18 MIN. DE LECTURA

Actualidad Entender la política La corrupción no es normal Somos todas Identidades Guatemala urbana Guatemala rural De dónde venimos Blogs Ideas y soluciones
11 Pasos

Un testimonio de violación en Antigua Guatemala

Una menor fue violada por dos hombres en Antigua Guatemala hace ocho años. Luchó por justicia y, a contracorriente, consiguió que fueran condenados los agresores sexuales. Ocurrió en 2011 y desde entonces la han difamado para perder su trabajo, ha tenido que abandonar cursos y la defensa de los hombres la buscan para reducir la pena de los sentenciados. Este año recibió amenazas de muerte. Cuenta su historia como un grito que sirva para que víctimas de violación se animen a denunciar un delito que, también, ocurre en Antigua.

Somos todas Antigua Guatemala P258 Violencia contra la mujer

Antigua Guatemala, vista de noche desde el Cerro de la Cruz.

Foto: Carlos Sebastián

[¿Aún no recibís La Jugada? Suscribite aquí y recibí en tu correo una explicación de lo más importante del día.]

A Lucía* la violaron cuando tenía 17 años. Hay recuerdos que la acompañan como si hubiera sido ayer. Por mucho que quisiera no tenerlos, allí están, en su interior, igual que un grito ahogado que comienza a salir hasta ahora, ocho años después.

–Cuando te están violando, es como si tu alma estuviera gritando porque el violador la está arrancando de ti. Es un grito que no se va jamás. Se queda atrapado. Sacar las fuerzas para contar esto es un logro de muchísimo tiempo, aliento y apoyo.

Fue el viernes 25 de noviembre de 2011. El Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En ese entonces Lucía aún vivía en Antigua Guatemala y todavía se movía con confianza entre las calles empedradas mientras saludaba a amigas y amigos antigüeños que encontraba en su camino.

Lucía había acordado reunirse con su amiga Olivia* en la tarde y quedarse en su casa durante la noche. Olivia estaba haciendo sus prácticas en un hotel en la ciudad colonial, y su turno terminaba a las 5 de la tarde. Lucía llegó al hotel un poco antes. Olivia aún tenía que terminar algunas cosas de trabajo y pidió que Lucía la esperara un rato. También se encontraban dos hombres, el jefe de Olivia, Byron Estuardo Sotoy Méndez, y William Armando Zuleta Sánchez, otro practicante del lugar. Olivia los presentó y siguió con sus tareas.

“Nadie te va a decir te voy a drogar y te voy a violar”

Muchos detalles sobre los últimos momentos antes de que la violaran, resurgen mientras Lucía narra su historia. El frío. El mueble de madera donde se sentó. Las revistas que eran para entretener el tiempo de espera. Un folleto de ofertas. Las mejillas sonrojadas de Olivia que entraba y salía apresurada. Y el vaso que traía Olivia en la mano, que Lucía pensaba que era jugo de naranja.

–Cuento todos estos detalles porque se volvieron en hubieras y aún me atormentan. Le hubiera insistido a Olivia en que mejor nos juntábamos en el parque. Hubiera ido a mi casa. Hubiera notado algo raro en ellos, en Byron y William.

Para Lucía y muchas mujeres que han sido víctimas de violencia sexual, una parte importante del proceso de sanación es luchar contra los “hubieras”, la internalización injusta de la culpa por el delito de alguien más. Nunca notó nada raro en los dos hombres.

–No sé si porque a los 17 aún se es muy ingenua o porque estaba cansada. Otro hubiera a la lista. O quizá es que las personas que te quieren hacer daño jamás lo van a decir. Nadie te va a decir cuando te saluda, “te voy a drogar y te voy a violar”.

Byron Sotoy preguntó si quería beber algo, mientras señalaba  una botella de vodka. Ella no quiso y dijo que le dolía la cabeza. Byron le preguntó si quería jugo de naranja, que Lucía tampoco aceptó. No se sentía en confianza.

