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“A cualquiera que te quieras llevar ahorita, yo te la entrego”, dice el subdirector del Federico Mora

La situación en el hospital psiquiátrico Federico Mora de la Ciudad de Guatemala no ha mejorado un ápice desde que se hizo famoso en 2014 por reportajes de Nómada y de la BBC. Nómada ingresó de nuevo en 2018.

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Pacientes y médicos conversan en el hospital Federico Mora.

Fotos: Asier Vera

Una mujer deambula de un lado a otro completamente desnuda ante la vista de varios hombres. Detrás de una valla y en un pequeño jardín, personas de ambos sexos se mantienen de pie con la mirada perdida y ausentes de la realidad, mientras un hombre persigue a otro para arrebatarle la túnica blanca con la que visten a los 325 pacientes del Hospital Psiquiátrico Federico Mora.

Nómada ingresó el pasado 1 de junio de la mano del subdirector y coordinador médico del Hospital, Óscar Baten, quien en esa fecha ejercía como director en funciones en sustitución por un mes de Luis Ángel Ávila.

El Federico Mora se hizo famoso en Guatemala tras un reportaje de Andrés Zepeda y Carlos Sebastián titulado Adentro del único (y último) manicomio de Guatemala), publicado en septiembre de 2014; y a nivel mundial tras el documental de la BBC emitido en diciembre de ese año. En estos se denunció que los pacientes sufrían violaciones y vivían en condiciones deplorables sin una higiene adecuada y expuestos a cualquier tipo de abuso por parte del personal médico y de los propios enfermos. La indignación ciudadana creció cuando la entonces vicepresidenta Roxana Baldetti dijo que era un lugar ‘re-bonito’. Con el actual presidente Jimmy Morales, la situación no ha cambiado.

– Por amarillismo se han hablado cosas terribles de este hospital que están muy alejadas de la realidad, ya que no es cierto que los pacientes sean maltratados, ni torturados. Aquí no hay gente que esté detenida como si nosotros la tuviéramos secuestrada, responde el subdirector Baten.

La realidad, sin embargo, es muy distinta.

Según un Informe de Monitoreo al Hospital realizado por la PDH el pasado 1 de marzo, hay al menos 83 pacientes en condiciones de egresar y que no deberían estar ingresados, si bien ante la falta de familiares que se hagan cargo de ellos, muchos de los cuales los abandonaron, no les dan el permiso para salir, a pesar de estar curados o estabilizados de sus enfermedades mentales.

Esta situación es calificada de “detención ilegal” por parte de la defensora de las Personas con Discapacidad de la PDH, Ana Ruth Mérida. La procuradora adjunta de esta institución, Claudia Maselli, describe que el protocolo que debieran aplicar:

– Que se les dé egreso igual que a cualquier otra persona mayor de edad que ejerce sus derechos y que tiene capacidad jurídica (…) Pero tiene que llegar un familiar a firmar por su egreso y hacerse responsable de la persona que fue ingresada y ahí es donde está el problema. Los pacientes se quedan incluso por más de 20 años. Es una institucionalización no voluntaria.

Dos ejemplos son Filadelfo Ortiz, que lleva 29 años interno, o Juan Ayau, con 27 años..

“Estarán en el hospital hasta que Dios los recoja”

El subdirector Baten no niega esta situación e insiste en que las familias los han abandonado:

– Entonces nosotros los hemos tenido aquí en custodia, pero no los tenemos retenidos en el sentido de que no se puedan ir en el momento oportuno si es que alguien se hace cargo de ellos. Según la ley, el director es el tutor legal de los pacientes y él a un enfermo que no sepa adónde va a ir no lo puede sacar a la calle, porque eso sería condenarlo a la indigencia y a la muerte, por lo que estaría cometiendo un delito grave. Hay pacientes viviendo aquí 35 años. En algunos casos de enfermos crónicos suena feo, pero estarán en el Hospital hasta que Dios los recoja.

El subdirector Baten continúa:

– Nosotros no ganamos nada con tener a esa gente aquí con casa, comida y medicina porque no hay otro lugar.

