soporte monetario, se espera que no muestre sentimientos. Todos sentimos pero no todos tenemos “derecho” a demostrarlo. Un hombre que llora lo ven como alguien débil, se utilizan palabras como “marica”, “hueco”, “mujercita”, “nena”. Incluso cuando están enamorados reciben estos términos de los amigos. Todo lo referente a sentimientos de vulnerabilidad es motivo de burla.
No es fácil cumplir con estas expectativas. La masculinidad y la feminidad es mucho más compleja que colores, palabras, ropa o peinados. Es por esto que atribuir sentimientos a uno u otro nos daña como seres humanos. Porque como humanos los tenemos todos sin importar el género.
Los hombres no son libres porque deben cumplir con expectativas impuestas por la sociedad. Deben cumplir con la lista que los certifica como hombres y al mismo tiempo no mostrar señal de sentirse presionados. Porque el que llora es gay.
Oscar Pineda /
Buen texto, con cosas muy poca vez dichas—mucho menos en medios más o menos públicos, pero no puedo evitar notar que nunca respondiste a la pregunta que da nombre a tu publicación. ¿Por qué resultan menos atractivos los hombres que lloran? Una parte de la respuesta está en el elemento socioctural, pero no cae nada mal leer un poco a Darwin y a la literatura en biología evolutiva que se deriva a partir de Darwin. ;)
Jose Byron Gonzalez /
Gracias por expresar uno de los secretos mejor guardados de esta cuestion de los roles que la sociedad impone a los dos generos. Para mi siempre ha sido un tema fascinante.
Olga Villalta /
Felicitaciones!, ojalá muchos jóvenes te lean y reflexionen que tienen mucho que ganar a partir de este análisis. Claro que van a perder muchos de los poderes que ahora tienen (algunos placenteros, otros no tanto) pero ganaran en riqueza humana, en capacidad de generarse a si mismos felicidad sin dañar a otras/os.