La escuchó Olivia quien se acercó a Lucía para decirle que tomara un poco de su vaso, que le ayudaría a quitarle el dolor de cabeza. Dejó el vaso en la mesa y se fue otra vez. Lucía no sabía si tenía vodka. Le dio un sorbo y solo sentía el sabor a jugo, y decidió tomar un poco más.

Lucía recuerda que llevaba casi una hora en el lugar cuando Olivia dijo que no se sentía bien. Estaba mareada y tenía ganas de vomitar. La acompañó al baño pero no vomitó. Lucía estaba preocupada, y le pidió que se fueran, pero Olivia empeoró a cada momento. Comenzó a llorar muy fuerte y Lucía le repitió que se fueran. Pero de repente ella también sentía malestar.

–Empecé a sentirme mareada y tenía mucho sueño. Olivia estaba tomando el café y yo, con la inocencia de mis 17, me tomé el jugo. Pensé que era algo para quitarme el malestar y eso me despertaría. La peor decisión de mi vida.

Ya no sabía qué hacer. En su desesperación pidió a Byron que la ayudara con Olivia para llevarla a su casa. La respuesta fue tajante. “No. Ella solita se puso así, yo no tengo la culpa”. Lo único que ofreció fue llevar a Olivia a una habitación para que durmiera.

Lucía comenzó a debilitarse y tuvo que recostarse sobre la mesa. Todo le daba vueltas. Intentó levantarse, pensaba en su amiga, pero no pudo moverse. Escuchaba las voces a su alrededor, pero  no podía reaccionar.

–Era como cuando estás medio dormida y abrís los ojos y mirás borroso, pero yo sentía que alguien me empujaba para que caminara, yo no podía hacerlo bien. Me empujaron dentro de un cuarto.

Recuerda que quería regresar a la mesa y que intentó soltarse, pero que su cuerpo pequeño, y casi inconsciente, ya casi no tenía fuerza. Recuerda que lloraba, y que gritaba, mientras Byron la llevaba entre arrastrada y empujones hacia la habitación.

***

Cada día el Ministerio Público registra 15 denuncias por violación en el país. En lo que va del 2019 un total de 6,668 sobrevivientes han denunciado, según el Observatorio de las Mujeres del Ministerio Público. De ellas, 60% eran menores de edad, igual que Lucía.

Poco se escucha sobre la violencia sexual en Antigua Guatemala, Sacatepéquez, donde Lucía fue drogada y violada hace ocho años. Sin embargo, en el 2019 el Observatorio de Mujeres registró 46 víctimas de violación en ese municipio. No solo es la cifra más alta de todo el departamento de Sacatepéquez, sino que equivale a una tasa de 98 violaciones por cada 100,000 habitantes. Casi el doble de la tasa del municipio de Guatemala donde se registran 58 violaciones por cada 100,000 habitantes.

La jefa de la fiscalía distrital de Sacatepéquez, Raquel Sáenz, explicó a Nómada que existe una cultura de denuncia muy positiva en el departamento y que han logrado muy buenos resultados en los casos de violación y violencia contra la mujer durante los últimos años. En la gran mayoría de estos casos el agresor es un familiar, cuenta.

La fiscal asegura que casos de violación donde las víctimas han sido drogadas, no son comunes en Antigua.

–La verdad no es un fenómeno común. No es ni siquiera uno mensual. Igual en los casos que han sucedido por exceso de tomar bebidas alcohólicas o haber ingerido drogas, que vienen a denunciar posteriormente, será en algunos casos extranjeras y todos se han trabajado. Es un índice bastante bajo.

La violencia sexual sucede por los victimarios, nunca porque la víctima ha ingerido alcohol o drogas.

Pero sí existen casos parecidos al de Lucía que no llegan ni a la Policía Nacional Civil, ni al Ministerio Público.

Desde enero de 2019, la Colectiva Feminista Artesanas que trabaja con mujeres sobrevivientes de violencia en Antigua, ha acompañado a ocho mujeres con patrones similares, explica Alejandra Hernández, de la organización. Cinco son guatemaltecas y tres extranjeras.

Cada una despertó desorientada en la cama de un hostal u hotel desconocido en Antigua, con una pérdida de memoria de horas, y con la seguridad física que alguien las violó.