En ese momento, apareció una joven paciente y Carlos Baten ofreció una solución rocambolesca para darla egreso y la repitió hasta en cuatro ocasiones:

– Si alguien se la quiere llevar que se la lleve.

– ¿Pero la muchacha no tiene familia?
– Seguro que no, porque si no, no estaría aquí.

– ¿Cuánto tiempo lleva ingresada en el Hospital?
– Saber, no la conozco, pero podríamos investigar cada caso. ¿Estamos peleando nosotros por tener a esta gente acá y que no se vaya? No, sino que estamos peleando por ver cómo se va a un lugar mejor y no a la calle o a un barranco. Ahora, si tú vienes y dices yo me hago responsable o me la llevo a casa (se le daría egreso).

En el momento de visitar el pabellón de crónicos de mujeres, donde había 64 pacientes, el doctor insistió en este punto, de forma que llegó a dirigirse a este periodista para decirle:

– De estas gentes que están acá, yo te entrego a cualquiera que tú quieras llevarte ahorita. Cualquiera que tú te quieras llevar, yo te la entrego.

 

– ¿Pero no es un requisito que sea un familiar el que firme el egreso del paciente?
– No necesariamente. Podría ser alguien que de buena fe dice: miren, yo simpatizo con esta gente y quiero apoyarla y pienso que puedo tener un lugar donde pueda vivir y darle de comer y cuidarla (con el compromiso de trasladarla periódicamente al psiquiátrico para que le suministren su medicina).

– ¿Ha habido casos de personas que no son familiares y que se han llevado a pacientes?
– Sí, las ha habido.

 

Fotos: Asier Vera

“Es un tipo de trata de personas”

“Eso es un tipo de trata de personas”, dice Priscilla Rodríguez, directora adjunta de Disability Rights International, una organización con sede en Washington que el pasado mes de marzo acompañó a la PDH en su visita al Hospital Federico Mora y que tiene el objetivo de documentar los abusos que se cometen en instituciones psiquiátricas de todo el mundo.

Esta entidad fue la que solicitó en su día las medidas cautelares a favor de los pacientes del Federico Mora que fueron otorgadas en 2012 para pedir al Gobierno de Guatemala que “adopte las medidas necesarias para garantizar la vida y la integridad personal de las personas internadas”.

– No hemos visto un cambio significativo. Aparte de que el Estado se ha gastado 40 millones de quetzales para pintar las paredes y cambiar los pisos, ello no se ha traducido en un cambio visible para las personas ahí detenidas, cuestiona la directora Rodríguez.

Lo único que ha cambiado, según detalla, es que los pacientes masculinos están ahora separados de aquellos que han cometido algún delito y que han sido enviados por orden judicial, que en 2014, según lo verificado por Nómada, eran el 40 por ciento de los reclusos. En el caso de las mujeres, continúan mezcladas.

El búnquer del pabellón 4, para los reos

Nómada pudo visitar el pabellón 4 de Psiquiatría Forense, que actúa como una cárcel y donde 65 hombres son custodiados por agentes del Sistema Penitenciario. Son personas inimputables que padecen una enfermedad mental y que han cometido un delito, por lo que están privados de su libertad por medida de seguridad. Al no poder ser enjuiciadas, son enviadas a este lugar, que es como un búnker en medio del Hospital Psiquiátrico Federico Mora separado del resto de pabellones por un gran muro de piedra y una verja que rodea todo el perímetro. En principio, estos pacientes deberían estar en un presidio para pacientes psiquiátricos, si bien el Gobierno de Guatemala aún no ha implementado este tipo de institución, a pesar de que en el 2013 se acordó que el Ministerio de Gobernación construiría un centro de detención especializado para personas con enfermedades mentales que se encuentran privadas de libertad.

Para entrar hay que identificarse ante los agentes del Sistema Penitenciario, que son los que se encargan de la seguridad, mientras que el Hospital Federico Mora es el que suministra la alimentación y la atención médica a los pacientes. Estas personas podrían sufrir una cadena perpetua sin haber sido jamás enjuiciadas, ya que si un familiar no se preocupa ni el juez que las envió a este lugar revoca su decisión, pasarán toda su vida olvidadas en este lugar sin que nadie sepa de su paradero.

Esta situación fue denunciada el pasado 4 de julio en la Comisión de Derechos Humanos del Congreso por el Relator de la Oficina Contra la Tortura, Carlos Alberto Solórzano, quien desveló que hay un privado de libertad en el Hospital Federico Mora que “lleva 18 años en prisión preventiva”, lo que fue calificado como una “tortura psicológica” teniendo en cuenta que “a lo mejor es inocente”. Solórzano coincidió con la PDH en el sentido de que “sí se dan detenciones ilegales” en este centro sanitario, ya que hay personas que permanecerán ingresadas hasta que “mueren ahí”, a pesar de que algunas están sanas, pero ningún familiar irá nunca a firmar su egreso.

Una de estas personas que pudiera permanecer para siempre recluido es Elder Morales López, quien lleva 12 años detenido en el pabellón 4 del psiquiátrico y desconoce cuándo recuperará la libertad:

– El delito que tengo es el de parricidio. Dicen que yo maté a mi papá, pero no sé si lo hice en verdad, porque yo estaba tomado cuando lo hice. Aquí no me dicen nada de cuándo saldré. Solo me tienen como abandonado, porque tengo familia en Zacapa y estoy con ganas de verlos, pero no me dejan salir y ni los doctores, ni los jueces me dicen nada. Nadie viene a visitarme. Quisiera que el juez le diera una oportunidad de salir y poder ir a trabajar fuera.

El informe de la PDH desvela que Elder Morales ingresó en el pabellón de psiquiatría forense el 22 de diciembre de 2005 por el delito de homicidio.

Una situación similar sufre Rulder Antonio de Paz Alonso, quien lleva cinco años ingresado en el pabellón psiquiátrico destinado a privados de libertad. Explica que entró a este lugar después de matar a su hermano en una de las convulsiones que asegura padecer.

–No se sabe cuándo voy a tener alguna audiencia o algún debate. Saber si usted podría ayudarme.

Precisamente, en el informe de la PDH se constata que este paciente ingresó el 13 de agosto de 2013 por un “homicidio preterintencional”. Además, se señala que en julio de 2017, se envió un informe psiquiátrico en el cual se señala que esta persona se encuentra “actualmente compensada”, por lo que “puede egresar, puesto que ya no amerita continuar en este hospital”. Al mismo tiempo, revela que el paciente cuenta con un recurso familiar, que es la madre y se puede localizar, si bien un año después, Rulder de Paz continúa ingresado.

Rulder de Paz podría estar en una cárcel ‘normal’ en la que tendría derecho a trabajar o a recibir visitas.

 

Fotos: Asier Vera

Detenidos ‘indefinidamente’ en el psiquiátrico

El doctor Baten dice que si se demuestra que es una persona inimputable por su enfermedad mental, su situación “se complica”, ya que si alguien comete un delito, responde ante la ley, pero este tipo de pacientes no pueden enfrentar un proceso judicial, por lo que podrían permanecer privados de libertad ‘sine die’, para siempre.

Para la directora Rodríguez, de Disability Rights International, esto demuestra la ineficiencia del sistema judicial de Guatemala para proteger a las personas detenidas “indefinidamente” en el psiquiátrico, que nunca fueron enjuiciadas.

Como ejemplo, cita el caso de una mujer que estaba viviendo en la calle y que un juez de Paz la envió a este psiquiátrico, donde lleva “más de diez años”, a pesar de que tiene familia. “El juez nunca más revisó su caso”, protesta.

Hay otros pacientes que, a pesar de haber orden de egreso, continúan ingresados. Tal es el caso de Ericka Marisela Sánchez, de 34 años, quien lleva ingresada desde el 1 de septiembre de 2015 en el intensivo de mujeres por orden de un juez de paz, si bien, según el informe de la PDH, ya se ha emitido una orden de egreso que no se ha efectuado, tras haber sido rechazada por su familia.