–Algunas despertaron vomitadas, otras orinadas. Todas estaban golpeadas y tienen algo en común: las señales fuertes de violación. Lo último que recuerdan es haber recibido una bebida de un hombre, dice Hernández.

Respecto a los delitos de violencia sexual contra extranjeras, la fiscalía sabe que muchas deciden salir del país rápido, sin denunciar. Por eso existe un esfuerzo especial por prevenir estos delitos y atender a las turistas, explica la fiscal Saénz. Consiste en una coordinación constante entre los negocios turísticos, la división de seguridad turística de la Policía Nacional Civil, el Instituto Guatemalteco de Turismo y el MP. Asegura que casi todos los turistas vienen informados, y que se les da información al ingresar al país o en los tours sobre dónde presentar una denuncia en el caso de ser víctimas de algún delito.

–Los dueños de los bares y discotecas, y hoteles de acá, cuidan mucho al turista, por lo mismo, es la fuente de ingresos. Los mismos establecimientos apoyan con el tema de seguridad. Cada vez que hay un turista que comente que fue víctima de algún delito, el mismo sistema hotelero llama a Inguat y consulta si este caso es o no es, y entonces ahí nosotros le damos seguimiento. Aquí está muy coordinado este tema y muy comentado, dice la fiscal.

Pero tener la capacidad de comentar al personal de un hostal o hotel sobre una agresión tan fuerte como una violación depende del estado emocional de la víctima. No todas pueden. Por  no mencionar la barrera del idioma que pueda existir.

Todas las mujeres extranjeras a las que ha acompañado la Colectiva Artesanas este año decidieron salir de Guatemala sin presentar denuncias.

En Antigua, por ser un lugar turístico, se cuenta con una unidad con personal especializado para atender a turistas que ha logrado resultados rápidos y sentencias positivas, explica Sáenz. Pero estos casos no se publican, por la dignidad de la víctima y porque Antigua es un lugar turístico.

–No publicamos. El Ministerio Público solo en su portal lo hace y nosotros no lo difundimos. Se ha tomado esa consideración por la dignidad de la víctima, o porque dicen, “A la Antigua ya no vamos porque allí van a violar”. Si por ejemplo hay un hecho de violación en un bar, o por alguna circunstancia de que se va voluntariamente y a la hora dice ya no, y hay una violación, si se llega a trasladar esa información a la población, dicen en todos los bares en la Antigua están violando. Y eso tampoco es cierto. Se vuelve fenómeno. No es que tengamos un fenómeno donde atacan a las chicas que están en el bar y salgan violadas.

La Colectiva Artesanas comenta positivamente los avances del Ministerio Público y el cambio a personal especializado. Sin embargo se tiene conocimiento de que muchos de estos casos pasan en los bares o los after parties de Antigua, y solamente dos de las ocho mujeres presentaron denuncias en el MP por miedo de que nadie les iba a creer, porque los señalados son conocidos en el ambiente de vida nocturna en Antigua. Otro factor es que las mujeres sienten culpa por haber recibido las bebidas, dice Hernández.

***

Lucía ya estaba dentro de la habitación. Intentó poner resistencia hasta el último momento. Vio un vaso. Logró agarrarlo y quebrarlo para usarlo para defenderse. Le cortó en el hombro y en los brazos. Pero Byron Sotoy no se detuvo, sino respondió con rabia. Somató el cuerpo de Lucía contra la pared y le dio un golpe en la cara, mientras le gritó: “¡Estúpida, te tenés que dejar!”

Recuerda con claridad las palabras de Sotoy, porque fue hasta este momento que realmente entendió qué iba a pasar.

–Ahí, yo sabía que estaba perdida. Hubiera querido quedar desmayada del golpe, pero no, aún intentaba abrir los ojos. Caí en la cama. Ya no podía hacer nada, estaba inmóvil viendo cómo me comenzaron a violar. Vi cómo me quitaron el pantalón y la ropa interior. Sentía sus asquerosas manos sobre mí. Ya ni podía gritar, solo me salían lágrimas.

En algún momento Lucía vio a su amiga. Olivia estaba tirada en otra cama en la misma habitación, con los ojos abiertos, observando lo que estaba pasando. Esta imagen, y el fuerte dolor cuando Byron Sotoy la penetró, es lo último que recuerda antes de perder el conocimiento la primera vez.

Despertó desnuda, tapada por una toalla. Como pudo abrió los ojos, ya no estaba su amiga. Sentía su cara caliente y golpeada, su pelo húmedo y había sangre en la cama. Entró en pánico.

–Al instante sentí que alguien se puso encima de mí nuevamente. Era el otro, William. Byron también estaba, vi a los dos y escuché que se estaban riendo. ¿Cómo te reís de eso? Byron le decía que aprovechara, que fuera hombre, como que yo fuera un pedazo de trapo. ¿Dónde estaba mi amiga? Era lo único que podía pensar. En medio de ese horror me dormí, no sé si de la droga o del licor. Puede ser también por el dolor, que mi cuerpo ya no soportaba más. Tenía solo 17 años y era virgen, jamás había estado con alguien.

Volvió a despertar a la voz de una mujer gritando su nombre. Era la 1 de la madrugada, Lucía llevaba ocho horas encerrada. La mujer era la mamá de Olivia. Preocupada porque su hija no regresó a casa esa noche, llamó al hotel. Nadie respondía. Decidió ir y Byron Sotoy le abrió la puerta, pero no la dejó entrar. Insistía que Olivia no estaba, que se había ido horas antes con Lucía, pero la mamá vio la bolsa de Lucía en la recepción y llamó a la PNC para pedir ayuda.

 

Antigua Guatemala, vista de noche desde el Cerro de la Cruz.

Antigua Guatemala, vista de noche desde el Cerro de la Cruz.

Lucía solo pudo llorar, el miedo llenaba cada célula de su cuerpo. La señora le ayudó a ponerse ropa. Nunca encontraron su ropa interior. Lucía apenas podía caminar, por el dolor y el mareo, pero la señora la llevó a la recepción a esperar a sus papás que llegaron poco después.

Los agentes de la PNC encontraron a Olivia en la terraza del hotel. No emitió una sola palabra a nadie.

Byron Sotoy y William Zuleta fueron detenidos en el lugar y llevados al MP. Media hora después los dejaron ir, sin dar declaraciones, dice Lucía.

Ella a cambio pasó toda la madrugada en el MP, acompañada de su mamá y abuela. Dio su declaración aunque apenas podía hablar, y pidió que su cuerpo fuera examinado por el Inacif. “No tengo mi ropa interior, y estoy sangrando”, recuerda que dijo a la fiscal que la atendió.

–Lo conté todo, casi tal como aquí. Con miedo, humillación, con una incertidumbre espantosa, con dolor, agotamiento y todo lo que me dejaron sentir los violadores, pero lo conté. Yo ya había asimilado que me violaron, pero en esa declaración no pude ser tan explícita como ahora. No llegás con lucidez y decís “me violaron”. La sola idea te bloquea.

El médico forense del Inacif resumió la pesadilla de Lucía de la siguiente manera: “Fue víctima de violación sexual. Presenta rasgaduras recientes, así como laceraciones de la mucosa vaginal”.

–Recuerdo que se dirigió a mi mamá y le dijo: “Señora, lamento decirle que su hija fue violada y, al parecer, más de una vez. Está muy lastimada”.

El cuerpo de Lucía se había convertido en la escena de un crimen donde se tenía que buscar evidencias, semen. El dolor del examen fue insoportable, y Lucía no quería. Era tener que repetir toda la escena en su mente pero el médico lo tuvo que hacer.

También se le hizo una prueba de toxicología de su orina y se encontró un sedante en su sangre. Pero antes de llegar a la primera audiencia esa prueba desapareció.

Después del examen forense Lucía fue enviada al hospital. Ya estaba amaneciendo. Eran las 5.30 de la mañana. Lucía aún no dejaba de llorar. Su mamá y abuela tampoco. Un médico la volvió a examinar y le dio un tratamiento contra las infecciones y algo para bajar el dolor.