–He perdido el contacto con mis familiares y lo importante es que yo trabajaba de cocinera y mi jefe no sabe qué es lo que me pasó, ni dónde estoy por lo que pensará que abandoné mi trabajo. Me hace falta regresar a mi trabajo.

Esto es algo que será imposible mientras un familiar no se haga cargo de ella.

Apuntala el subdirector Baten:

– No la podemos dejar tirada y abandonada, por lo que si su familia no la quiere, se la regresa al Hospital. Qué vamos a hacer. Probablemente ella esté bien, pero ¿tú te atreverías a dejarme a mí en la calle sabiendo que no tengo trabajo, ni comida, ni techo y que voy a ser discriminado?, dice el subdirector del Federico Mora.

La directora Rodríguez cuestiona el argumento.

– Es una violación de su derecho a tomar decisiones sobre su vida, reconocido por la Comisión sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, que establece muy claramente que detener a una persona con base a su discapacidad constituye una detención arbitraria. No creemos que el Estado tenga que abrir la puerta y tirarlos a la calle, sino que tiene la obligación de crear apoyos para que estas personas tengan un lugar donde puedan vivir, dice la directora adjunta de Disability Rights International.

En uno de los pasillos exteriores del Hospital, se encuentra sentada en una silla de ruedas Sandra Mazariegos, ingresada desde marzo de 2016 en el pabellón psicogeriátrico. Se trata de una paciente de 58 años sin recurso familiar, después de que fuera abandonada por su hijo de 19 años. Dice que no tiene ninguna enfermedad mental.

– No me viene a ver. Aquí solo por mi pierna me vinieron a dejar a este lugar que no mucho me gusta, porque le gritan a uno y la mayoría de pacientes sufre mucho maltrato.

En el Informe de Monitoreo de la PDH se destaca que en el pabellón geriátrico, se observó a tres pacientes atados, mientras que en el pabellón de crónico de mujeres se comprobó que las mismas “se encuentran en un encierro permanente”.

En cuanto a los pacientes con implicación legal, la PDH denuncia que “la higiene personal no es adecuada, por lo que tenían mal olor”, al tiempo que solo hay “tres sanitarios”, mientras que “no tienen un lugar de recreación”. En el intensivo de hombres, se descubrió que duermen dos pacientes en cada cama y “pasan el mayor tiempo encerrados en el mismo, dado que no tienen acceso al área verde”.

Ingresados sin diagnóstico psiquiátrico

La PDH detectó que “no cuentan con papel higiénico, por lo que al momento en que los pacientes acuden al sanitario se les proporciona prensa para que puedan limpiarse”. La PDH también encontró, incluso, personas que nunca deberían haber sido ingresadas al Hospital Federico Mora, como Gumersindo Medrano, de 67 años, quien tiene diabetes refractaria de difícil manejo, a pesar de lo cual “no debe continuar ingresado porque no está diagnosticado como paciente psiquiátrico”. Esta misma situación la sufre un paciente ingresado en el pabellón para personas privadas de libertad, quien tampoco tiene diagnóstico psiquiátrico. Por último, la PDH denuncia que hay carencia de medicamentos e incluso se han encontrado fármacos con fechas vencidas.

El doctor Baten tiene una explicación a todo esto:

– Guatemala es un país del tercer mundo, que tiene limitaciones en general en cuanto a los sistemas de salud pública y eso se ha visto reflejado en esta institución, que no puede estar al mismo nivel que los países nórdicos. No hay malos tratos o tratos inhumanos. Aquí siempre se ha ofrecido el tratamiento adecuado aprobado por la Organización Mundial de la Salud. Es una referencia regional al que viene gente incluso del extranjero a formarse para ser psiquiatras. Que no se piense que este lugar es una mazmorra donde nadie puede entrar a ver lo que hacemos con los pacientes. Dista mucho de ser el peor psiquiátrico del mundo hasta el punto de que algunos han hecho comentarios de qué bonito es este lugar. Hay pacientes que han sido abandonados por sus familias y ha sido imposible que nuestro cuerpo de aguerridas, esforzadas y heroicas trabajadoras sociales puedan encontrar dónde colocarles porque en Guatemala no hay suficientes albergues o casas hogares para este tipo de personas que deberían estar en otro lado, pero no hay dónde. El Gobierno de Guatemala no los ha abandonado (a los pacientes con enfermedades mentales); está haciendo lo que puede.