–No te imaginas lo duro que vuelven el trauma todos estos procesos. A veces una llega a pensar que la peor parte de una violación es tener que estarse exponiendo a gente que, porque es su trabajo, te revictimiza y te trata como que lo único que le importa es hacer su trabajo y no le interesa si lo hace mal, con un descuido total. Me hicieron sentir aún peor.

Lucía pasó seis meses hundida en una depresión profunda acompañada de pastillas, contra infecciones de transmisión sexual y para dormir. Al mismo tiempo comenzaron los procesos legales. Hasta tres meses después se hizo el reconocimiento del lugar de los hechos con el MP. Luego comenzaron las audiencias.

–Eran tediosas, dolorosas, llenas de odio, de tristeza y mucha rabia. Me encontré en el camino con jueces que me culpaban de mi propia violación. Me dijeron estúpida por haber bebido algo que un desconocido me daba. Incluso un descarado dijo que me había caído y por eso tenía rasgaduras en los labios vaginales y así había perdido la virginidad, no por una violación. La humillación que sentí es indescriptible.

En su defensa Byron Sotoy y William Zuleta decían que Lucía era una mentirosa. Que ella había llegado borracha al lugar y que quería tener relaciones con ellos. Sin la prueba de toxicología, la defensa aducía que su mareo y pérdida de conocimiento se debía a que ella había tomado alcohol.

En los testimonios de Sotoy y Zuleta salió una parte que la memoria de Lucía había bloqueado.

–William, dijo que solo había ayudado a Byron a bañarme. Algo de eso recuerdo, la sensación de que me estaba ahogando. Creía que eso lo había soñado. Tuve que pasar por muchas declaraciones, incluso de testigos falsos, gente que nunca vi ese día. Una supuesta cocinera que dijo que me vio llegar borracha y que di consentimiento para que Byron me besara. Y un hombre que dijo que era huésped y que estábamos haciendo escándalo pero que Byron trataba de ayudar a que yo me calmara.

Después de un largo proceso legal, en el cual su familia se había hundido económicamente para pagar abogados, terapias y medicamentos para Lucía, por fin hubo sentencia en 2013. Lucía no sabe cómo encontró las fuerzas para ir. Temblaba, tenía náuseas, lloraba. Aún ese día, a pesar de que Sotoy y Zuleta se declararon culpables, intentaron callar a Lucía, diciéndole que era una mentirosa, mientras ella dio su última declaración entre sollozos.

Byron Estuardo Sotoy Méndez y William Armando Zuleta Sánchez fueron condenados a 26 años y 13 años de cárcel respectivamente.

Casos similares en Panajachel

No en todos los casos la justicia se mueve tan rápido, ni parece creerles a las víctimas.

Hace un año, en noviembre de 2018, Nómada publicó una investigación sobre tres casos de violación en otro lugar turístico de Guatemala con un patrón similar. Tres mujeres, dos extranjeras y una guatemalteca, denunciaron haber sido drogadas y violadas en Panajachel, pueblo pintoresco a la orilla del Lago Atitlán en Sololá. Las tres perdieron el conocimiento después de recibir bebidas de los hombres señalados, y despertaron desorientadas y desnudas varias horas después.

Julia Rayberg y Marcela* presentaron sus denuncias en el Ministerio Público en 2018 contra el mismo hombre, su entrenador de gimnasio, Byron Cortez. Cuando ellas recuperaron conocimiento estaban desnudas con Byron Cortez a su lado, también desnudo.

La tercera mujer, Alejandra* señala a dos amigos de Cortez, los médicos Ángel Manuel Vásquez y Diego Mayorga, contra quienes se presentó una denuncia legal en mayo de 2019.

En los casos contra Byron Cortez el Ministerio Público presentó imputaciones por violación y agresión sexual y pidió prisión preventiva. La jueza de Primera Instancia Penal en Sololá, Lidys Mercedes Chuy Jiatz, desestimó el delito de violación en ambos casos por falta de pruebas. Como las mujeres perdieron el conocimiento y no recuerdan el acto de violación, la juez no les creyó. Cortez fue ligado a proceso por agresión sexual. Aparte la juez le otorgó medida sustitutiva de arresto domiciliario y arraigo.

Después de la audiencia en el caso de Julia Rayberg, Fundación Sobrevivientes quien representa a ambas denunciantes, recusó a la jueza por dudas sobre su imparcialidad.

• Leé: Las violaciones sexuales en serie siguen impunes en Panajachel, por Pia Flores

Amenazas, ocho años después

Para Lucía, la pesadilla no terminó después de la sentencia. En 2014, para mantener su trabajo, Lucía fue obligada a contarle a su jefe lo que le habían hecho, porque personas cercanas a Sotoy y Zuleta le habían recomendado despedirla. Decían que ella tenía problemas mentales.

Un año después fue difamada por una  catedrática en la Universidad de San Carlos. Fue uno de los abogados que representó a Sotoy y Zuleta durante parte del proceso. Lucía tuvo que abandonar el curso por salud propia.

En los espacios públicos, la calle, el parque y en los buses, la han insultado. Uno dijo que era una maldita por haberle quitado el papá a un niño. Otro le preguntó, cómo podía caminar tranquilamente. Siempre son hombres los que la insultan, y Lucía sospecha que son conocidos de los violadores.

Hasta en su casa la han buscado. Cuando los violadores apelaron el caso en 2015 un abogado llegó a su vivienda para pedir que ella colaborara para bajar la sentencia. En otra ocasión llegó la esposa de uno de los violadores con su hijo, para pedirle que considerara lo que había hecho porque el niño estaba sufriendo mucho. La apelación fue rechazada. Finalmente, Lucía decidió mudarse a otra ciudad y dejar el lugar donde creció. Todo porque fue violada y no se quedó callada.

Hace un año comenzó a recibir amenazas de muerte anónimas en su celular. “Te vas a arrepentir de lo que hiciste”, “nos lo vas a pagar, ya verás”, decían los primeros. Después cambiaron de tono; “sos una hija de puta, ya estamos cansados. Muerta vas a parar por no hacerte cargo de las consecuencias de lo que hiciste”. En enero de 2019 Lucía decidió denunciar en el MP y pedir medidas de protección, pero fue informada que solo calificaba como ‘acoso’ y que no podían hacer nada. La información nunca fue agregada al expediente original y tampoco se abrió otro expediente.

Decidió contar su testimonio ocho años después, porque sigue con vida y cree que es importante que otras se animen a hablar.

—A mí me violaron. Lo quiero contar porque hay miles de mujeres a quienes pretendo motivar a que saquen su grito, para que la sociedad nos oiga. Tal vez así logramos que estas historias no se repitan. Y aquí está lo que no se esperan: que sí se puede. Eso es lo que me propongo ahora creerme y lo creo, y voy a ayudarlas a todas a creerlo igual.

Lucía no sabe si algún día va a sanar completamente. Hoy trabaja con otras mujeres que son sobrevivientes de violación y cuenta que escuchar los testimonios de cada una de las mujeres es como revivir su propia experiencia. Pero insiste que hay que hacerlo, aunque ella se tardará más tiempo en recuperarse.

* Nombres ficticios a petición de las entrevistadas


Hay Mucho Más

7

COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Ana López /

    25/01/2020 7:41 AM

    Tr admiro Lucía porque a tus apenas 17 años pasaste poralgo tan traumático pero no te diste por vencida y enfrentaste a tus violadores y al "sistema de justicia" hasta que los declararon culpables. Pienso en mi hija que apenas tiene 10 añitos y lloro al leer tu historia y que esto pudiera sucederle a ella. Lo cierto es que el lugar de la mujer en este mundo está rodeado de maldad. N9 comprendo cómo un pedazo del cuerpo de una mujer puede provocar en este mundo tanto deseo obseno y cruel por poseerlo y menos en la forma tan cobarde y egoísta como sucrde con las víctimas de violaciones sexuales. Fuiste muy valiente para recorrer todo este camino. Te admiro y a tu mami también. Dios tebendijo porque permitió que en este proceso hubiesen perspnas que ayudarpn a que hoy a pesar de todo estés viva u eso es un hecho claro que Dios nuestro señor tiene algo grande para ti. Te violarpn sí pero estás aquí y espero que tus heridas, tus pesadillas las reemplace Dios con una vida plena porque eso mereces. No permitas que te sigan haciendo daño. Cambia todo, todo lo que te ate a ese pasado y resurge completamente en otro lugar, con otra gente porque lo mereces. Dios te bendiga y te proteja.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Mario Paredes /