 

Fotos: Asier Vera

Enfermeras con enfermedades mentales

Cuando finaliza la visita, de repente aparece en la puerta del despacho del subdirector una enfermera llamada Sara Lizeth Cuc, quien llorando avisa al doctor Baten de que otra trabajadora la está amenazando con un cuchillo con la intención de matarla:

– Yo trabajo en este hospital desde hace 12 años y viera cómo han abusado de mí y de los pacientes. Me encerraron en el área de terapia ocupacional y me dijeron que me iban a violar. He visto a varias enfermeras empujando a los pacientes y quebrándoles los hombros, las manos y las piernas. Hay pacientes violados no solo por el personal de enfermería, sino también por miembros de seguridad que hasta se burlan y se ríen.

En ese momento, el doctor Baten me apresura para que entre a su despacho:

– Es una enfermera que está descompensada y que sufre un caso grave de enfermedad mental, un trastorno afectivo bipolar.

– Cuando no les conviene, lo llaman a uno loco, lo desmiente desde afuera Sara Lizeth Cuc.

Así, el subdirector revela que en el Hospital Federico Mora trabajan dos enfermeras que padecen problemas mentales y que “no se les puede despedir”.

– ¿La presencia de ambas en el hospital puede ser perjudicial para los pacientes?
– Por supuesto, responde el subdirector.

A continuación, entra una enfermera advirtiendo que Sara Lizeth había llamado a la Policía para denunciar la situación que estaba sufriendo. El subdirector Bate respondió:

– Que venga la Policía y se la lleven. Dígales que es de parte de Jimmy (Morales, presidente de Guatemala), que yo lo conozco.

Finalmente, llegaron dos agentes de la policía que tras entrevistarse con el subdirector Baten, abandonaron el hospital psiquiátrico sin que la enfermera presentara ninguna denuncia.

Así, el subdirector Baten concluye:

– Veniste en el mejor momento. Lo que viste es lo que es. Aquí no tenemos nada que ocultar, ni estar dorándole la píldora a los pacientes. Están aquí por deterioro orgánico y cognitivo y porque son olvidados del mundo y rechazados que no tienen adónde ir. Te vienen con el cuento de la familia y no hay familia, porque si la hubiera, ya se los hubiesen llevado. No los queremos tener aquí a la fuerza, te lo juro. Te pido que seas fiel a la verdad. Dí lo que es, pero por favor, no inventes historias.

Asier Vera
/

(1980) Periodista desde 2001. Ha sido corresponsal de Europa Press, El Mundo y Gara. Ha publicado en El País, Público, El Diario y Nómada. Amante de las músicas del mundo y de viajar. @asiervera


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Raul de la Horra /

    06/08/2018 4:01 PM

    Por desgracia, prácticamente ninguna institución del Estado (pero tampoco las privadas) escapa por completo a las contradicciones y carencias de la sociedad. Y en el caso del hospital psiqiátrico Federico Mora, este se ha convertido en los últimos treinta o cuarenta años en una de las puntas visibles (cuando los medios les dan visibilidad) del iceberg que es Guatemala. En ella se concentra la tragedia y el patetismo de una sociedad pseudo-feudal y sin Estado profundamente enferma y desamparada que no logra darle ni garantizarle a sus habitantes el estatuto de ciudadanos con derechos. El manicomio -por llamarlo así- del que habla este reportaje, es la proyección condensada del manicomio gigante y caótico en el que se ha convertido esta sociedad, y donde un buen número de personas se considera al abrigo de la locura, sin percatarse de que es, justamente, este síntoma, el que demuestra el grado de patología mental y social que padecemos.