    22/12/2019 1:22 PM

    Hay mujeres que denuncian y hay otras por las que los familiares contratan a "un equipo" que le de el "descanso eterno" a malnacidos como estos. Ojala nunca me suceda porque para soportar impunidad lo segundo es mas practico.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Moisés Avila /

    19/12/2019 12:50 PM

    Si ponen fotos de esos patanes hijos de la gran puta! Ojalá la muchacha se de cuenta que lo que hizo es tener verdaderos webos para que la gentuza así se vaya a donde merece! el bote! y en el bote les metan el webo duro para que sientan lo que es una violación!

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Miriam /

    18/12/2019 11:58 AM

    Gracias por compartir tu historia, te mando un abrazo y te aplaudo por valiente. Debe ser durísimo pasar por eso, sobre todo siendo tan jovencita. Espero que esos desgraciados se refundan en la carcel y que el acoso termine ya para tu tranquilidad y la de tu familia. Eres una sobreviviente valiente, espero que poco a poco te sientas mejor y que tengas apoyo emocional para salir adelante.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Jorge Cruz /

    17/12/2019 9:57 PM

    Me quede pensando mucho antes de escribir esto, pasaron muchas cosas por mi cabeza, desde enojo, tristeza, impotencia y muchos sentimientos negativos, es totalmente repulsivo este acto de violencia contra las víctimas, que en este caso tuvo la valentia de acusar y a pesar de todos los tropiezos que le pusieron logro una victoria al escuchar la sentencia de esos mal nacidos.

    Me da asco nuestro sistema de justicia penal, que solo ve en las víctimas números y no ven que son seres humanos que sufrieron un horror indescriptible, ojala y eso cambie, pero sobre todo se pueda disminuir o erradicar mejor aun el flagelo de la violencia contra las mujeres, niños y adolescentes. Desde la PNC, el MP, INACIF, OJ, etc. que todos hagan su trabajo y que encierren y condenen a los agresores y que protejan a las víctimas, eso es lo que deseo.

    Que Dios te guarde y animo Lucia !! echale ganas a la vida, tu eres una víctima, ellos tienen que sufrir las consecuencias de su cobardia, porque tu no tuviste culpa alguna, tu fuiste una víctima, ahora eres una sobreviviente y una persona que mucha valia, Que Dios bendiga a todas aquellas personas que te apoyaron y que juzgue a todas aquellas que hicieron mal su trabajo o quisieron volver a convertirte en víctima.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    jose contreras /

    17/12/2019 3:21 PM

    Valiente Lucia! Ganaste! Vencedora! Admirable! Ojalá sirvas de ejemplo para muchas. Mis respetos para tí. Animo, tienes mucha vida por delante y venciste el obstaculo más grande.

    A los malditos esos les aplicaría la pena de muerte. O la castración química, aunque preferiría usar una espada para despalomarlos. Malditos.

    Ganaste Lucía!

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Rudolph Rednose /

    17/12/2019 2:03 PM

    Una historia muy triste y emputante. Le cambiaron y le jodieron para siempre la vida a la víctima. Un acto repulsivo, como toda violación.
    Este es el país de la burocracia, lo que sobran son copias y copias de los dictámenes; cómo se desaparece una prueba de toxicología así por así, se supone que los doctores también se quedan con copias, por qué los investigadores no las buscaron. Aquí hay cosas mucho más profundas. No parece, tampoco, por la forma de actuar o modus operandi y los hechos, que haya sido la primera ni la única víctima de estos sujetos.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



Secciones