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    Gabriela Monroy /

    22/07/2018 1:46 PM

    Excelente reportaje. Justamente cómo pide el Sub Director “sin inventar historias” El problema con las personas que trabajan atendiendo a enfermos mentales a jóvenes en conflicto con la ley penal o personas privadas de libertad, es el mismo: creen que están haciendo lo correcto, creen que hacen un favor “siendo buenas personas con aquellas a quien nadie quiere”.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Pablo Cocova /

    21/07/2018 10:53 AM

    Mientras leía el artículo por momentos mis ojos se nublaban (una lágrima empañaba mi vista) y pensaba en lo difícil que sería estar en los zapatos de esos pacientes, y también recordé lo duro que es tener algún familiar con trastornos mentales, realmente olvidados y marginados están quienes habitan ese psiquiátrico. Pero al gobierno y a la sociedad no le importa n ese tipo de historias, y me preguntó: ¿Que se puede hacer? ¿Habrá alguien que haga eco a estas historias? Claro, con preguntas sin respuesta, pero gracias por tomarse el tiempo de investigar esos casos, por mi parte me hizo reflexionar sobre lo que habrá tenido que vivir un mi tío que estuvo ahí, pero mi abuelita nunca lo abandonó, ella sufría cuando él estaba ahí.

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    Silvia Quan /

    16/07/2018 1:11 PM

    La nota tiene varias imprecisiones: el monitoreo que hicieron en marzo fue del Disability Rights International y fue acompañado por la PDH, y no al revés como dice aquí. Es más, el reportaje de la BBC también se realizó gracias a los contactos de Disability Rights International. Tristemente la PDH (en donde yo laboré hasta hace 5 años) no ha querido asumir la responsabilidad de transformar este nosocomio en lo que debe de ser, y de promover que se respete los derechos humanos de la gente internada, el personal actual de PDH no tiene interés ni el conocimiento para transformar el sistema del Federico Mora y la salud mental en Guatemala.

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      Asier Vera /

      18/07/2018 2:23 PM

      Eso no es verdad. El informe es de la PDH y si quieres, con mucho gusto te lo puedo compartir. Por tanto, no comparto para nada las "varias imprecisiones" que comentas. El personal de PDH no tiene que transformar el sistema del Federico Mora, sino el Ministerio de Salud y, por tanto, el Gobierno de Guatemala del cual depende esta institución. La PDH, simplemente, se dedica a realizar recomendaciones y, en caso de que detecte alguna ilegalidad, a presentar las correspondientes denuncias ante el MP.

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      1

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      Manuel Aler /

      17/07/2018 5:37 PM

      Por algo ya no trabaja Ud. en la PDH ya que no tiene claro cual es el papel de esa institución. La PDH no tiene "la responsabilidad de transformar este nosocomio...", y no es su función "transformar el sistema del Federico Mora" y, menos "la salud mental en Guatemala". En cualquier caso, será responsabilidad del MSPAS y del Programa Nacional de Salud Mental.

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    Eduardo Contreras /

    16/07/2018 12:25 PM

    Que triste realidad para algunas de estas personas, pero he tenido la oportunidad de conocer este centro y la verdad es que para muchos es un lugar en donde tienen mucho más de lo que pueden encontrar en la calle: tienen un techo, una cama, agua, comida, compañía y hasta medicamentos.

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      Carla L. /

      17/07/2018 1:06 PM

      Coincido con Eduardo. Los que están allí tienen la suerte de que los aceptaron, porque muchos están deambulando en las calles ya que no hay que los lleve a ese lugar, que de por sí, ya sobrepasa su capacidad. La salud mental en Guatemala no es una prioridad y hay más personas enfermas de lo que creemos. Bien por Disability Rights International que está brindando ayuda, pero necesitamos más. Los países "amigos" en lugar de financiar a CUC y Codeca que utilicen esos recursos en hogares para estas personas.

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    Georgette /

    16/07/2018 11:21 AM

    Que nos libre Dios de ir a parar a ese lugar ¡Cuánta inhumanidad!

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